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En el pasado los lobos y vampiros eran los peores enemigos por naturaleza, pero debido a esa enemistad los dos clanes habían perdido varios de los suyos, así que quisieron forjar una promesa de paz para evitar más muertes y que cada uno viviera en tranquilidad por su lado.
Por eso el líder del Clan Jeong de Lobos y el líder del Clan Choi de Vampiros estaban reunidos en aquel lugar, por primera vez las dos especies estaban juntas y aquello muchos pensaron que era difícil de verlo, pero nada era imposible.
Ambos líderes firmaban aquel acuerdo, una de aquellas principales reglas era que los vampiros y los lobos no se mezclarían de nuevo, estaba totalmente prohibido tener romances o amistades dentro de los clanes, eso era para evitar problemas, así que aquello fue firmado.
En ese momento un joven vampiro había llegado tarde a la reunión, sabía que su padre lo reprendería ya que este era el líder del clan choi. Con sigilo se coló entre todos los que estaban ahí y se sentó en el lugar que le correspondía, su hermano mayor Min-ho lo reprendió y el menor solo se disculpo.
El vampiro de cabello violeta tenía veintiocho años, aún no era inmortal, ya que eso era realizado cuando tomaban la sangre de un lobo y ahora eso era imposible debido al contrato, aunque sus dos hermanos Min-ho y Jongho si eran inmortales.
El pelivioleta con aburrimiento escaneo todo el lugar, hasta que su vista fue a dar al otro lado en donde estaban sentados los lobos, sabía que no debió fijar sus ojos en ese lugar.
Porque en ese momento lo vio, aquel ser hermoso que emanaba luz y felicidad.
Aquel chico de cabello negro contrastado con un mullet rubio, este estaba sentado junto al futuro jefe del clan Jeong, por lo que sabía el hijo mayor se llamaba Yunho, pero a aquel chiquillo de apariencia tierna nunca lo había visto, dedujo que era el hijo menor del jefe de los lobos.
En un límite de segundos sus miradas se cruzaron, sintieron que el tiempo se detuvo, que sólo eran ellos dos, sus vistas parecía un imán que no dejaban de ver al otro.
Entonces el lobo sonrió y el vampiro supo que estaba totalmente perdido en aquella dulce sonrisa, se había sentido vivo por un momento y sabía que aquello era imposible, entonces él también le devolvió la sonrisa.
Aquel lobito al ver la sonrisa de aquel lindo vampiro sintió su corazón latir con insistencia, en sus cortos veinticuatro años no había sentido aquella sensación de calidez, pero sabía que aquello no tenía que suceder, debía ignorar todo lo que sintió al ver al pálido.
Pero cuando te enamoras, ignorar lo que sientes es imposible.
