Capítulo 30

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Gadgeth regresó a su habitación por medio de un portal, se sentía extremadamente fatigado, desde el incidente con Fefen ya no podía razonar bien, ni pensar. Todo en su cabeza era un cumulo de pensamientos negativos que le retenían al momento de querer tomar decisiones o imaginar el futuro. Su conciencia estaba siendo contaminada con la duda, el miedo y la culpa, tres elementos que nunca había tenido que encarar de esa forma. La única duda que había llegado a sentir, se relacionaba a cómo detener a su hermano, el miedo al pensamiento de que Gil pudiese herir a sus sobrinos o a los humanos normales, y la culpa solo al recordar que fue su debilidad la que le permitió a su hermano llegar a tales extremos de perversidad.

Pero, esta vez era diferente, la duda de sí mismo, el miedo a su propio poder ilimitado, la culpa de haber actuado omnipotentemente sin pensar en las consecuencias, estaba agotado de afrontar dichos predicamentos a cada segundo del día, jamás había cometido un acto malo de por sí, así que esto, que fue fruto de su impaciencia y su propio deseo, tan solo le abría una puerta de oportunidades sin fronteras para sus capacidades, que temía cruzar del todo, la corrupción de su ser.

Él había nacido para unir, no para destruir. Y ahora aparecía Giselle para terminar de hundirlo. Ella era una larga historia de un cuento para dormir que alguna vez le escuchó contar a sus hermanos mayores...

– "Hermana de Gaia, polos opuestos de la moneda mágica. El bien vestido de blanco con piel morena, el mal vestido de sombras con piel de porcelana, ambas reinas del mundo, ambas enemistadas por ser diferentes, se habían repartido la tierra prometiendo dejar a sus habitantes elegir su lado en paz, pero las ambiciones de una se habían inmiscuido en un viejo libro que yacía escondido dentro de un cajón de aquella vieja casa, la casa que desde sus cimientos observaba con altanería los dominios helados de la bruja blanca. Esperando... el día en que la debilidad de uno de sus descendientes desease derrocar a su señora, y dominar aquellas tierras, siendo así que seguiría el consejo de la voz que desde la oscuridad le predecía un sin número de riquezas y poder, pero que no sabría hasta el último minuto, que todo aquello no fue más que una artimaña en la que el peón se creyó rey y acabó bajo el pie de su mentirosa amiga... Su nombre es Giselle."

Esa era la historia, la había contado Gerald una noche de luna llena, mientras todos comían malvaviscos alrededor de una fogata hecha por Gris. Ahora podía recordar bien las miradas asustadas de sus hermanos, que se miraban acusándose unos a otros. Todos sabían que las historias que Gerald solía contar, muchas veces acababan convirtiéndose en profecía, y por ende en realidad.

– ¿Llevas prisa en hacer una zanja sobre el suelo? ¿O piensas sentarte? – preguntó Vilum desde la vitrina donde todavía yacía sentado abrazando sus rodillas. Las cenizas de Fefen todavía permanecían sobre el piso.

– Estoy enloqueciendo... ¿Esto era lo que ustedes querían? ¿Por esto aparecieron de la nada? – inquirió Gadgeth, mirando al chico con unas pupilas ciertamente muy dilatadas y de color dorado.

Vilum palideció un poco, pero se mantuvo sereno, era su primera vez tratando con otro Mago Sagrado, y francamente parecía tan inestable como su padre, o al menos llegaría a serlo si lo dejaba a su suerte.

– Los Hijos del Destino tienen genes humanos que los estabilizan cuando llevan unos días sin poderes, supongo que es debido al instinto de supervivencia tan desarrollado que caracteriza tan bien a esa especie. Pero, estoy notando que los seres hechos de magia pura, son más frágiles y más fuertes a la vez. Dependen del todo en la estabilidad de su magia, y si esta sufre un desequilibro, sus mentes también lo hacen, pierden la lucidez y la cordura... Creo que es porque en realidad ustedes no comprenden bien el concepto del bien y del mal, y al ser criaturas tan longevas, pueden tener desfaces en esa inteligencia conceptual – explicó Vilum, mirándolo directamente y comentando lo que decía como si fuese una conversación banal y sencilla.

Hijos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora