55. Los deseos a las estrellas.

30 3 0
                                    

La confianza se gana con mucho trabajo, sin embargo hay ocasiones en las que simplemente no puedes lograr que alguien confíe en ti. Les demuestras lealtad, compañerismo, o fidelidad y siempre encuentran un detalle par echarte en cara algo. Al principio es molesto, pero con el paso del tiempo entiendes que solo se están proyectando en ti.

El miércoles había llegado y con ello dos importantes sucesos. El primero era el cumpleaños número dieciocho de los mellizos, y el segundo era la oportunidad de pedir un regalo que esperaban con ansias fuera concedido por cumplir su mayoría de edad.

-¡Buenos días!- canturrea Azalea Davis al ver a sus hijos entrando a la cocina-¡Feliz cumpleaños!- corre a abrázalos a ambos- Les preparé waffles, solo por ser un día especial.

Los mellizos se dan una mirada confundida por encima de los hombros de su madre. Azalea no era tan mala a pesar de todo, la vida la había convertido en lo que era y solo hacía lo que creía mejor para sus hijos, era su forma de protegerlos del mundo. Pero romper la dieta dentro de casa no había pasado en al menos dos años.

-Gracias, mamá- dicen ambos regresando el abrazo.

Para los chicos era una tradición ir a comprar un regalo con sus padres el día de sus cumpleaños o un fin de semana después de este. Los señores Davis querían que pudieran elegir algo que desearan en lugar de intentar adivinarlo y terminar comprando un mal regalo. Así que cada año salían a un viaje hacía London, que era la ciudad más cercana a Valley, e iban de compras.

Este era el primer año festejando sin Andrew Davis, aunque Azalea ya había recibido varios mensajes del hombre pidiéndole que le dejara hablar con ellos.

La mujer se separa de sus hijos y se aproxima a la mesa para comenzar a servirles. Hazel se había arreglado aún más de lo habitual y se sentía feliz a pesar de su reciente rompimiento. Solo se había permitido llorar esa noche; luego de eso no podía negar que Peter era parte de sus pensamientos y que lo extrañaba, sin embargo cada vez que lo recordaba se decía a si misma que no iba a volver con él. Había una extraña paz a su alrededor, la cual hacía meses que no veía.

Scott por otra parte seguía en una relación y se sentía algo decepcionado de que Valerie no le hubiera deseado feliz cumpleaños aún.

-El viernes es su baile, ¿no?- pregunta la mujer tomando asiento frente a ellos-¿Iran con alguien?

-Con Val-responde Scott antes de meter un trozo de waffle a su boca.

-Con mis amigas- dice Hazel con la mirada pegada en su plato- Peter y yo terminamos.

La mujer se ha quedado sin palabras al escuchar a su hija, en su mente creía que su relación iba bien e incluso creyó que con la cena que había preparado con los padres de Peter y ella todo era un indicador de que las cosas eran serias entre ambos.

-¿Se puede saber por qué?

Hazel niega con semblante tranquilo- No.

Scott mira a su madre esperando por una reacción donde le llamara grosera, pero aunque no lo hizo pudo ver una pizca de fastidio en su mirada. Sabía que iba a tolerarlo solo porque no quería arruinar el primer cumpleaños que ellos pasaban sin su padre.

Por unos segundos el silencio inundó el lugar. Lo unico que se escuchaba de vez en cuando eran los tenedores golpeando sus platos. La chica no había despegado la mirada de su plato y Scott podía sentir la tensión entre las dos mujeres frente a él.

Al menos hasta que Azalea preguntó:

-¿Qué van a pedir de cumpleaños? Si no lo encuentro aquí tienen que esperar hasta el sábado para ir a la ciudad al centro comercial.

Epifanías de media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora