Capítulo 21

14 1 2
                                    

Gadget estaba preparando un guisado muy sencillo, con unas cuantas verduras y un trozo de conejo que Seth había casado un par de días atrás, y que habían conservado con sal. El día presentaba un aspecto austero y frío, por la poca luz incluso podría deducirse que la noche estaba a punto de caer, pero por lo plúmbeas que se mostraban en el horizonte y sobre la casa aquellas grises nubes cargadas de lluvias, bien podría ser cualquier hora del día.

El contenido de la olla producía aquel típico sonido de hervor mientras la casa se calentaba con el vapor que salía de la misma, a la vez que Aurelyn miraba todo desde la desgastada y pobre salita de estar, donde solo un trío triste de banquitos de madera le daban la bienvenida a cualquier tipo de visita que pudiese llegar, desde el más alto funcionario del gobierno hasta un humilde campesino. El Gadgeth presente no estaba por ninguna parte, lo cual dejaba a la ignorante Aurelyn sintiéndose nerviosa al no ser vista, pero, al mismo tiempo pareciéndole que si lo era.

– ¡Rubio! – exclamó un Seth que entraba presuroso en la casa, llevando en sus manos un tablón de buena calidad, pero roto a la mitad.

– Hola, ¿qué pasa? – dijo Gadgeth.

Sobre éste último se podía mencionar que, aun llevaba aquella camisa blanca, aunque lucía bastante más desgastada que en la visión anterior, además, sus pantalones estaban rotos en las rodillas, sus pies iban descalzos, y una barba leve que cubría su mandíbula y bigote, le hacían parecer un par de años mayor.

– ¡Mira esta belleza! El señor Travis me la ha dado, la iba a colocar en su casa, pero se le ha caído y ha quedado "inservible", claro, según él, pero sigue siendo buena, me servirá para sostener el techo de la sala, está a punto de caerse, aun no entiendo cómo se sostiene – explicó Seth, hablando rápida y entrecortadamente, con sus mejillas prendidas en un carmín propio de quien se ha ejercitado, cargar un enorme tablón desde el pueblo no era tarea fácil para un muchacho.

– Efectivamente es hermoso, es de madera de abeto rojo, muy buena calidad. Sin duda el señor Travis debe haber sufrido mucho por tan grande pérdida – dijo Gadgeth tocando apenas el tablón con sus largos, blancos y delicados dedos. Sería un pianista maravilloso de seguro.

– ¡Oh! Tú sabes tanto, eres un sabio. Yo apenas si he aprendido a escribir gracias a ti, y aun parecen un poco de rayas sin sentido – dijo Seth sonriendo con admiración, debía mirar hacia arriba para poder ver el rostro de Gadgeth, era más o menos quince centímetros más bajo.

– No soy sabio, solo he leído mucho. Ahora, ve a lavarte las manos porque de lo contrario tienes prohíbo comer – advirtió Gadgeth sonriendo levemente, haciendo que Seth saliese corriendo por la puerta trasera hacia el pozo.

Y aprovechando ese momento de soledad, sacó de un bolsillo, un frasquito que a Aurelyn le parecía muy familiar, era un frasco de especias, pero... por la época no coincidían, existían en su presente, pero en el presente de esta visión no. ¿Acaso él iba al futuro de ese entonces para conseguirlo?

– Listo, ah... huele delicioso – susurró Seth, comenzando a babear y secándose la saliva con el dorso de su manga.

– Jajaja, todo lo que cocino te parece maravilloso – comentó Gadgeth, sirviéndole de comer, y nada más colocar la taza sobre la mesa, el chico se dedicó a comérsela con ahínco – Cuidado te atragantas, no quiero que por tu desesperación acabes muerto – añadió.

Aurelyn sonrió, era una escena llena de cariño fraterno. Le resultaba muy interesante notar la forma en que Gadgeth hablaba, seguía siendo él, aunque más serio, y se dirigía a Seth con un léxico muy fino para el pobre muchacho que apenas si pronunciaba bien las palabras. Actualmente no podía decirse que hablase como cualquier persona, pero, sí había adecuado su vocabulario a uno más coloquial.

Hijos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora