Cumpleaños

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- Ven... ven a mí... Deja que te desgarre... Deja que te despedace... Déjame matarte... 


La pelinegra despertó debajo de un manto de sudor frío combinado con sus sábanas. Eran las tres de la mañana y aquella voz volvía a hacerse presente en sus sueños, por lo que últimamente estaba más agotada que de costumbre. Los ojos le pesaban por la falta de descanso, pero desde hace unos días sus pesadillas habían aumentado considerablemente. Siendo semidiosa era común, pero no tan seguidamente. 


Su sueño comenzaba con la experiencia en primera persona de ser torturada hasta perder la consciencia por los hermanos tortura. Sus cicatrices empezaban a arder mientras ella se retorcía tanto en su mente como en su dormitorio de la sala de Slytherin. Ya no gritaba, pero el dolor que intentaba esconder seguía en ella. De fondo siempre estaban las carcajadas de Fobos, Deimos, Cronos, Luke... Bueno, esas eran todas las que había distinguido hasta ahora. La voz a penas podía hacerse presente cuando el sueño se cortaba. 


Al despertar se daba una ducha e intentaba volver a descansar. Con un movimiento de mano arreglaba su cama y se acostaba. No sabía qué era la voz que deseaba sangre en su mente, pero podía asegurar que también la había oído en el corredor cerca al baño del cuarto piso. 


Ahora era una de esas noches. Alex se encontraba intentando que el tren del descanso pasara por ella en una fría madrugada de Setiembre. Estaba por cumplir dos semanas en Hogwarts y los problemas ya se habían hecho presentes. Sus recuerdos vagaban por algunos últimos sucesos; la llamada a Annabeth, Clarisse y Silena, la voz "misteriosa", los dioses... 


Los dioses, justo eso. Sus amigos no parecieron notar la voz cuando se las mencionó, por lo que solo ella (al menos dentro de lo que sabía) podía escucharla. ¿Qué era algo que ella tenía y no sus amigos? Sangre divina. Algo tenía que ver aquello con el susurro escalofriante de sus sueños, ¿no? Y tenía que averiguarlo, no quería fallar a los Olímpicos y que tuviera que someterse a más entrenamientos. 


Se levantó de la cama rápidamente, aunque tuvo que detenerse un rato por el mareo que aquello causó. Ni bien pudo mantenerse en pie, fue a su escritorio a revisar alguna información. Si la voz tenía algo que ver con la mitología entonces era una criatura o un monstruo... Pero qué va, ya la habría atacado. Tal vez el problema era suyo; y no, no alucinaciones, sino algún don que ella poseía. Podía entender a algunos animales tanto mágicos como no gracias a una bendición Olímpica. ¿Sería eso?


En el hipotético caso de que fuera una criatura sedienta de sangre, ¿por qué no atacaba de una vez? ¿Pensaba por cuenta propia o recibía órdenes de alguien?... O tal vez ambas. 


Escarbó por sus recuerdos un rato más, pero no obtuvo más respuestas. Por lo menos no por ahora. 


Bueno... era un avance - Intentó consolarse, aunque sabía que no era lo que esperaba. 


Un patético avance mientras la voz iba con ideas asesinas por el castillo, peligrando el bienestar de todos y por tanto también el suyo propio (una vez los dioses se enteraran de su "fracaso"). ¿Tenía miedo de los Olímpicos? Tal vez un año atrás hubiera negado la idea fácilmente, pero después de aquellas vacaciones prefería mantenerse al margen del error. 

Semidiosa y Bruja (PJO y HP) 2 LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora