𝐕. 𝖼𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈

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CAPITULO 5

FIESTA DE YULE

El día 25 de diciembre era considerado un día de fiesta cristiana, como el nacimiento del salvador Jesús de Nazaret, dicho así por la Iglesia Católica hoy en día.

Se consideraba una fiesta en la que reunirse con la familia para cenar e intercambiar regalos el mismo día.

En muchos países católicos lo celebraban el día 24, siendo el día siguiente la navidad, día de dar regalos a los familiares y amigos.

Esos días eran los días más favorables para las empresas, pues se dedicaban al negocio de la venta.

Anteriormente, en las religiones paganas, la fiesta de Yule tenía su origen en la Escandinavia precristiana, pero muchas culturas fueron resucitando las festividades de Yule.

Actualmente en la cultura neopagana, esta celebración ha sido reconstruida en muy variados grupos, como en el caso de la Religión Ásatrú con doce días de celebraciones; y en la Religión Wicca, que algunos aplican una forma de celebrar estas fiestas a través de ocho días solares festivos, llamados comúnmente "Sabbats de la rueda anular". Las fiestas de Yule se celebran en el solsticio de invierno: en el hemisferio norte, cerca del 21 de diciembre y en el hemisferio sur, alrededor del 21 de junio.

El mundo mágico de Bretaña, sin embargo lo celebra desde el 21 hasta el día 2 de enero. En algunos casos se celebra doce días, pero eso es dependiendo de cada quien y cada situación.

Los rituales que se suelen hacer en Yule son variados y por desgracia, prohibidos por el ministerio de magia, tras asegurar que cualquier ritual de cualquier tipo, es magia oscura. Eso a Harrison le traía sin cuidado, pues ya había hecho varios rituales, en los que se podría considerar la magia oscura como método de hacerlos, pues a veces, incluía sangre.

En los de Yule eran: encender el leño de Yule, del año anterior y hacerlo arder por doce horas. Después se esparcían las cenizas por los campos para hacerlos fértiles, lo que en vez de campos, lo usaría para los invernaderos.

También estaba la decoración de las viviendas con muérdago, por ser el que crece en el roble.

Mantener una vigilia nocturna para esperar el sol; apagar todas las luces y prenderlas una a una por frotación (aunque ese en el mundo mágico no solía utilizarse muy a menudo); dejar una vela encendida en la ventana; ir de wassail por el pueblo; colgar figuras de madera en la puerta de la vivienda como la Cabra Yule, etc.

El Castillo Peverell estaba siendo decorado según las tradiciones y se seguiría los rituales en él, pesara a quien le pesara, pues como había sido educado Harrison en seguir las viejas formas de sus antepasados, así haría él y educaría a sus hijos así, cuando los tuviere.

El Castillo entero estaba en un frenesí de anticipación ante toda la gente que vendría, séase todos los aliados del joven Lord, incluyendo a enviados gobblin, que desde hace ni siquiera sabían cuánto tiempo, habían sido invitados a una fiesta tal, por los humanos.

Harrison era completamente distinto a las expectativas que podrían tener sobre él, pues no dudaba en hablar con el respeto y la igualdad a otro Lord o gobblin, mientras que éstos reconocían a Harrison como otro igual.

Trataba a sus enemigos con furia y frialdad, pues no se merecían otra cosa, así como no tendría jamás piedad con aquellos que le faltaran el respeto o lo atacaran.

Las doscientas habitaciones, mazmorras, torres y terrenos fueron siendo adornados, elfos domésticos trabajaban a destajo, pero en cambio Harrison les pidió que comieran todos juntos en ese día de celebraciones, tomándose el descanso merecido que tenían ganado, por servir con tanta diligencia a la Casa Peverell.

Harrison PeverellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora