Crianza

239 38 2
                                    

 

Ajustar sus horarios fue un nuevo reto. Si antes pensaba que dormir era una hazaña, ahora sabía que en verdad era una añoranza.

Las posiciones revitalizantes solo podían hacer tanto si estás físicamente cargado de trabajos.

Por Morgana de verdad deseaba que esas insípidas horas de pasantía desaparecieran.

Entre su pasantía en San Mungo, sus horas de consulta habitual, su trabajo político y social, las charlas, conferencias y seminarios de actualización médica, junto con los turnos y cirugías que tenía en el hospital muggle. Le estaban robando la vida.

Y que se caiga el cielo y llueva fuego, puede sacrificar todo menos el tiempo de calidad con su bebé.

Nunca dejaría que su estrellita creciera pensando que el trabajo de papá es más importante que estar a su lado. Cada segundo con Scorpius era un regalo que agradecía a la magia y a la vida por brindar.

Por eso está ahora, pese a los seminarios que le falta preparar, y las historias clínicas que no ha revisado, dando un paseo por el jardín, riendo y corriendo detrás de su bebé. Su mejillas sonrosadas, su dientes de leche torcidos, y la pequeña mancha en su barbilla son lo más entrañable que pueden ser.

No quiere perfección y estoicismo en su estrellita, no quiere el pequeño sangre pura perfecto que sabe deseaba Lucius de él. Solo quiere un niño feliz.

Y hasta ahora, pese a los problemas, cree que lo ha logrado.

Disfrutan después un saludable refrigerio, un poco de sandía cortada en forma de corazones, fresas, frambuesas, trocitos de manzana como estrellitas. Todos los dulces aperitivos que Scorpius está tan entusiasmado por comer.

Que lo perdonen sus ancestros mágicos, pero los muggles ciertamente tienen mejores guías nutricionales para orientarlo en la crianza. Su madre aún suspira exasperada cuando lo ve experimentando con alguna nueva preparación dulce a base de avena y dátiles, en vez de simplemente agregarle azúcar o chocolate.

Sonríe de solo pensar en su madre, Narcissa Malfoy es su propia marca de fuerza. No sabe con certeza que sería de su vida si no hubiera sido criado por esa mujer.

Así que adora cada momento que la ve reír despreocupada con su nieto.

Scorpius es una luz que no sabían faltaba en Malfoy Manor, su risa, juegos, gestos y palabras hacen más cálido un hogar que siempre consideraron elegante aunque frívolo, que importan unos juguetes tirados en la sala de té, o las pantuflas de animales del niño al lado de la puerta de entrada, si ahora los pasillos brillando de calidez, de pertinencia. Que hagan mala cara los retratos antiguos, que se disgustan de saber que hay algo tan muggle como un televisor en su hogar ancestral, ni ellos pueden resistirse al encanto jovial del niño. Cuando con sus ojitos llenos de emoción los saluda algo como "gran tatara abuelita" o les cuenta encantado las nuevas estrellas que aprendió a nombrar.

Todos han caído de amor por ese pequeño bebé que hace la vida más feliz por solo existir.

El amor es la magia que lo impulsa a continuar. Y es ahora en medio de su hogar ancestral con las personas que más ama. Donde los dulces momentos han rescritos recuerdos de pesadillas. Porque ningún hogar donde se pueda ser tan feliz, merecer estar contaminado por algo que no sea amor.


Maldice en voz baja mientras muerde la tostada quemada, maldito día festivo. No entiende por qué el ministerio tiene la desgraciada audacia de nombrar días obligatorios de descanso. Si va a estar en casa con el mismo papeleo infernal que no acabó en la oficina.

Apila una carta sobre otra, casi desearía regresar al papeleo de cuando era un recluta en la oficina de aurores, si se quejaba de hacer un informe semanal. Ahora puede arrancarse el cabello de pensar en la sarta de informes y reuniones que debe rendir.

Quien mierda lo mandó hacerse con el cargo de jefe, ciertamente la placa brillante con su nombre no compensaba la mierda de papeleo burocrático que debía atravesar día a día.

Escuchar a Albus llorar es lo que acaba de agriar la mañana. Se levanta con la carta aun en la mano, no puede creer la audacia que tienen los políticos intentado disminuir el capital de la oficina de aurores. Pequeños lameculos que son no pueden dejarlo en paz en las cosas que de verdad importan.

Llega a la habitación sin pensarlo, y encuentra al causante del llanto, orinado de pies a cabeza en su cama. Antes de toda la debacle de su matrimonio y Ginny, Albus estaba dejando el pañal de manera adecuada, era un niño tranquilo y calmado. Nada que ver con el pequeño manojo de lágrimas que es ahora.

– Ya, amor, vamos a quitarte ese pijama sucio y bajar a desayunar. Papi tiene mucho trabajo importante que hacer hoy – cambiarlo es algo mecánico, su hijo sigue sollozando pero las lágrimas ahora son solo cosas silenciosas, tiene todo su puño babeado en la boca.

Y es una imagen que le da ganas de llorar. Así que intenta no concentrarse mucho en eso.

En los últimos días ha hecho todo para calmarlo cuando se levanta llorando, pero nada parece funcionar.

Así que hace caso a la única figura materna que ha conocido, Molly siempre le dice que lo deje llorar, que ya solo se calmara.

Baja minutos después con un niño cambiado y limpio en sus brazos, sentado en su silla de seguridad le sirve un tazón de cereales de masmelos y leche. No es el desayuno más balanceado, y la emoción por comerlo de los niños ceso a los 3 días de tomarlo como desayuno y cena pero no ha tenido tiempo de comprar algo más en el supermercado.

Entre el trabajo, Lily y los niños, la casa ciertamente ha estado un poco descuidada, no recuerda cuándo fue la última vez que hizo limpieza o la despensa pero sabe que no será pronto. Afortunadamente Molly aceptó cuidar a los niños 2 días seguidos para intentar ponerse al día con la capacitación de nuevos reclutas que ha ido aplazando.

El trabajo consume la mayor parte de sus días, incluso llegó a causarle algunos problemas en sus primeros días de matrimonio. Simplemente no le daba para llegar algunas cenas, o olvidaba salidas que había planeado por un incidente u otro.

Su razonamiento siempre fue sólido, había gente en peligro, magos oscuros, criaturas letales, o cualquier otra cosa que lo detuviera. Ginny podía ser lo suficiente comprensiva de saber que una cena aplazada, o una reserva en un restaurante perdida no iban a ser el fin del mundo.

Se esperaba de él un gran desempeño, había derrotado a magos oscuros desde los 17 años, no podía disminuir el rendimiento después de toda la fe que le tenía la gente.

Y sus hijos igual deben saber que el trabajo de papá es genial, al derrotar a los malos. Así que ciertamente necesitaba impresionarlos.

Además dejarlos donde su abuela con sus primos era solo algo bueno seguramente.

Disfrutarán más en La Madriguera que viéndolo trabajar todo el día en casa. 

El dragón de LilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora