El escandaloso ruido se escuchaba por todo el salón de clases como todas las mañanas antes de que el profesor llegara. A pasos lentos caminó hasta llegar a su pupitre intentando pasar los más desapercibido posible, y tal pareciera que funcionó pues no recibió ni un comentario que lo hiciera sentir mal.
Su asiento se encontraba hasta el final del salón y así lo prefiria, aunque llegar a su lugar fuera una tortura. El maestro llegó y pronto el silencio se hizo presente. Las clases comenzaron y se concentró en lo que el maestro explicaba.
Cada vez que escuchaba sobre las leyendas románticas sentía tanta envidia por aquellas personas. ¿Realmente deseaba su sufrimiento? Porqué después de todo las leyendas siempre contaban sobre una trágica historia de amor o algún amor imposible, pero en todas el amor prevalece, tan patético que lo deseaba.
Pronto el receso se hizo presente por el ruido de la campana sonar y todos salieron despavoridos hacia el comedor o el jardín, mismos en los que era difícil encontrar un lugar para sentarse porque compartían lugar con los de preparatoria.
Caminó sin mucha prisa hacia el lugar al que recurría ir y comer.
Sacó el lonche que su madre le había preparar y lo observó durante unos segundos. No estaba seguro de querer comerlo, no se sentía cómodo haciéndolo y eso eliminaba su apetito.
Cuando estuvo a punto de ponerse a comer escuchó un fuerte estruendo de la reja que rodeaba la escuela.
Intrigado volteó a ver lo que sucedía. Vio como dos chicos se burlaban de otros mientras esté hacia muecas aún en el suelo. Por la forma en la que se movía, parecía que lo habían golpeado, además de que de su labio salia sangre.
- Te dije que hicieras mi tarea.
- Que te la haga tu gato que está parado al lado de ti.- contestó, refiriéndose al amigo del chico que lo golpeó, aún con su ego levantado. Parecía que poco le importaba lo que le pudieran hacer. Vio como el chico se enfurecia más y una sonrisa se poso en sus labios. - ¿Te enoja que te digan la verdad?
Dos patadas fueron a su estómago haciéndo que sus patadas se convirtieran en gemidos de dolor.
- estúpido e inútil beta... Solo son un jodido estorbo.- soltó el más grande y se fue junto con su amigo.
Namjoon miraba asustado desde su lugar y poco a poco se fue acercando hasta llegar al lado del chico que mantenía su mirada en el suelo.
- ¿Te sientes mal? - fue lo único que pudo preguntar.
El chico subió su mirada y su entrecejo se frunció, haciéndole saber a Namjoon que está pregunta fue algo tonta.
- Largo de aquí, niño.
- Deberías de ir a enfermería. - quiso acercarse pero el chico se alejó más.
- dije que largo...
- No me iré dejándolo ahí tirado. - se negaba a irse.
El chico intento ponerse de pie pero sus fuerzas le fallaron. Soltó un suspiro pesado y lanzo una piedra que vio hacia la pared.
- Bien, ayudame a pararme. - dijo entre dientes.
Namjoon rápidamente se inclinó para ayudar a que se levantara. Con una mano tomó su brazo y la otra la extendió hacia él para que la tomara. Lo llevó hasta el lugar en donde estaba sentado él, ya que el chico se negaba a ir a enfermería.
Lo sentó en la banca y lo soltó para después sentarse frente a él, mirándolo detenidamente. Su piel era blanca como la leche, y sus ojos aparentaban a los de un gato, sus labios eran delgados y pequeños al igual que su cuerpo.
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No Es Un Cuento De Hadas
Fanfiction- La vida no es como en los cuentos de hada, la vida real apesta, Namjoon.