CAPÍTULO 2. UNA VERDAD Y UNA MENTIRA.

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No tenía idea de cuánto tiempo llevaba llorando, mi cuerpo sufría fuertes contracciones por el llanto, sentía mi corazón doler muy fuerte, claro que era casado, todo cobraba sentido ahora, el escondernos de todos, las salidas a escondidas, la razón por la que siempre nos veíamos en mi departamento o en cualquier motel de paso, nunca me dejó entrar a su casa, ahora que lo pienso, quizá no sólo este casado, puede que también tenga hijos, ¡Dios! ¡¿En qué estupidez me metí?! ¿Cómo nunca sospeché de esas llamadas a medianoche? Nunca me presentó a su familia, ninguno de sus amigos sabía de mi existencia, a pesar de que se suponía que llevábamos dos años de "novios".

– "Mejor dicho de amantes" – pensé mientras mis lágrimas volvían a surgir, tenía que salí de ahí como sea, me reportaría enfermo o simplemente saldría de ahí sin decirle nada.

– Gulf… ¿Estás ahí? – escuché la voz de una persona que necesitaba en esos momentos.

– Andy...– susurré despacio, mi mejor amiga entro y me envolvió en un cálido abrazo, dejé salir todo lo que tenía acumulado, ella me acarició el cabello, no le pregunté cómo era que se encontraba en el baño de los hombres, ese dato hasta el momento no me importaba, solo quería que alguien me escuchara y me dijera que todo iba a estar bien, me sentía como un niño, perdido sin su madre, abandonado en un lugar oscuro y sin salida.

– Ven Kana, vamos a salir de aquí, seguramente el señor Suppasit no te dirá nada – dijo ayudándome a salir de ese lugar y saliendo por la parte trasera del edificio.

Conocí a Andy el segundo día de trabajo, al igual que yo era nueva en la empresa, pero ya llevaba dos meses trabajando, aún así muchos de nuestros compañeros llegaban a hacer comentarios muy estúpidos, puesto que su trabajo era uno de los más importantes, mi amiga tenía mucho talento, pero como siempre no falta el machito ardido que no acepta órdenes de una mujer por el simple hecho de ser más inteligente y capaz, habían esparcido rumores sobre que mantenía relaciones clandestinas con los socios de la compañía, o que sobornaba a los jefes de área, cosas sin sentido.

Andy era como una hermana mayor para mí, algunos de los tipos que la molestaban a ella acostumbraban a molestar a mujeres y donceles, seguían con sus tontas creencias de mierda sobre que debemos estar en casa cuidando de los hijos, atendiendo al marido y cosas estúpidas como esas, y yo no fui la excepción.

Había llegado temprano nuevamente, Mew había salido quién sabe a qué, no le daba importancia en esos días, mientras caminaba para llegar a su oficina a ordenar cualquier cosa fuera de lugar, me topé con esos tres vulgares idiotas.

– Creo que tendré que rogarle al jefe para que me consiga un asistente así de bueno como él – dijo ese idiota fingiendo que yo no estaba ahí, mirándome morbosamente cono los otros dos imbéciles.

– Uff, por ver ese culo todos los días, le ruego, me humilló y si quiere hasta ladró – comentó otro poniéndome muy incómodo, nunca había recibido ese tipo de comentarios, no sabía cómo responder.

– Parece que tienen mucho tiempo para molestar a los empleados, pero no para terminar el trabajo que le encargué para hoy – dijo una voz femenina aparentemente molesta, sonaba aterradora, los tres idiotas, como los llamaban todos en la oficina, hicieron muecas de fastidio.

– No se para que finges hacer tu trabajo, si simplemente se la chupas a cualquiera de los jefes mayores y cobras en seguida – comentó con "gracia" el imbécil.

La chica sonrió tomó uno de los papeles que tenía en sus manos y luego con una sonrisa triunfal le entregó un papel a él mismo hijo de puta que hablo hace un momento.

SEÑORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora