Un fantasma del pasado.

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**(Advertencia; la siguiente historia contiene la descripción de heridas graves que puede llegar a incomodar al público sensible. Se recomienda discreción...Creo)**

Harry observa con detalle la destartalada casa frente a él con el nerviosismo creciendo dentro de su cuerpo, siendo solo superado por su obstinada terquedad de demostrar su valentía.

Él puede hacer esto, es un Gryffindor y ya está en su tercer año, esto no es nada. Solo debe entrar, tomar una foto y el idiota de Malfoy se tendrá que tragar sus palabras por atreverse a llamarlo cobarde.

Entrar, tomar la foto y salir. Eso es todo.

Con un tembloroso suspiro y unos ánimos en su cabeza para sí mismo dio el primer paso para entrar al lugar más embrujado de Hogsmeade, La casa de los gritos.

Al entrar, la puerta dio un chirrido digno de una película de terror, que lo hizo detenerse un segundo pero Harry se obligó a seguir adelante.

Entrar, foto y salir.

Los primero que notó al estar completamente dentro es que la casa es un desastre, los restos destrozados de lo que en el pasado debieron ser muebles están esparcidos por el suelo, el papel de las paredes está hecho jirones y apenas sosteniéndose, de la baranda de la escalera solo quedan unas pacas tablas rotas, a la escalera le faltan varios escalones, las paredes y suelo están llenas de marcas de garras que le provocaron escalofríos y todo está cubierto de una gruesa capa de polvo.

Entrar, foto, salir.

Fue adentrándose con los nervios de punta, sus pasos rígidos y sujetando con fuerza la cámara en sus manos, repitiendo en su cabeza que nada va a saltar para intentar comérselo ni nada de eso. Tal vez la casa ni siquiera esté embrujada y solo sean tontos rumores sin sentido.

—Niño, pareces a punto de desmayarte.

Harry no está orgulloso del chillido que soltó y que probablemente se escuchó hasta el pueblo.

Soltando la cámara sin darse cuenta Harry dio la vuelta tan rápido que terminó mareándose y cayendo al suelo, donde rápidamente se arrastró hacia atrás hasta que su espalda chocó con una pared.

Con el corazón prácticamente en la garganta y latiendo a mil por segundo, la respiración agitada, una mano en el pecho y la otra sosteniendo temblorosamente su varita Harry pudo ver que le acaba de provocar el paro cardíaco más grande de su corta vida.

Es un chico, no parece mucho mayor que Harry, con el cabello hasta los hombros, vistiendo el uniforme de Hogwarts con el emblema de Slytherin; viéndolo con la cabeza inclinada y una expresión entre curiosa y divertida, su túnica está completamente cerrada, todo su cuerpo es de color blanco azulado medio traslucido y está de pie flotando unos centímetros del suelo a un par de metros frente a Harry.

—¡Un fa-fa-fantasma! —Harry medio gritó al darse cuenta de la que está viendo.

—¡Un mago! —dijo con obvia burla el fantasma.

Harry se sintió ofendido por la burla pero está más concentrado en su sorpresa que en otra cosa. Aclarándose la garganta volvió a hablar.

—En-entonces es cierto. La casa está embrujada.

—Sí. Igual que Hogwarts —el fantasma arqueó una ceja—. La escuela está llena de fantasmas y a nadie le importa.

—¡Eso... ¡Eso es... eso es cierto.

Harry se dio unos segundos para pensar eso. Es cierto, la escuela está llena de fantasmas desde hace siglos y a nadie nunca pareció importarle. Diablos, uno de sus profesores es un fantasma ¿De qué se supone que estaba asustado al venir a La casa de los gritos?

Larga vida al príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora