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En aquella gran casa que se encontraba en lo más profundo del oscuro bosque, aquel vampiro vivía pacíficamente, este tenía por nombre San, uno de los integrantes y futuro líder del Clan Choi. Nadie lo molestaba, solo era él y la naturaleza, en ese lugar también habitaban híbridos cambia forma, pero ninguno interrumpía su tranquilidad y estaba agradecido de que aquellos seres le temieran.
Pero no vio venir que aquella soledad duraría por muy poco tiempo, ya que un zorrito travieso llamado Wooyoung rompería aquellas barreras.
¿Cómo conoció al zorrito?
Esa vez San había salido de su casa ya que había escuchado algunos ruidos en su territorio, así que fue en busca del que estuviera interrumpiendo su hogar, al salir a la puerta vio algunos arbustos moverse, así que vería de quien se trataba desde el cielo, en menos de dos segundos se había transformado en un pequeño murciélago de ojos dorados, empezó a volar hasta que llegó arriba del arbusto, viendo como se asomaba una peluda y esponjosa cola naranja con la punta blanca. Empezó a acercarse lentamente y aquel ser esponjoso salió de su escondite, saltando tratando de atraparlo con sus patitas.
"Mierda, casi me atrapa y mordía mi ala... "—San empezó a alejarse.
El pequeño murciélago empezó a volar huyendo de aquel pequeño zorro travieso que se divertía saltando y persiguiéndolo por todo el lugar.
"Tendré que volver a mi forma normal y atrapar a ese animal" —pensó San volando lo más lejos posible y en el momento volvió a su forma de vampiro.
Sintió que mordían sus pantalones y escuchaba pequeños gruñiditos, bajó su vista encontrándose con el zorrito mordiendo suavemente su pierna.
—Detente deja de morderme... —trato de zafarse del agarre del zorrito. —Suéltame cosa esponjosa y pulgosa...—escuchó como aquel animalito le gruño más fuerte. San se inclinó y tomó entre sus manos al pequeño zorrito, alzándolo, el animalito solo le gruñía y se removía tratando de escapar.
Pero de un momento a otro el zorrito se transformó en un precioso chico de cabello naranja, ojos color miel con unas puntiagudas orejas que sobresalían de su cabeza, San ya no tenía en sus manos a un esponjoso zorro, ahora en su lugar estaba aquel chiquillo que lo veía de manera amenazante, así que lentamente lo bajo hasta que los pies de este tocaron el suelo.
—Señor, yo no soy una cosa pulgosa, soy un precioso zorrito. —el chico se cruzó de brazos viendo de forma enojada al vampiro. —Anciano aburrido y gruñón. —
San levanto la ceja, sin creer lo que había escuchado, aquel chiquillo le había contestado mal.
—Niño irrespetuoso, primero entras sin permiso a mi territorio y luego me insultas. —bufó molesto.
—Se ve tan sexy cuando se enoja señor vampiro. —el pelinaranja sonrió de lado.
