El prístino consultorio parecía sofocante por la densa magia que salía a oleadas de los dos magos que se miraban fijamente. Desafiando al otro a romper el silencio en el que habían caído desde que Potter haciendo alarde de su falta de modales tuvo que apropiarse del lugar.
Los dedos que tamborilean el roble pulido de su escritorio, es por demás estresante pero que lo parta un rayo si se va a dejar intimidar por la actitud "auror malo" de Potter. Que ya no fuera el escuálido chiquillo cara rajada vencedor del mal, no lo exime de guardar la mínima cortesía al asaltar el lugar de trabajo de otras personas.
–¿Y bien, no tienes nada que decirme Malfoy? – mencionó con desprecio mirando al rubio y esperando una explicación que sentía merecía.
Una ceja levantada fue la única respuesta por unos minutos. –Teniendo en cuenta que ni siquiera, se porque tengo al distinguido jefe de aurores Potter en mi consultorio, no. Definitivamente no tengo nada que decir– respondió con calma cruzando las piernas tras su escritorio.
Quizás fue hoy el día en el que Potter, por fin, perdió la tapa de su caldero.
–Dios Malfoy no te puedo creer, de todas las bajezas y suciedades que has hecho en tu vida, esto rebasa todo lo demás, entonces según tu sanador Malfoy mi pequeña Lily no merece ser tu paciente, ni que la valores porque no es lo suficiente snoob, maldi...– su siguiente sarta de improperios fue silenciada por un grupo de burbujas de jabón que estallaron en su boca, y empezaron a flotar a su alrededor.
–Put...Malfoy, hijo de pu... detente ya mismo, mald...– cada palabra era interrumpida por más burbujas.
Una pequeña risilla resonó en el espacio habitado por colores y juguetes, mientras el implicado levantaba ambas manos en señal de rendición, y mostraba que no tenía la varita en sus manos para estar haciendo tal cosa como atacar jabonosamente la boca del Salvador del mundo mágico. –Cálmate Potter y cállate– explicó lentamente y con un rastro de diversión, mientras servía un vaso de agua, que puso en las manos de un furibundo auror, –Mi consultorio tiene una sala de protección para evitar el uso de malas palabras de parte de algunos padres exaltados, no quiero que los niños escuchen y repitan esas cosas. No se puede desactivar, pero pasa si simplemente dejas de intentar decir vulgaridades–.
La mirada de incredulidad en esos ojos verdes, valió otra risilla. –Nunca escuche de ninguna sala que pudiera hacer eso– respondió escéptico fijándose detalladamente en lo que le rodeaba.
–Calma tus pensamientos Potter, no es ninguna malvada magia oscura anti groserías, recree la sala en base a una conocida sala de los rompe maldiciones para proteger lugares de hechizos y encantamientos, solo reformule algunos detalles, como los activadores, el anclaje, y la lance. Ciertamente estoy seguro que eso no me da un boleto Azkaban– respondió con calma mientras ignoraba la manera "disimulada" en que Potter probaba que el vaso de agua que le sirvió no estuviera envenenado. –Ahora volviendo al inicio de nuestra debacle, ciertamente debes estar más miope de lo pensado Potter, si crees que me negué o rechace cualquier cosa que tenga que ver con tu hija, porque ciertamente lo único que sé, al igual que el público en general es que esta bajo el cuidado de los mejores sanadores que San Mungo pueda contratar. Y créeme que yo no soy uno de su lista de favoritos– respondió sin agrietarse ante el ceño fruncido y la presión de la magia del otro.
–Y porque San Mungo te rechazaría, hay gente que afirma que eres el mejor en tu campo. La humildad nunca ha sido tu fuerte Malfoy– mencionó sin creer las palabras del rubio.
Exasperante, Potter siempre fue exasperante.
Convocó una mezcla de té, y lo sirvió sin afán. –Por el mismo motivo, por el que me ha negado en 5 ocasiones diferentes mi certificación de medimago inglesa, y por lo tanto sigo trabajando con mi número de registro francés. O quizás por el mismo motivo por el que me obligan a realizar una pasantía con recién graduados 5 años más jóvenes que yo, o quizás porque preferirían perder el brazo de la varita que entregarme a tu hija como paciente, realmente no lo sé Potter, eso debes hablarlo con ellos. Ciertamente nunca rechacé una invitación que no me llegó para valorar a tu bebé, y además tienes un ejército de sanadores, dudo que me necesites a mí, cuando ni siquiera puedes probar el agua que te he servido sin pensar en que te estoy dosificando con una poción– finiquito sin ánimo de ofender al hombre en cuestión, pero dando un excelente punto.
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El dragón de Lily
FanficDespués de una vida caótica lo único que Harry deseaba era paz, sin embargo, a sus 28 años se ve más solo que nunca; con su vida cayendo a pedazos, lleva a cuestas un matrimonio fallido, 2 bebés que no han vuelto a sonreír, y su pequeña Lily interna...