Na Jaemin.
«Quizás. Si nunca
te hubiera conocido.
Si nunca me hubiese
visto fascinado por
tu mirada. Por tu boca
y por tu habla.Quizás y sólo quizás.
Yo seguiría vivo.»
No hay mucho que pueda contar sobre mi día escolar. No tengo amigos (porque yo así lo he decidido y a sólo dos meses de graduarme ya no le veo el caso a buscar), mis notas no son las mejores (no puedo presumir de ello), creo que me vería muy patético si voy y relato sobre cómo paso el rato con alguno de los profesores en medio de los descansos y las horas de estudio extra (siempre han sido un maldito dolor de cabeza que prefiero no recordar). En palabras resumidas la escuela nunca ha sido lo mío.Tan pronto como la campana que marca el fin de las clases comienza a sonar, soy el primero en recoger todo lo que tengo sobre el escritorio y meterlo de regreso a la mochila. Al deshacer el nudo de mi corbata, amarrarla en la muñeca (es un extraño hábito que tengo por culpa de mi madre; pues en los vagos recuerdos que tengo de ella, cuando usaba alguna prenda o el accesorio que te imagines que tuviese que llevar en su cuello, tan pronto y como viese que tenía oportunidad se lo quitaría, lo pondría en su muñeca y diría: "¡En mi vida alguien o algo ha de tenerme encadenada por el cuello porque no soy perro!") y salir corriendo por el pasillo. Sentir la brisa del viento que alborota mi maltratado cabello y como las voces del resto se van alejando más y más.
Porque ahora sí que da inicio mi verdadero día.
Una de las grandes ventajas de ser yo, es que no pierdo el tiempo en pláticas con los demás, en coqueteos con chicas y regañizas de la directora Kim (seré mal estudiante pero no al punto de que la directora tenga que poner un ojo encima mí). O en esperar a que mi padre llegué en su carro del año para pasar a recogerme.
Yo sólo tengo que correr. Llegar hasta el espacio donde nos permiten dejar nuestras bicicletas (a todos aquellos alumnos que tengan) quitarle la cadena de seguridad a la mía, montarme en esta y salir de ese infierno.
La academia de artes siempre ha sido mi lugar seguro. Además, el señor Lee dice que es mejor verme por ahí la mayor parte del tiempo que imaginarme en el panteón visitando día tras día la tumba de mamá. Donde claramente está su cuerpo siendo comido por los hijos de los gusanos, de los nietos de los gusanos, de los gusanos que probaron por primera vez su carne cuando aún estaba fresca.
Pero sobre todo lo demás... Nadie sabe dónde es que va a parar.
Ejemplo de ello soy yo. Un pedacito de lo que fue más allá de su materia.
Nadie sabe dónde es que voy a terminar.
Soy capaz de pensar las cosas a profundidad... Demasiado. En extremo y más cuando me siento solo.
Entonces lo hago siempre.
Puede que mi vida en la academia tuviera la oportunidad de ser y hacer totalmente lo opuesto que en la preparatoria. Pero es imposible.
¿Por qué?
Pronto lo descubrirás.
Pasaba con la bicicleta por la entrada principal de aquel pintoresco lugar. Las alumnas y alumnos de la clase de violín caminaban cerca de mí. Los niños de las clases de pintura ya estaban en uno de los jardines con sus lienzos listos para iniciar a pintar algún árbol o planta que los rodeaba. A los de las clases de flauta ya los podía escuchar tratando de afinar hasta acá. Y los bailarines, ya estaban con sus medias bien puestas listos para mover sus cuerpos a la par que la música con la que tanto ama dar clases la maestra Tiffany.

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Piano | NoMin.
Fanfiction🎞; Cuando menos me di cuenta mi vida giraba alrededor de un piano. Incluso si no quería. Si lloraba de frustración. Si gritaba de enojo. Si me disponía a romper sus cuerdas. Si soñaba con quemarlo. Era como si le hiciera aquello a m...