1: El principio de todo

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Courtney:

Siento como si fuera ayer, cuando veía a mis padres tan enamorados cocinando juntos, bailando al ritmo de las canciones de Barbara Streisand. Recuerdo que llegaba del colegio y un aroma tan familiar a girasoles envolvía mis fosas nasales o incluso los días festivos podía sentir el olor a pavo a la naranja mientras se cocinaba en el horno, pero todo eso de un día a otro se desmoronó.

Recuerdo cuando me despertaba a las 3:00 am, porque sentía sollozos provenientes del dormitorio de al lado, la habitación de mis padres... esa era mi rutina todos los días.

Llegaba de la escuela y podía ver los girasoles de mamá marchitos, me ponía a hacer los deberes, me daba un baño y calentaba las sobras del día anterior, me ponía a ver mis animados favoritos o me ponía a jugar con mis muñecas. Siempre sentía llegar a mi madre a las 23:00 pm con su semblante cansado, con unas visibles ojeras en su hermoso rostro y su tan bonito cabello rubio despeinado. Ella siempre me mandaba a la misma hora: 22: 30 pm para poder contarme algún cuento antes de dormir, y en las noches que tenía alguna pesadilla me cantaba una de mis canciones favoritas de las películas de Barbie, y cada vez que veía como mis párpados cedían ante el sueño siempre me susurraba al oído: «Descansa princesa»

Desde hacía unos años siempre me despertaba a la misma hora... a las 3:00 am, esa era la hora que nombré como: "Mi tortura" ¿saben por qué?

Muy simple, cada noche, cada semana y cada mes esa hora interrumpía mi sueño, sentía los sollozos de ella, por lo que siempre que los sentía cogía en brazos a mi fiel amigo el osito Benny, salía de mi habitación y con sumo cuidado me paraba frente a la puerta de la habitación de mis padres y acercaba mi cabecita a la pequeña rendija de la puerta, mi madre siempre la dejaba un poquito abierta para poder sentir cada vez que mi padre entrase por la puerta principal; y ahí estaba ella como todas las noches, sentada en el muro de la ventana, recostada a la pared llorando y sujetando el marco de la foto familiar que siempre descansaba en su mesita de noche. Preguntándose ¿por qué estaba pasando esto en mi familia? Yo claramente la acompañaba en su sufrimiento, aunque ella no supiese que yo estaba ahí.

Los días para mí eran el mismísimo paraíso, podía salir del ambiente cargado mi casa haciendo que actuase como una chica cualquiera, podía ser la típica niña que no tenía ningún tipo de problema familiar, la niña que montaba bicicleta con los desconocidos en el parque, la niña que cantaba sus canciones favoritas a todo pulmón sin importar lo que la gente pensara.

Un día él me encontró, sí, me refiero a mi salvación, la personita que con tan sólo 6 años de edad llegó a mi vida con un ramo de flores amarillas. Él fue salvando mi vida poco a poco, llegó a mí una tarde, una tarde que me tuve que escapar de mi casa con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, porque ya era demasiado que hasta los fines de semana en los que mis padres podían estar conmigo jugando o ayudándome con los deberes ellos lo tomarán para gritarse. ¿Quién iba a decir que una familia tan unida de la noche a la mañana iba a romperse.

Los días eran una monotonía, no había cambios en mi rutina y todo seguía siendo igual. Salía de la escuela a las 14:00 pm, el autobús me dejaba en la puerta de mi pequeña casita y yo me quedaba mirando por un buen tiempo la puerta de oscura madera, pero no entraba porque me daba miedo, podía ver una nube oscura a través de las ventanas de cristal, me daba tanto miedo esa sombra que me marchaba al parque para poder verlo y así poder olvidar mis miedos.

El tiempo se nos iba volando, nos la pasábamos riéndonos y riéndonos de un lado hacia otro, no era necesario emitir alguna palabra, lo único que me importaba era sentir el sonido de su risa.

Siempre que el Big Ben marcaba las 19:00 pm nos íbamos del parque, yo llegaba a las 19:15 pm a mi hogar, me calentaba las sobras, hacía mis deberes para luego bañarme, y milagrosamente hacía caso omiso a la nube oscura.

Esa noche dormí como siempre a las 3:00 am, lo que me sorprendió fue que no me desperté con el llanto de mamá, si no con sus gritos.
Como siempre al osito Benny y caminé hacia donde me guiaba la voz de mamá, bajé suavemente algunas escaleras y me senté en el cuarto escalón.

—¡Todo esto es tu culpa! —gritó mamá con voz rota—. Estás rompiendo esta familia.

—Ya no aguanto ésto, ya es demasiado —dijo mi padre.

—¿¡Qué!? ¿Qué no aguantas? Porque yo sí te puedo asegurar que estoy cansada de que llegues a altas horas de la madrugada, que llegues con olor a otra mujer, cansada de ver todas las camisas manchadas de lápiz labial —habló mamá—. Eso sí que es agotador.

—¿Sabes porqué? Porque ya no veo igual a esta casa, ni a esta familia —se excusó mi padre, mientras daba vueltas por el pequeño salón con la mano en la cien.

Mi madre se cruzó de brazos ante los actos y gestos de mi padre y le dijo:

—Nuestra hija nos necesita. ¿Es que no ves que ya no es la misma?, ya no es la misma niña alegre. Su profesora me llamó hoy en la tarde para decirme que ya no habla con sus compañeros porque la mayoría le hace bullying ya que casi todas las familias de su grupo saben que tú y yo tenemos problemas en la casa. ¿Es que no ves que nosotros mismos le estamos provocando un gran daño?

Mi padre seguía parado en el medio del salón, ni siquiera estaba prestando atención a lo que mamá le decía. Mi madre se acercó a él y pude ver como ella levantó su mano con la intención de golpearlo. Él en cambio también levantó su mano, no sabría decir si para sujetar la mano de mi mamá o para darle un golpe a esta última.

Sentía como mi pulso se aceleraba, como mi respiración aumentaban y mis manos sudaban. Pero ya había visto, oído y llorado lo suficiente.

—Silencio —pedí con todo mi corazón. Los miré a ambos y me aferré a Benny con mucha fuerza, necesitaba que él fuese mi fuente de apoyo en este momento.

—Cariño, cariño —corrió hacía mí, se arrodilló quedando a mi altura, se secó unas lágrimas y yo con mi pequeña manita le limpié las nuevas lágrimas que anunciaban su salida—. ¿Qué haces despierta? —susurró acariciando mi despeinado cabello rubio.

—Papá y tú no me dejan dormir —murmuré.

—Princesa sube a tu habitación, yo iré mientras preparándote un vaso de leche con chocolate Nesquik.

—Está bien mamá —me besó en la frente, giré sobre mis pies y mientras iba subiendo las escaleras pude llegar a oír:

—Quiero el divorcio.

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N/a

Hellooo 🙋🏻‍♀️ aquí estoy yo subiendo nuevamente esta historia. Si leyeron ya la leyeron en el perfil que perdí se podrán dar cuenta que hay algunos cambios, son pequeños pero a la vez son grandes cambios.

Bueno nada si les gusta me podrían apoyar dejándome un comentario, unao compartiendo con vuestras amistades, con esos pequeños actos me estarían ayudando muchísimo.

Los quiero 🌞
Con cariño:

🦋 -Yuni 🦋

XOXO ♥️♥️

Juntos hasta el final ✓ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora