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Dice que si cierras fuertemente tus ojos puedes ver lo que mas deseas.

Pues déjame decirte que no se si estoy en medio de un sueño, solo se que estoy acorralada contra una pared, mí pecho es oprimido contra ella, uso mis manos como apoyo para que mí rostro no choque contra esa jodida pared y él, él está justo detrás de mí, tomando mí cabello con una leve presión mientras su otra mano está firmemente en mí cintura.

Sus besos en mí cuello me hacen jadear y mí corazón se acelera cuando me susurra al oído:
- Esta vez no voy a ser frágil -.

Y créeme que realmente no quería que lo fuera, quería que me tomará en ese instante y me llevara a limites que yo no conocía.

Sus astutas manos rápidamente se encargaron de mí ropa y sentí como su sonrisa crecía en su rostro mientras una vez se acerca a mí oído y vuelve a susurrar:
- De encaje, mí favorito -.

Su tono de voz tan seductor logra desarmar cada pedazo de mí en segundos, toda la valentía que había reunido antes de llegar aquí poco a poco iba dejando mí cuerpo y en su reemplazo dejaba un temblor en mis piernas, los besos en mí cuello me estaban llevando a directo a la locura y todo en mí dejó de funcionar cuando una de sus manos se posicionó en ese pequeño punto sensible que se encuentra entre mis piernas y comenzó a masajearlo ganándose mis mas suaves gemidos.

Gemidos que se mezclaron con jadeos cuando su otra mano realizó una leve presión en mis senos, la sensación era exquisita, placentera y eso sin contar cuando sus dedos se abrieron paso entre los pliegues húmedos de mí sexo y ahí aceleró el ritmo de sus movimientos.

Tuve que morder mí labio inferior para evitar gritar de placer.

Sabía que no iba a poder aguantar por mucho tiempo, así que me entregué completamente a mí sabroso destino soltando un sonoro gemido de satisfacción.

La habitación quedó en silencio, lo único que se escuchaba era mí respiración irregular, mis piernas temblaban a tal punto que sentí que en cualquier instante caería, mis manos seguían aferradas a esa bendita pared que había ahogado cada sonido que dejaba mis labios y la hermosa sensación que sentí cuando los brazos de él me aferraron con fuerza y me pegó a su cuerpo.

La noche apenas comenzaba, de eso estaba segura, sonreí mientras humedecía mis labios y giré para poder verlo a la cara, una sonrisa de satisfacción y lujuria adornaba su bello rostro dejando ver los preciosos oyuelos que poseían sus mejillas, una vez mas volví a ser valiente.

- ¿Eso es todo lo que tienes? - pregunté en un tono decidido y seductor.

Él río por lo bajo mientras pasaba su pulgar por su apetitoso labio inferior, sus ojos volvieron a los míos, se acercó aun mas a mí, una vez mas me acorraló, pero mí seguridad esta vez no se esfumó, él acercó su rostro al mío y nuestros labios rozaron.

- Pídeme que te muestre mas entonces - susurró sobre mis labios.

Y entonces atrapé sus labios entre los míos en un beso profundo, necesitado y salvaje, apenas me separé unos milímetros de sus labios para susurrarle de la misma manera.

- Muéstrame mas, por favor -.

Un tono dulce e inocente que ocultaba todas las ansias que sentía fue lo que bastó para hacerlo enloquecer, a tal punto que me levantó con tanta facilidad que yo solo pude envolver mis piernas alrededor de él, sus labios buscaron los míos desesperadamente y cuando los encontró beso de ellos con la misma desesperación.

Poco a poco el calor que se sentía en el aire era asfixiante pero placentero, peligrosamente placentero.

Los jadeos de desesperación no se hicieron esperar, en un movimiento rápido me encontraba contra el colchón de la cama, ese mismo colchón que fue el único testigo de aquella maravillosa noche donde me había entregado completamente a él.

Los susurros de esa noche vinieron una vez mas a mí como el recuerdo de la mejor película jamas contada, pero ese recuerdo se perdió totalmente cuando él se posicionó arrodillado entre mis piernas, su sonrisa seguía intacta y en un parpadeo un gemido de sorpresa dejó mis labios ante su brusca penetración.

Su mirada hambrienta me hipnotizo y cada movimiento por parte de él, eran recompensados por los mas finos suspiros de anhelo que yo le brindaba.

En un momento conecté mis ojos en él y una sensación especial me abrazó el corazón, pues verlo a él, ahí con sus ojos cerrados y los labios entreabiertos soltando suaves gruñidos de placer, para mí era el mejor poema que algún día escribiría.

DOLCE PECCATO +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora