Piano | NoMin.

Prólogo.

Actualidad.

    Necesito encontrar ese maldito piano, antes de que me vuelva loco.

Aunque loco ya estoy. Lo he estado desde hace meses. No. Años. Sólo que nunca tuve los pantalones suficientes como para aceptarlo.

    Aún y cuando mi hijo luchó por mantenernos cuerdos a ambos.

    Yo hice que todos sus esfuerzos fueran en vano.

Ahora que he vivido lo que me ha tocado; creo firmemente en que si de verdad existe un Dios; le encanta llevarse a todas las personas que valen la pena y que sabe harán cosas maravillosas allá arriba. Y a los hijos de puta como yo, los castiga con la vida.

Respirar cuando la persona a quien más tuviste que haber amado ya no lo hace.

    Respirar es lo que más odio en el mundo.

Ser capaz de dormir. De comer. De caminar. De hablar. De todo.

    Duele. Me duele estar vivo.

Duele tener un corazón capaz de seguir palpitando. Cuando el suyo ya no lo hace desde hace meses.

He pensado en quitarme la vida incontables veces; porque por más egoísta que suene. Por más cobarde. Sigo diciendo que sólo así volveré a ver su rostro. Ese que tantas veces dije odiaba y que ahora daría lo que fuera por grabarmelo en mis pupilas.

Por ser capaz de regresar el tiempo y volver al día de su nacimiento; cuando lo tuve en mis brazos por primera vez. Cuando descubrí que no hay cosa más extraordinaria en este planeta lleno de mierda que ser padre del niño más inteligente, guapo, dedicado, sensible y amoroso que ha existido en todo lo que la tierra lleva de vida.

Si me muero hoy: ¿Volveré a verte, hijo? ¿Podré pasar noches enteras cuidandote y diciéndote que los monstruos jamás han de hacerte daño?

Porque aquí estoy yo.

    Tu padre.

    La basura de hombre que acaba de descubrir que debía de atesorarte. Hasta que ya no estabas al alcance de mis manos.

Pero entre más lo pienso; descubro que la verdadera razón de aquel deseo es que mi alma sea capaz de encontrar paz. Que sea feliz. Cuando lo menos que merece alguien como yo en esta vida es ver tal deseo cumplido.

Aún y si el día de mañana me fuese a dar un tiro en la cabeza; ¿Volveríamos a encontrarnos? ¿Podría arrodillarme ante ti y pedirte perdón? ¿Me darías explicaciones de por qué hiciste eso?¿Volverías a tocar tu piano para mí? ¿Me sonreirías?

Típico de este viejo; querer dar solución a las cosas, cuando ya no hay nada que sea capaz de hacer.

Yo no merezco ser premiado con la muerte. Es por eso que me obligó a vivir; a abrir los ojos hasta el último de mis mugrosos e inservibles días. Atragantarme con la comida, a no sonreír. A hacer lo mismo que yo le hice a mi hijo.

    Matarlo en vida.

A entrar en su habitación y llorar desconsoladamente; pidiendo a la nada que me lo regresé. Que lo quiero de vuelta. Lo necesito. Que lo quiero, que lo amo, que lo adoro, que estoy orgulloso de todo maravilloso aspecto de él, que me encanta escuchar su voz, que es bueno en hacerme sentir bien, en escucharme. En todo. Que es el mejor compañero de vida que pude haber tenido.

    Lo quiero. Lo quiero; ¿Por qué hasta ahora me doy cuenta de lo mucho que lo amo?

    ¿Por qué fui tan insensible?

Que es el más grande regalo que la vida me dio. Que se parece a la única mujer que verdaderamente me ha amado de eso estoy seguro y que estoy agradecido de que sea la viva imagen de ella y no la mía. Porque él no es una bestia como yo... Su padre.

    El más horrible monstruo del que nunca fui y seré capaz de protegerte.

Quiero a mi hijo de regreso.

Quiero volver a verlo. Quiero hacer las cosas bien esta vez.

Quiero abrazarlo y nunca volver a soltarlo, porque no dejaré que se vaya. No.

    Quiero a mi hijo.

Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo. Quiero a mi hijo.

Pierdo el control de mi cabeza y me quiebro en los miles de pedazos que soy.

— Devuélvemelo... Devuélvemelo —, me aferró a alguna de sus pertenencias y me desplomó en el suelo, para seguir llorando —, ¡Dámelo! ¡Dame a mi hijo! ¡Dámelo! ¡Lo quiero de regreso! ¡Yo no te di permiso de que te lo llevarás! ¡Por favor! ¡Dámelo de una maldita vez!

    Vivo abrumado. Vivo como castigo. Vivo por vivir.

Lloró porque es lo único que me queda.

Si nos volviésemos a ver: ¿Me dirás en qué punto te perdiste? ¿Cuándo fue que se rompieron los hilos de tu interior?

     ¿Cuándo fue que ya no tenías nada a lo que aferrarte a la vida?

Necesito dar con tu piano, antes de que este pesar me consuma y no vaya a querer nada más en este asqueroso mundo que reencontrarme contigo y aferrarme a ti como nunca lo hice cuando aún caminabas por esta casa. Y sanar cada una de tus heridas. A pesar que jamás lo hice cuando me lo pedías a gritos, aún y cuando te quedaste sin voz.

Tocaremos juntos la más bella melodía creada y sabré que la única cosa que yo necesitaba para ser feliz era tu sonrisa, era tu juventud, eran tus sueños, tus abrazos, tus logros y...

Ser el padre que merecías mi niño.

    Fuiste, eres y siempre serás el mejor pedazo de esta bestia que llora por ti. Eso, nunca lo dudes.

¿Dónde demonios está tu piano, Na Jaemin? ¿Dónde? ¿Podrías decírmelo?

Calzón rosa.