Comunicación

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Hoy me dio antojo de algo tierno....



Llegó el fin de semana. No he hecho otra cosa que vegetar en mi habitación, comer y de vez en cuando atender uno que otro asunto de mi papeleo en Totsuki.

Me siento aliviada. Soma no me ha buscado, llamado o interrumpido en algún momento. Aunque, mentiría si digo que algo de eso no me inquieta. Es como si hubiese inventado una conexión, algo que nos ata y, al no estar él...el vacío me hace sentir horrible. No quiero hacerme ideas equivocadas, debo parar con eso, porque no espero nada de todo lo que hacemos. Y estoy segura que tampoco él espera algo.

Lo que tenemos, no es una relación, es algo que no se puede definir ni expresar en palabras, pero claramente nos supera a nosotros mismos. O, puede que solo a mí.

Una idea cruzó mi cabeza ¿Qué tal si solo soy un pasatiempo? Supongo que debe haber algo interesante en enseñarle a la chica inexperta en el amor sobre el tema. Moldear a alguien y ver sus primeras veces en todo. Seguro, sí, soy un objeto de estudio.

Ahora me pregunto ¿Acaso imparte clases teórico/práctico con toda chica que se le cruza? Quiero creer que no, pero llegados a este punto cualquier cosa es posible.

—Erina.

Levanto el torso en la cama cuando miro en dirección a la puerta de mi habitación. Asahi está recostado contra el marco y tiene un teléfono en su mano.

—Te llaman— suelta de una vez. Es raro, normalmente nadie me llama al teléfono de casa, porque uso mi número personal, el cual es difícil de dar. Asahi se acerca y me deja tomar el aparato —Es Soma— dice en un susurro, lo que ocasiona que yo trague saliva.

Ni siquiera sé cómo ha conseguido el número fijo de mi casa, eso es extremo.

Tomo el teléfono. Medito un poco, cojo aire por la boca y lo libero pesadamente. Ya sé, me pone nerviosa, pero debo ser directa.

—No quiero— digo, con autoridad.

—Hola, Nakiri— dice al otro lado de la línea.

La risa de Asahi se filtra por mis oídos y también escucho a Soma sofocar una carcajada.

—¿He dicho algo divertido?— inquiero al pelirrojo detrás de la línea.

—Ni siquiera me has dicho buen día, Nakiri— se mofa, puedo jurar que está enarcando una ceja, ni siquiera necesito mirarlo.

—Buen día, Yukihira— espeto. Me paso una mano por el fleco y vuelvo a decir un:—Ahora déjame. No quiero.

—¿Cómo sabes qué no quieres si ni siquiera te he dicho de qué va el asunto?

—Por que eres tú.

Quizá es porque todos sus planes terminan en cosas...calientes...raras...etc.

—Déjalo ser— bufa Asahi.

Ni siquiera sé por qué sigue ahí, parado. Además, el teléfono no ayuda, la voz de Soma es muy gruesa y alta, además de que el parlante ruidoso no me sirve en estos momentos. Tengo a dos tipos contra mí.

Tomo una de las almohadas de mi cama y me abrazo a ella. Nada bueno puede salir de Soma, mejor dicho, nada normal. Pensé que estos encuentros y sesiones eran limitadas, no que se reducían hasta en horarios fuera de la escuela.

—¿Y qué se supone que está planeando?— resoplo.

—Sea lo que sea, espero implique condones— Asahi sugiere.

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