Complacencia

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—Asahi ¿Podrías quitar tu música?— gruño, mirando la masa de hojaldre que estoy manipulando con mis manos. La música de fondo que hace repercutir el estéreo sigue ahí, chocando contra mis oídos —Intento concentrarme— digo, sabiendo que no me ha dado el silencio.

Volteo en dirección a la isla de la cocina y me encuentro a mi hermano jugando desinteresadamente con el pelaje de Murray. Nunca tuvimos ninguna mascota, por lo que la llegada del gato fue toda una calamidad; incluso saber que mi madre -a veces- se da el lujo de sacar a Murray al jardín y de acariciarlo un poco, es toda una sorpresa, considerando lo alérgica que es.

Nos hemos vuelto blandos.

También debo decir que las visitas de Soma se han vuelto frecuentes; se acostumbró tanto a invadir mi casa, que si algo desaparece de la cocina damos por sentado que es él. Incluso en la academia, uno pensaría que sería suficiente con estar en mi casa, para él...la palabra "suficiente" es algo desconocido. Así que no me extrañaba que me buscase en la oficina o en otros lugares, bajo el discurso de que esto requiere tiempo y continuidad.

—Asahi...

—¿Eh? ¿Dijiste algo, Eri?— alza la mirada y hace una expresión confusa, sin dejar de jugar con la panza del gato quien mueve sus patitas para intentar atrapar su mano.

—La música— digo, señalando el estéreo.

Asahi hace una mueca de indignación.

—¿Quieres quitar a mi diosa Lana del Rey?— se levanta del taburete, tomando a Murray y sosteniéndolo contra su pecho. Yo me río, apoyándome contra mi estación de cocina, cruzándome de brazos —¿No eras tú quién cantaba Born To Die la otra noche?

Frunzo el ceño.

—Pasaba una etapa— digo, conteniendo una risa.

—Está bien sentirse triste de vez en cuando...— Asahi se mofa de mí, acercando a Murray para que el gato juegue con las graciosas patillas de mi peinado.

—Las canciones de Lana del Rey no son tristes, son de putería— le hago saber, ambos conteniendo una risa.

—¿Y qué?— espeta, con sus ojos grises medio indignados —¿Acaso está mal que uno se sienta puti-triste todos los días?— ahueco el sentimiento de burlarme de él y solamente lo ignoro, volviendo mi atención a la masa de hojaldre que estaba preparando —Además...— Asahi seguía y seguía —¿Por qué de pronto estás preparando cosas dulces?

—¿No puedo?— espeté, indiferente.

—Claro que puedes— él río bajito. Escuché a Asahi ir hasta una de las alacenas y sacar una lata de atún; el gato empezó a maullar y a dar círculos mientras acariciaba las piernas de mi hermano —Solo que es raro...— siguió Asahi —¿Tenemos un evento especial?

La verdad...

No.

—Soma me pidió hacer algo de comer...— digo, encogiendo los hombros —Ha dicho que vendrá en la tarde a sacarme de paseo.

—Uh~— mi hermano hizo un ruidito, se acercó, con una lata de atún en agua destapada y mirándome como la cosa más curiosa del mundo —Dime más— hizo esa cara burlesca.

Alcé una ceja al verlo —No.

Murray saltó a la estación, buscando la lata de atún con desespero. Ni siquiera el gato siendo glotón hizo que Asahi dejara de verme. Mi hermano es más que alguien que comparte la misma sangre; es mi mejor amigo y, por lo visto, no todos los hermanos pueden decir eso.

Clases de AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora