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San había salido de la mansión de los Choi, estaba emocionado, hoy vería a su pareja, ellos siempre escapaban y se encontraban en un bosque que estába alejado de los dos clanes, pero esta vez San planeó ir a un lugar diferente.
Con una sonrisa en sus rosados labios llegó al lugar de encuentro, viendo a aquel precioso lobo de cabellos rubios y orejitas negras, la apariencia del lobo de Wooyoung era diferente a los demás.
—Hola bebé… —San de acercó y acaricio las orejas del lobito, escuchando como este ronroneaba. —Ya puedas transformarte precioso, nesecito abrazarte y besarte. —
El vampiro vio como el lobito se alejó un poco, transformadose por completo.
—Uh… al menos mi vestuario esta intacto. —le sonrió con ternura al pálido. —Hola San… —
—Te ves precioso… —dejó un suave beso en los labios de su pareja.
—G-gracias, tú también te ves muy guapo… pero no se la razón por la cual dijiste que viniera con ropa formal. —Wooyoung llevaba una camisa manga larga de color blanco un pantalón negro, su cabello negro estaba partidor en dos y aquel mullet rubio resaltaba.
San tampoco se quedaba atrás, llevaba un traje completo de color negro, camisa blanca y su cabello violeta peinado hacia atrás.
—Es una sorpresa, vamos… —tomó la manito de Wooyoung y empezó a guiarlo.
Wooyoung estaba confundido ya que no sabía hacia dónde iban, esta vez era un lugar diferente, ya que siempre se encontraban en el bosque, pero ahora aquel lugar era una especie de pueblo abandonado, nunca supo de ese sitio, pero sólo se dejó guiar por su pareja, aunque la curiosidad lo carcomia.
—San ¿Que es este lugar? —Preguntó cuando estaba frente una construcción muy antigua y de grandes puertas.
—Uhm… alguien me dijo que en este lugar algunas parejas se unen para siempre… —San se veía emocionado. —No es una iglesia o algo así, solo es un sitio para que las almas que se aman se entrelazan y también en donde puedes casarte. —
— ¿C-casarnos…? —preguntó confundido.
—Sí, casarnos… ¿aceptas? —
—S-san... ¡estas loco! —
— ¿eh? Si te molestó, l-lo siento mucho Woonie… —habló con un tono triste.
—Pero yo estoy aún más loco por aceptar esto… —dio una risita. —Claro que acepto… —
—Por los cielos me asustaste, casi me hechaba a llorar. —
—Vamos, antes de que me arrepienta. —bromeó.
San asintió y abrió las puertas, al entrar todo estaba totalmente adornado con rosas blancas, en el suelo habían pétalos esparcidos, los hermosos vitrales iluminaban el lugar.
