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Hum... ¿papá? Anne secó el último plato cuadrado, tan fino y a lo gente adinerada que si vivieran en Argentina los Shirley serían chetos -lo cual sí son-,  y lo dejó apilado junto al resto mientras Walter se frotaba las manos en el delantal. 

—¿Quieres dinero? ¿Acaso Gilbert no paga sus citas? lo último lo dijo con una mueca, como quien no quiere que su hija ande en una relación con el muchacho que trabaja consigo.

Anne rió nerviosa, si Walter tan solo supiera...

Meneó la cabeza mientras miraba al piso, todavía le resultaba extraño hablar sobre Gilbert de esa manera, más con su padre. 

—No es eso, pero de alguna forma sí tiene que ver con él —murmuró, apenada. Walter se quitó el delantal de cocina amarillo y lo dejó en la encimera, frunciendo el ceño instantáneamente.

—¿Qué te hizo? 

—¿Eh? ¡No! No me hizo nada, papá. Es solo que... yo... ocurrió algo... —alzó la mirada para demostrar que en un sentido preocupante todo estaba en orden—, pero no es nada realmente malo, créeme. Me preguntaba si podrías contarme más sobre él, lo que sea que sepas. Por alguna razón no quiere hablarme de su pasado, su familia, su vida.

Walter suspiró pesadamente, rascándose la frente al pensar. Odiaba no poder darle a su hija todo lo que ella quería, prácticamente vivía para hacer feliz a Anne, pero este era un caso aparte.

—Lo siento, cariño, pero no creo que mis conocimientos sobre Gilbert sean mayores que los tuyos —admitió con delicadeza y Anne frunció el ceño a modo de respuesta—. Él no me ha hablado al respecto, no lo menciona con nadie. Tampoco es como si nos la pasáramos juntos contándonos infidencias. ¿Me entiendes? Además, no es asunto nuestro; si él no quiere hablar de ciertos temas debemos respetarlo.

Anne asintió, traduciendo esas palabras en su mente: No hablo con tu chico sobre nuestras vidas. Detente con eso y deja que él te lo diga si quiere. 

Claro que Walter no sabía esa clase de cosas del pasado, Gilbert no se las habría contado; uno: porque era su jefe y mancharía su imagen. Su futuro, en parte, se encontraba en manos de ese hombre; y dos: estaba saliendo con su hija. 

Anne ya podía imaginárselo en su mente "Hola, señor Shirley, soy Gilbert, el chico con el que Anne está saliendo. Le cuento un poco de mí: nunca he encajado en ningún lado, tomaba y me drogaba a los quince años y de pequeño planeaba dejar la escuela. Como verá, soy un gran partido para su hija"

Asintió lentamente y sonrió con delicadeza hacia el chico del escenario, impulsándolo a seguir, dándole a entender que allí se quedaría a oír lo que quisiera decirle. Siempre, ahora que la dejaba entrar. 

—Ran in with the law bout a dozen of times —Anne se vio sorprendida, pero Gilbert se apresuró a añadir:—. Nothing too bad, just a few suburban crimes still.

Ambos oprimieron lo que pareció ser una risa, aliviados. Ella de saberlo y él por su cara.

—Eso es, Blythe, ya vas aprendiendo —le gritó Evan, por encima del sonido del aerosol. Cuando Gilbert terminó, ambos apreciaron lo que el último había creado. 

No tenía sentido, parecía ser un palo de hockey, pero en lugar de simular la madera había una especie de alambres de púas -tampoco tan perfectos, pero se entendía- que llegaba hasta abajo convirtiéndose en un garabato.

—Bueno... el arte es subjetivo —opinó Amberly, una rubia, de la cual bajo la tenue luz de la luna no podía apreciarse su rostro redondo—. Pero bien hecho, Blythe —le sonrió tiernamente, haciendo jugar un aerosol amarillo entre sus manos—. Vamos, Dev está con Rick tras los vagones de la vía. 

ALONE; Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora