cap5

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Rosa   no   podía   creer,   aun,  que   le   había    hecho   caso   a   su   hermana,   sin   embargo,    era    la    única  manera    en   la    que     tenía    de    mantener    la     cayada,    puesto    que    la    muy  desgraciada,    la    amenazo    con   contarle   a      su      madre      que     prácticamente       se convertiría     en    la   amante    de   un,   Torre, específicamente de Arturo. El hombre que creyó que nunca la miraría, de repente la deseaba.

Sonrió   feliz.    Dispuesta   a   todo.    No    para   ser    su    juguete,    sino    su   mujer,     por       ello, había    tomado    la     decisión        de      decirle   que    su      abuelo    le    había       propuesto seducirlo,      más  que   ella    no  estaba   dispuesta     a        hacerlo.

—Has llegado temprano —dijo Arturo seductor, abriendo la puerta para que ella pasara a su departamento, en donde tenía pensado seducirla y lograr que abriera las piernas para él.

Para que negarlo, le urgía estar dentro de ella y liberar aquellas gana que tenía de ella.

Arturo se acercó a la rubia con intención de besarla, más esta hizo algo que lo cabreo inmediatamente, puesto que no estaba acostumbrado al rechazo y menos de una mujer, que era lo que más le llovía en su vida.

—No tan rápido —respondió la rubia, girando el rostro para que no la besara.

—¿Que demonios te sucede? —cuestiono furioso, alzando las cejas, cuando vio que Rosa lo rechazo abiertamente.

—¡Que! —puso cara de sorpresa —, ¿no me digas que no estás acostumbrado a que te rechacen? —pregunto al tiempo que mordía sus labios con sensualidad. Logrando que Arturo deseara quitarle  la poca     ropa  que traía puesta en ese mismo instante y poseer su cuerpo.

¡Extraño! Desde que Rosa había parecido el viernes en su oficina, no había pensado en nada más que buscar la forma de como tenerla. Y era obvio que por la forma en la que lamia sus labios que ella estaba más que dispuesta a jugar con él, y aquello lo estaba aún más.

—Estás jugando con fuego —le advirtió él con una sonrisa maquiavélica, dibujada en su rostro, atrayendo a la rubia hacia él. Para después buscar sus labios con desesperación. Sin embargo ella, volvió a rechazarlo.

—Lo siento —entono sus bellos ojos azulé, grades, fijamente hacia él. Viéndolo con descaro y deseo, así como la estaba mirando a ella. Devorándola con la mirada, de una forma salvaje, mientras la tenía pegada a su torso desnudo   —Pero no he venido a quemarme, contigo. He venido a trabajar. Así que dígame hacía que destino  tengo que llevarlo? —lo miro de arriba a abajo con lascivia —claro, cuando se cambie —sugerido  divertida.

—¿Estás segura de que quieres que me cambie? —entono él sus ojos azules, entono a su escote que estaban ligeramente descubiertos, no dejando nada a la imaginación, ya que, se podía apreciar sus hermosos senos, por encima de la tela, semi transparente.

—Estoy segura —aseguro, dándose cuenta de que deseaba uno de sus seños, cosa que la avergonzó. Aquella prenda se la había regalado su hermana, entre otras, ya que la muy canija la obligo a ir de compras. Cambiando todo su aguarda ropas. Sin mencionar que tuvo que leerse un libro entero de seducción.

¡Dios! Aún recordaba las palabras de su hermana




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Seduciendo a mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora