Callejón Diagon

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Pasaron algunos días. Alex ya estaba harta de escuchar a Clarisse y Silena hablar de chicos, le parecía ridículo. "Es porque nunca te has enamorado" le había dicho la hija de Afrodita. Y bueno, tenía razón, pero Alex no iba a admitirlo, entonces se la pasaba entrenando o en su cabaña.


Annabeth y ella habían pasado el tiempo leyendo al lado del lago, mientras Percy jugaba como pez en el agua y Grover se quejaba de los humanos y el calentamiento global. 


En fin, la incomodidad de estar rodeada de tantas personas también estaba presente. No se sentía... ella. Con la llegada de Percy, Grover y Annabeth volvieron a hablarle, lo cual había sido esplendido, sin duda, pero era extraño que después de todos esos años de sentirse mal consigo misma y hablar con una sola persona, ahora le hablaran como si nada hubiera pasado.


Un par de días luego llegó su carta de Hogwarts con lo necesario para aquel año de estudios. La lista de libros incluía:


- Libro reglamentario de hechizos, segundo año, Miranda Goshawk. 

- Recreo con la banshee, Gilderoy Lockhart. 

- Una vuelta con los espíritus malignos, Gilderoy Lockhart.

- Vacaciones con las brujas, Gilderoy Lockhart.

- Recorridos con los trols, Gilderoy Lockhart.

- Viajes con los vampiros, Gilderoy Lockhart.

- Paseos con los hombres lobo, Gilderoy Lockhart.

- Un año con el Yeti, Gilderoy Lockhart.


¿Quién era aquel tipo? No tenía idea, lo cual era bastante raro, puesto que Hécate le había enseñado acerca de los magos más importantes, y con tales hazañas ese tal Lockhart no era para menos. Sin embargo, no había oído hablar de él. 


(...)


Eran a penas las siete de la mañana. Alex no había podido dormir, aunque esta vez no estaba segura de la razón. Miró su reloj de mano, todavía le quedaban unas pocas horas para salir del Campamento. Los demás ya sabían que se tenía que ir, pero no los detalles. 


La pelinegra estaba sentada en la rama de un frondoso árbol, leyendo "El Principito" por milésima vez. Cuanto amaba ése libro. Era una de las pocas cosas que había rescatado de su casa, el único regalo de su abuelo y madre que conservaba; y el libro que, sin importar qué, siempre la calmaba. Siempre la dejaba pensando en el libro y la relajaba, dejando que los demás problemas que tenía al rededor se resbalaran hasta evaporarse. Parecía ser un libro para niños, pero todavía seguía encontrando diferentes significados a cada una de las metáforas. 


El libro parecía nuevo, si no te fijabas en las páginas amarillentas al igual que la dura portada. Estaba bien cuidado, pero los años que había pasado junto a Alex se iban notando. 


Se bajó del árbol cuando los rayos del sol le empezaron a molestarla en el rostro. Apolo ya iba a llegar. Tomó su mochila del suelo, la sacudió e hizo un viaje de sombras a su cabaña para dejar su libro. Una vez dentro se cambió la pijama (porque sí, estaba con pijama en el bosque). No perdió mucho tiempo y entró rápidamente a la ducha. Al salir se colocó su ropa interior, y cuando estaba a punto de ponerse una camiseta de Queen, se recordó que los padres (y madre) de sus amigos iban a estar ahí.  

Semidiosa y Bruja (PJO y HP) 2 LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora