Naruto: el último Jinchūriki (Libro 2)

EL TALADRO

DISCLAIMER:

Naruto pertenece a Kishimoto y Avatar: la leyenda de Aang, pertenece a Konietzko y DiMartino.

ACLARACIONES:

(bla) *bla = notas de autora.

bla, bla= flashback, onomatopeyas o pensamientos.

☯☯☯☯☯☯☯☯☯☯= cambios de escenario.

EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...

El rubio había llegado hasta arriba del muro. Estaba observando la hermosa vista cuando en eso sus ojos se posaron en un objeto no identificado que iba a toda marcha hacia ahí. Era una especie de tornillo andante.

—Lo siento Kurama, creo que tendrás que esperar —suspiró Naruto al ver que otro día más tendría su amigo que esperar por él.

CONTINUACIÓN...

—Este taladro es una gran obra de ingeniería y un gran elemento destructivo. Una vez que atraviesen la muralla, nuestras tropas invadirán la ciudad. El País de la Tierra por fin caerá y tú, príncipe, podrás tomar Iwagakure en el nombre de tu padre. Nada nos detendrá —decía un señor que estaba en el control de mando del taladro junto a Izuna.

—¿En serio? ¿Y quiénes son esos hombres con uniforme de allá abajo? —preguntaba Suigetsu mientras veía por el *periscopio.

—¡Por favor! El taladro puede resistir cualquier ataque de control de tierra.

—Oh, por supuesto, Ministro de Guerra Kin, pero solamente por prevención... Karin y Suigetsu, acaben con los shinobi doton —ordenaba Izuna.

—¡Por fin tengo algo que hacer! ¡Vamos cara de pez! —exclamaba la pelirroja.

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Sakura, Sai, Ino, Hinata, Karui y  Chōji iban caminando. Hace unos minutos acababa de nacer la bebé del matrimonio, así que iban despacio.

—Oigan, a todo esto. ¿Y Gaara?

—Ay, Sai. Creo que Ino te tiene atontado. Recuerda que él ya se fue a reunir con su hermano.

—Oh, es cierto.

—¿Qué es eso? —preguntó Karui al ver que algo, o más bien, alguien se acercaba.

—Naruto, ¿qué haces aquí? Pensé que buscabas a Kurama.

—Lo hacía, pero algo me detuvo, algo muy grande. Sakura, hay que usar doton para crear una roca y subir.

—De acuerdo.

Sakura y Naruto utilizaron un jutsu estilo de tierra para subir a los demás en una roca que funcionaba como elevador sobre la muralla.

—¿Qué es tan importante como para no buscar a Kurama? —preguntó, Sai.

—Eso —le respondió el rubio una vez que todos subieron a lo alto de la muralla.

—Llegamos a Iwagakure y todavía no estamos a salvo. Nadie lo está —decía Karui mientras se abrazaba a su esposo y a su bebé.

—¿Qué hacen aquí? No se permiten civiles en la muralla —dijo un guardia.

—Soy el Jinchūriki. Llévenme con quien esté a cargo.

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—Es un honor contar con tu presencia, joven Jinchūriki. Pero tu ayuda es innecesaria —dijo el general que custodiaba la muralla.