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No saben la sensación que sentí esta noche, la sonrisa en mis labios aun no desaparece y créeme, dudo mucho que desaparezca, pues escribo esto mientras de reojo observo al chico que amo, dormido tranquilamente sobre su cama, sus manos aun se encuentran atadas a la cabecera de su cama, sus piernas ya están sueltas y su cuerpo apenas es cubierto por una sábana delgada.

¿Pensaste que todo era tierno y color de rosas?, Pues te equivocaste.

Quise darle una sorpresa y vine a visitarlo dos días antes de lo que acostumbramos, como tenía la llave del departamento no me preocupé al entrar, cuando entré, él estaba dormido, até sus manos y pies, no tuve problemas en desvestirlo ya que él dormía con tan solo el bóxer.

Yo quite mí ropa hasta quedar con un hermoso conjunto de lencería rojo.

Sonreí y me pare frente a la cama y ahí lo desperté.

Cuando despertó me miró confundido, luego su vista pasó por sus manos y pies hasta volver a dejarla en mí, me miró fijamente como tratando de atar cabos y a los pocos segundos sonrió.

- Es tan injusto - dijo él sin dejar de sonreír.

Me subí a la cama y me deslicé sobre él hasta dejar mí rostro a centímetros del suyo.

- ¿ Que es tan injusto? - susurré sobre sus labios aun sabiendo la respuesta.

Él tragó fuerte y posando su vista en mis labios susurró:
- Que seas tú la que me estés haciendo todo lo que exactamente yo he deseado hacer contigo desde un inicio - .

En un ágil movimiento sus labios se apoderaron de los míos y mordió levemente mí labio inferior hasta causar una pequeña herida en él.

Cuando me separé de él pasé mí lengua por mí labio inferior y lo observé nuevamente, conecté mis ojos en los suyos.

- Mordidas - susurré sobre sus labios. - Que interesante -.

Volví a besar sus labios compartiendo en ese beso toda la lujuria que deseaba consumir, poco a poco comencé a bajar mis labios dejando un camino de besos hasta su cuello donde comencé a succionar su piel dejando un leve enrojecimiento, sus suspiros me alentaban y un gemido salió de él cuando dejé una pequeña mordida aun en su cuello.

Tu escogiste tu propio castigo, cariño.

Comencé a dejar pequeñas mordidas por todo su cuerpo, su respiración era irregular y yo mas que nadie sabía como lo estaba disfrutando, sus ojos estaban cerrados con fuerza y de sus hermosos labios brotaban jadeos, con cada mordida nueva él mordía su labio para evitar hacer ruidos.

Oh cariño, no te imaginas como muero por ser yo quien muerda ese labio.

Comencé a besar suavemente cada zona que fue afectada por mis mordidas, sus suspiros volvieron a hacerse presentes y comenzó a moverse inquieto, sabía que él moría por tocarme, por poseerme a su antojo en ese momento, sabía que si sus manos estuvieran sueltas me hubiera tomado desde hace mucho.

Deslicé su bóxer hasta donde pude, pues las ataduras en sus pies me impedían quitárselo, una vez mas volví a colocarme sobre él y comencé a rozar nuestras entrepiernas.

- Amor, por favor -.

Una corriente electrizante recorrió mí cuerpo, bese sus labios con muchas mas ansias y mientras me deslizaba sobre su longitud un sonoro gemido dejó nuestros labios y con una chispa electrizante comencé a cumplir mí propósito.

- Mírame - dije su nombre. - Quiero que mires como soy YO la que cumple la fantasía que tu planeabas hacer -.

Sus ojos lentamente se abrieron y pude perderme en su profunda mirada.

Él arqueó nuevamente la espalda y comenzó a mover su cadera en sincronía con mis movimientos, el sonido de nuestros cuerpos chocando me enloquecía y ambos dejamos que el placer nos abrazara hasta hacernos llegar a la cima de el, jadeando de satisfacción.

Caí sobre su pecho, mis ojos se sentían pesados pero no quería dormirme, quería contemplar de él unos minutos mas.

- Te Amo - ese susurro dejó sus labios mientras lentamente comenzaba a dormirse, una sonrisa enamorada se posó en mis labios y cuando su respiración fue calma, pude levantarme para poder inmortalizar ese momento tan perfecto en un nuevo escrito.

DOLCE PECCATO +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora