4. Abracadabra

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Capítulo 4. Abracadabra

Mabel

¿A que no adivináis el castigo que me ha puesto mi madre?

Limpiarle la casa a la Sra. Gladys. Genial, ¿el próximo castigo va a ser cuidarla a ella?

Tengo que ir todos los viernes por la tarde.

Pero a mi me gusta ver el lado bueno de las cosas. Y este castigo no es una excepción. Podré leer los libros que quiera sin que se dé cuenta.

Me dirigía a la casa de mi querida vecina ya que hoy es viernes.

Presioné el timbre e inmediatamente me abrió la puerta la Sra. Gladys.

—Pasa hija, rápido.

—¿Por qué tanta prisa? ¿Es qué pasa algo? —el comportamiento de la Sra. Gladys me pareció raro y me preocupó. Es verdad que mi vecina a veces llegaba a ser una cascarrabias, pero era una buena mujer y tenía muy buen gusto para la lectura jeje.

—¿No has visto las noticias? Ha desaparecido una niña, no sé si tú la conocerás, se llama Emily. Sus padres han denunciado su desaparición y han llenado Castlerock de fotos suyas.

—Puede que se haya escapado ella —conocía a Emily de oídas, tenia un año menos que yo, 16 para ser exactos. Provenía de las familias más ricas de Castlerock, los Hughes. Muchos decían que se acostaba con señores mayores, otros decían que simplemente le gustaba salir de fiesta, yo no opinaba directamente porque nunca llegué a conocerla a fondo, alguna vez conseguimos entablar una corta conversación pero poco más.

—Espero que haya sido así, y no algo peor.

—Pero Sra. Gladys, ¿usted se escucha? ¿Qué va a pasar en un pueblo tan tranquilo como este? No diga barbaridades y dedíquese a descansar que para eso estoy yo aquí —le dije con amabilidad.

———————

Ya era de noche, había pasado toda la tarde limpiando y la Sra. Gladys se había acostado ya. Me dijo que al acabar cerrara la puerta con la llave de repuesto y la dejara bajo el felpudo de la entrada.

Dentro de poco darían las 23:00, así que me di prisa recogiendo las cosas.

Pero pensé en leer algo del libro que dejé a medias hace casi un mes. Las historias de terror me fascinaban.

En estos momentos Annie (una enfermera retirada) había encontrado a Paul (un escritor famoso), que se había estrellado con el coche, y la buena mujer (o eso creo de momento) le ofrece su hospitalidad, y lo lleva a su casa para curarle. Así es, estaba leyendo Misery, un relato obsesivo y de terror del mismísimo Stephen King, uno de mis escritores favoritos de historias de miedo, también me gustaba mucho Edgar Allan Poe, cuya especialidad eran las novelas de terror psicológico.

Estaba muy concentrada en la trama y las luces estaban completamente apagadas (excepto una pequeña lámpara que había a mi lado), cuando de repente escuché un ruido que hizo que me sobresaltase y se me cayera el libro al suelo.

Ví una sombra alargada desde la ventana de la habitación en la que me encontraba.

—¿Quién eres? —pregunté con temor de hallar una respuesta.

—¿No debería preguntar yo lo mismo? —la sombra no avanzó ni retrocedió, simplemente se quedó donde estaba. Lo escuchado recientemente aseguraba que era un chico, ya que tenía una arrastrada y espeluznante voz masculina.

—Eres tú el que está invadiendo una propiedad ajena, no yo —estaba nerviosa pero fingía tenerlo todo bajo control.

—¿Estás segura Mabel? —su pregunta me erizó la piel.

—¿Cómo sabes quién soy?

—Sé más cosas de las que podrías imaginar.

—Por favor, vete de aquí y no llamaré a la policía.

—Se que no lo harás.

—¿Quién te asegura eso?

—Te conozco muy bien.

—O eso crees —dije desafiante, al no verlo no estaba tan asustada, pero ese nerviosismo interno seguía presente.

—Ha —dio una corta carcajada —no me subestimes nena.

—¿Qué es lo que quieres? ¿A qué has venido? —pronuncié desesperada.

—Te quiero a ti.

Me levanté con ímpetu del sillón en el que estaba sentada y me acerqué rápidamente a la sombra con la esperanza de descubrir la identidad de aquel sujeto, pero se había esfumado, no había rastro de él. Cuando llegué al lugar donde estaba el chico misterioso, las cortinas se movían por el viento de la gélida noche.

El corazón me iba a mil por hora.

Me asomé al balcón pero entre la oscuridad y los árboles de al rededor, no pude ver nada.

¿Qué acababa de pasar?

Decidí irme tras lo sucedido recientemente, así que me dispuse a dejar el libro en el lugar de la estantería al que pertenecía. Pero me fijé en algo, había un hueco vacío y no recordaba que estuviera antes. Que extraño, el libro no estaba. En su lugar había una nota.

Ponía:

"Nos veremos pronto, Mae. Recuerda esto."

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