priologo

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—¿Necesitas a un chofer o a una golfa? — dijo indignada. Rasa cuando Arturo le planteo acostarse con él.

—Ambas —declaro seductor—, pero ¿Tú decides? Y decide rápido que todavía tengo que entrevistar a cinco más.

—Eres un idiota —lo fulmino con la mirada.

—Eso significa ¿que...? — puso una cara de triunfo que a Rosa la enfureció y a la vez, le causo escalofríos en todo en cuerpo.

—Si, pero debo informarte que soy virgen, así que tendrás que llenar mis expectativas, antes de tomarme —lo miro por encima del hombro. No estaba dispuesta a ceder de ninguna manera —. Y si no lo logras — hizo una pausa mirando al rubio directamente a los ojos, sin miedo —no podrás tomar mi cuerpo —le advirtió. Esperando que se retratará, más abrió los ojos como platos cuándo escucho su afirmación.

—Acepto el recto —dijo lascivo, seguro que ganaría. Él más que nadie la conocía a la perfección; Lo ingenua que era, pero él rompería todas sus barreara y de aquella ingenuidad él se encargaría de que no quedara ni las cenizas, ¡Aunque si! Sus cuerpos quedarían bien sudados, a causa del exceso de sexo... que tendría cuando sea totalmente mía —. Pero es necesario sellar nuestro acuerdo —propuso Arturo, acercándose peligrosamente hacia ella y sin Rosa esperárselo, tomo sus labios con violencia.

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Seduciendo a mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora