Actuar

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Andamos en modo romanticón. 





—Reiníciate, día de mierda— digo con voz áspera mientras me froto el rostro para liberar la frustración acumulada.

Me había levantado tarde hoy, ni siquiera desayuné, tuve que atender inconvenientes que no estaban agendados y hacer espacio para una reunión con los chicos de la Élite Diez. No soy una muñeca de plastilina la cual se puede moldear, estirar y regresar a su forma luego de un caótico día.

No, no funciono así...soy humana.

—Yo— bufo mirando el techo, hay una mancha en el yeso de ese cielo falso. Mandaré a arreglar eso. Mierda. Ahora resulta que cuando intento no pensar en nada, pienso en que debo mandar a arreglar el puto techo.—Quiero cancelar esto llamado vida— digo, rendida.

Miro los papeles regados en mi escritorio. Ni siquiera tengo una reserva de energía que me ayude a terminar con esto. Justo en el portalápiz que tengo a un lado, descansa la figurita de Murray, el gato de porcelana que Soma me obsequió. Una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro de solo recordar aquel momento.

Luego de meditar, llegué a una conclusión que me sorprendió a mí misma: Tuve una cita real.

Estuve cómoda, charlando y hasta riendo con alguien que me mantuvo en completa sumisión por su forma de ser. Soma había logrado algo que ningún chico hasta ahora ha podido: me sacó de mi zona de confort, pero me mantuvo segura en todo momento. Un café, unos gatos, la increíble historia de terror de un libro, un incidente que terminó en mi muslo rasgado...para cualquiera, eso sería extraño y, puede que, normal. Para mí, fue más que eso.

Todo fue auténtico. Nada artificial.

Quisiera repetirlo.

Es decir; podría hablarlo con Soma, a eso se refería ¿No? A que tengo la libertad de pedir las cosas, de hablar con él y de involucrarme más en esto. No quiero darle todo el crédito a Soma, ni tampoco desequilibrarme por las cosas que suceden.

Temo a perder el norte, mis sentidos, mi parte racional y dejarme embaucar. Perder el control es horrible, cederlo a alguien es todavía peor, porque estás consciente de que depositas tu confianza en esa persona que -si lo desea- puede destruirte en un abrir y cerrar de ojos. Soma dijo que debía confiar en mi instinto, pero aquí entre nos, mi instinto es pésimo para buscar chicos.

Creo que por eso muchos temen a intentar armar una relación con alguien. No estás cien por ciento seguro de si la otra persona también lo da todo, o nada, pero eso no lo sabes porque la tela rosa que cubre tus ojos no te permite verlo. Te dejas llevar porque esperas que amen igual que tú, y, al final, resulta que tu corazón no estaba preparado para romperse.

Recuerdo una vez; cuando era pequeña, mi papá solía darle un control de videojuegos a Asahi y otro lo tenía él, pero solo el de mi padre estaba conectado. Asahi tecleaba como loco los botones, viendo los personajes pixelados pelear, creyendo que uno de esos era controlado por él, cuando, en realidad; era mi padre jugando por su cuenta, sin incluirlo. ¿Lo entienden? Temo ser el reflejo de un niño jugando con un control sin conectar, siendo Soma quien lleva las riendas de todo, burlándose de mí.

No quiero ser Asahi en este videojuego de la vida. Asahi ya de por sí es un asco jugando y me estoy comparando con él.

La respuesta prudente a ese dilema es sencilla...

Soma dijo que yo podía acabar con esto cuando quisiera.

Yo...No quiero terminarlo.

Pero pensarlo tampoco me ayuda.

Clases de AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora