El rechazo

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Simplemente no podía asimilar el momento en que su vida se volvió un desastre. Y es que inocentemente esperaba que haber muerto para detener a Voldemort fuera el catalizador para encaminar toda la ruina que había tenido durante 17 años. Sin embargo, ahora con casi 28 años, puede decir que nunca se sintió tan angustiado y perdido como ahora.

Los gritos de los medimagos y sanadores resuenan al compás del llanto de su hija, su pequeña y hermosa Lily, llora desconsolada mientras hechizo tras hechizo estabilizan su pequeño cuerpo. Sabe que cuando el sanador Jhonson venga hablarle sobre su estado de salud, utilizara las mismas frases que ya conoce, "estamos haciendo todo lo que podemos señor Potter", "Lily es toda una guerrera como su padre, no se preocupe", "ya vera que todo saldrá bien Señor Potter".

Se arrancará el pelo si alguien vuelve a él, con su exultante estado de ánimo y su pleitesía de mierda. Jura que hechizará al siguiente medimago que con una sonrisa, y una mano en el hombro le diga que todo saldrá bien con su pequeña, porque simplemente no tienen los huevos puestos para decirle al vencedor de Voldemort, y Jefe de Aurores que no tiene ni puta idea de que más hacer por su hija.

Y es que espera milagrosamente que alguno de esos viejos sanadores agite su varita sobre su hija y le diga que ya, que todo esta arreglado, que se puede ir para su casa a manejar aquel otro infierno que lo espera allí.

Pero parece que incluso la magia se queda corta con las cosas más importantes. Ningún movimiento de varita parece arreglar lo que esta mal con su hija, nadie sabe decirle que es lo que ha pasado además de lo obvio, para que las cosas estén yendo tan mal.

Entiende que no fue el embarazo ideal, y no por falta de oportunidad, fue que Ginny no deseaba otro hijo y sin embargo nunca menciono nada ni a él su marido, ni a nadie de su familia, hasta que todo aquello que escondió tan bien, los constantes llantos, la ira errática, los dolores de cabeza, las náuseas que no desaparecían y el rechazo de su propio cuerpo y magia la arrincono a tener un riesgo inminente de aborto, para lo cual la recomendación fue reposo absoluto hasta completar la edad gestacional idónea para el parto.

Harry intento estar para ella, acompañarla en el proceso sin embargo su propio trabajo, sus responsabilidades y otros 2 bebés de 4 y 2 años, no le dejaban mucho tiempo para ella. Después de todo no le dio tanta importancia, solo era estar en la cama y disfrutar las comidas y atenciones de Molly su madre, que prácticamente se había mudado de la madriguera para estar más cerca de Ginny.

Amarga sorpresa fue que aun con todas las medidas, con todos los cuidados y reposo, su pequeña Lily nació prematura, a las 33 +2 semanas de gestación, un patronus entro de improvisto a su oficina en medio de un proceso disciplinario con un nuevo recluta, Ginny acababa de presentar un cólico muy fuerte junto a un sangrado vaginal, por lo que la llevaron al Hospital San Mungo, honestamente no recuerda que hizo en un lapso comprendido entre ese angustiante mensaje y la salida de la partera anunciando que habíamos tenido una hermosa niña, que se encontraba en evaluación por su prematurez junto al mejor equipo de medimagos que el hospital podía ofrecer.

Allí pensó que las horribles horas de sufrimiento en esa salita privada del hospital habían acabado, si sabía que Lily había nacido antes de lo ideal pero tal como el sanador se apresuró a explicar no era una prematura grave o extrema, con un buen manejo y la adecuada maduración de sus pulmones, en unos días podrían llevarla a casa.

Entro como el padre más feliz y dichoso sobre la tierra al cuarto de Ginny, esperaba besarla decir cuan bendecido se sentía por su familia. Después de años soledad una gran familia fue todo lo que siempre soñó.

Aunque rápidamente aquella alegría murió frente a sus ojos, Ginny no quiso salir de la cama, su llanto era tan fuerte que nada parecía calmarlo, algunos sanadores pensaron que era que se sentía mal por el nacimiento de su bebé y estar alejada de ella. Así que gozando de todos los beneficios que le confería ser la señora Potter, le llevaron a su bebé rodeada de un equipo de sanadores que sostenía a su alrededor diferentes salas mágicas para ayudar a la adaptación neonatal. Esperaban una hermosa imagen de una madre y su hija en su primer encuentro, todos estaban listos para ayudar en la primera lactancia pese a no ser primeriza. Sin embargo, un sin sabor quedo en todos los presentes en la habitación cuando el llanto de Ginny paso a ser gritos de dolor a penas ver a su hija, el movimiento iracundo de su cuerpo como si estuviera lista para huir si se atrevían acercarla más, junto a las palabras que destruyeron toda esperanza, "no quiero verla".

Intentaron ayudar a Ginny aceptar a su hija, determinaron que era una pequeñez debido al estrés de las últimas semanas, nadie quería comentar la obviedad, no querían inculparla por rechazar a la recién nacida.

Aun así, fue el tiempo el que dicto la premura de la unión madre-hija, pues necesitaban en palabras de los medimagos "comprobar la permeabilidad de la vía oral en la lactancia", lucharon, rogaron, suplicaron los medimagos, las sanadoras, los Weasley y el propio Harry para que Ginny la alimentara, o al menos la mirara y cargara, pero lamentablemente tuvieron que desistir. Lily presento un letargo prolongado, su azúcar había bajado tanto que necesitaban corregir prontamente la hipoglicemia así que la alimentaron con una formula especial para prematuros pero sumándose a las malas noticias de aquel día Lily no lo tolero. Intentaron diferentes preparados, incluso le dieron leche materna de otra mujer que había tenido bebé ese día.

Todas y cada una de las veces lo vomito, las pociones nutricionales poco podían hacer nada más que sostenerla porque incluso estas si eran administradas por un tetero las rechazaba, así que empezaron una rutina infernal donde cada comida era un suplicio, la única alternativa hasta el momento medianamente viable era administrarlas mágicamente hasta su estómago, aunque esto podía ser bastante malo a largo plazo según los doctores. Nunca lograron que Ginny la pegará al pecho, ni siquiera pudieron probar si lo hubiera tolerado.

No importa de dónde fuera el sanador, no importaba lo experimentado con bebés mágicos prematuros que fuera, ninguno podía hacer mucho por su hijita. Que seguía llorando lejos de sus brazos en una cama especial recubierta de salas y runas que apenas lograba mantenerla caliente, que por poco la mantiene estable al imitar el estado intrauterino, mientras completaba sus semanas de vida.

Era difícil sobrellevarlo y más aceptar que el llanto se volvió parte de su vida, cada que estaba en el cuarto de San Mungo con su hija, cada que llegaba a casa a intentar y fracasar dormir, cada que iba a la madriguera a recoger a James y Albus, cada que algún Weasley prefería darle la espalda que decirle como estaba Ginny.

Su vida se caía a pedazos y nada parecía mejorar.

Sus pequeños hijos ya no reían cuando lo veían, en esos escasos minutos entre recogerlos e irse a la cama.

Sus amigos ya no lo acompañaban, ni podía llamarlos cuando sentía que la vida pesaba más de lo que soportaba.

Ron estaba negado con respecto a su hermana, la ultima vez que lo vio le grito que era su culpa lo que pasaba con su hermana y sobrina.

Hermione no quería empezar una pelea con su pareja, ni estar en contra de su familia por ley.

Molly y Arthur no querían ponerse de su lado debido a que era su hija la que estaba en medio, no importaba cuan decepcionados estuvieran de la clase de madre que era Ginny.

Neville, Luna, Seamus, Dean tenían sus propias vidas, y aunque todos ocasionalmente le mandaban una carta o sus saludos no era suficiente para alejar la soledad que empezaba a consumirlo.

Nada parecía ser suficiente, últimamente.


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Holas, este es mi primer fic Drarry. Amo absolutamente esta OTP y espero escribir algo que lo demuestre.

Y como siempre digo votar y comentar también es amor. 


El dragón de LilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora