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— Arriba. Nos vamos.

Abrí con pesadez los ojos y los fije en la persona frente a mí. No sabía cuánto tiempo había dormido o qué hora era, pero ahí estábamos nuevamente, con Golzine a los pies de mi cama mirándome.

— Vístete. Tienes una camiseta a tu lado, junto a tus pantalones — una pequeña risa se escapó de mis labios antes de que pudiera retenerla.

— ¿Ponerme ropa para ir hacia mi muerte? No, gracias. ¿O es porque quieres volver a romperla? Porque, aunque a ti te sobre el dinero para ello, estoy segura de que mucha gente mataría por esa estúpida camiseta como para que solo la uses para alimentar tus juegos de enfermo.

— Tiene gracia que digas eso ahora teniendo en cuenta que ayer no parecías quejarte mucho mientras rompía la tuya.

Me quedé muda. Él esbozó una pequeña sonrisa de superioridad mientras encendía un cigarrillo y lo apoyaba entre sus labios. No necesité que me diera otro aviso para decidirme por ponerme la maldita ropa. Cada una de mis palabras y acciones podían condicionar el futuro de Eiji, así que tenía que esforzarme por parecer conforme con la situación para protegerle, por muy repulsivo que me resultara.

Descubrí que mis manos ya no continuaban atadas, por lo que estiré una de ellas para coger el vaquero y ponérmelo por debajo de la manta. Iba a callarme y a ser obediente, pero el hecho de taparme un poco de su mirada inquisidora no hacía daño a nadie y me ayudaba a sentirme menos vulnerable. Me aseguré de comprobar que la cuchilla seguía en el bolsillo interior, aliviada de que hubiese pasado desapercibida. 

Me puse el sujetador y la camiseta antes de apartar la manta e incorporarme con cuidado. Todo mi cuerpo dolía de manera sobrehumana y los cortes que la noche anterior me había permitido ignorar por la adrenalina ardían como el mismísimo infierno.

Me puse en pie y comencé a seguirle. No se molestó en atarme las manos de nuevo. Aunque desconocía la existencia de mi arma, sabía que nada me impedía darle un golpe seco en la nuca que lo dejara inconsciente un par de horas o intentar estrangularle de la misma manera que sabía que, en caso de que decidiera atacarle, un pelotón entero de sus subordinados me mataría segundos después. No era tonta, y el que se hubiera dado cuenta jugaba a su favor. Debía esperar al momento perfecto, ese en el que pudiera utilizar mi ventaja para librarme y huir junto a Eiji.

Pronto llegamos a una especie de sótano en el que volvieron a restringir mi movilidad, solo que esta vez con una cadena. Unas pocas personas llegaron y se aseguraron de dejarme fija a una de las columnas del lugar antes de irse. Una vez estuve sola, comencé a inspeccionar la tira de metal que me mantenía sujeta en busca de alguna zona vulnerable a la que dirigir mi cuchilla para liberarme en caso de necesitarlo. Tras varios minutos, conseguí dar con una anilla algo oxidada que probablemente fuera capaz de romper con un buen golpe. Intenté disimular mi emoción, por si acaso me vigilaban con cámaras. Por primera vez desde que me habían traído tenía una pequeña esperanza de escape, y pensaba aferrarme a ella todo lo posible para mantenerme cuerda.

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Me desperté sobresaltada al oír la puerta abrirse abruptamente. Por ella entró Golzine, seguido de algunos de sus subordinados. Ellos llevaban a rastras a Ash, Max e Ibe, quienes se encontraban inconscientes. Sentí como la rabia se apoderaba de mí por su estado y me mordí con fuerza el interior de la mejilla, en un intento por reprimir mis ganas de sacar mi arma y matarlos a todos.

— ¡Ash! ¿¡Qué les habéis hecho!?

— Tranquila, guapa. Solo están dormidos. 

Me relajé ligeramente al oír eso, aunque pronto me volví a tensar al ver como los ataban. A Ibe y a Max los habían recluido contra una columna como a mí, mientras que a Ash le habían puesto grilletes en las muñecas y ataron las cadenas a un par de columnas, obligándolo a mantenerse de pie con los brazos en alto.

— No deberían tardar mucho en despertarse. Si tienes suerte, es posible que incluso puedas hablar con tu amado antes de que empiece la tortura y veas como se convierte en un monstruo. Estoy seguro de lo maravillosa que va a ser tu cara cuando eso pase. Cuando te des cuenta de quién es en realidad y con qué clase de gente te has involucrado. Jack podría ser un mafioso, pero era todo un buenazo. Tendrías que haberle visto segundos antes de morir, repitiendo que la investigación era solo suya y rogando que nos os hiciéramos daño. No sé que clase de cosas le harías para que te tuviera tanto cariño y pensara en ti hasta en sus últimos momentos.

— ¡Cállate! — me removí desesperada mientras mi garganta empezaba a arder. 

Oírle hablar así de él, admitir que lo había matado y que insinuara que era una persona tan despreciable como él, capaz de utilizar a simples niños como objetos sexuales, me había enfadado de tal manera que poco a poco estaba perdiendo el control sobre mis acciones. Me llevé una mano al pantalón, impaciente por clavarle mi arma en medio del pecho.

— Yo de ti no lo haría. ¿En serio crees que no había visto que tienes un cuchillo? — dejé de moverme para mirarle atónita — Lo admito, hiciste un buen trabajo escondiéndola. Tardé lo mío en encontrarla, pero, por muy buena que fuera la idea del bolsillo interior, no puedes cambiar las leyes de la física e impedir que una pernera pese más que la otra. Ambos sabemos lo que pasara si usas eso ahora, así que sé inteligente y guárdatela para un momento en el que sirva para darnos un buen espectáculo — sin añadir nada más, salió de la sala, dejándome enfadada y confundida a partes iguales.

Me obligué a mi misma a calmarme en cuanto no lo tuve delante. Una vez estuve más relajada, pude percibir el sabor a sangre que llevaba unos cuantos minutos presente. Palpé con la lengua el interior de mi mejilla, observando como la pequeña mordida se había convertido en una profunda herida. Respiré hondo y me paré a analizar sus palabras. Si sabía que tenía la cuchilla, ¿por qué no me la había quitado? 

Sacudí la cabeza, tratando de olvidarme por completo de Golzine, y me concentré en la imagen frente a mí. Ash no parecía malherido, de hecho, estaba vestido con un formal traje, muy bien peinado y con unos pendientes del color de sus ojos que estaba segura de que valían más que mi vida. Max e Ibe también llevaban trajes y estaban en perfecto estado. Me permití suspirar de alivio al ver que era la única dañada, rezando por que Eiji estuviese igual que ellos. 

Miré en todas direcciones al instante. ¿Dónde estaba Eiji? Se suponía que debería estar aquí con nosotros, ¿no? El miedo a que lo hubieran matado me invadió y volví a removerme inquieta, notando que Shorter tampoco se encontraba en la sala. 

Respiré hondo para volver a relajarme. Golzine no los mataría sin más, no sabiendo lo que significan para Ash. Un miedo completamente distinto volvió a apoderarse de mí y dirigí mi vista al rubio, empezando a unir los hilos. Estaba claro que el hecho de que Ash estuviera retenido de esa forma, que yo conservara mi arma y la desaparición de esos dos estaban conectadas, aunque desconocía de qué manera.

— No deberían tardar mucho en despertarse. Si tienes suerte, es posible que incluso puedas hablar con tu amado antes de que empiece la tortura y veas como se convierte en un monstruo. Estoy seguro de lo maravillosa que va a ser tu cara cuando eso pase. Cuando te des cuenta de quién es en realidad y con qué clase de gente te has involucrado

¿Qué estás planeando, Golzine?


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Holaaaa.

Probablemente muchos ya lo visteis, puesto que lo publiqué en mi tablón, pero este lunes me dieron el alta en el psicólogo :)). Gracias a todos por todo lo que habéis hecho por mí y por animarme a seguir, sois los mejores <3. Espero que tengáis un buen día/noche y que os gustara el cap. Os quiero mucho <3.

Bai <3.

𝕄𝕚 𝕣𝕦𝕓𝕚𝕠 (Ash x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora