Rosa no podía creer, aun, que le había hecho caso a su hermana, sin embargo, era la única manera en la que tenía de mantener la cayada, puesto que la muy desgraciada, la amenazo con contarle a su madre que prácticamente se convertiría en la amante de un, Torre, específicamente de Arturo. El hombre que creyó que nunca la miraría, de repente la deseaba.
Sonrió feliz. Dispuesta a todo. No para ser su juguete, sino su mujer, por ello, había tomado la decisión de decirle que su abuelo le había propuesto seducirlo, más que ella no estaba dispuesta a hacerlo.
—Has llegado temprano —dijo Arturo seductor, abriendo la puerta para que ella pasara a su departamento, en donde tenía pensado seducirla y lograr que abriera las piernas para él.
Para que negarlo, le urgía estar dentro de ella y liberar aquellas gana que tenía de ella.
Arturo se acercó a la rubia con intención de besarla, más esta hizo algo que lo cabreo inmediatamente, puesto que no estaba acostumbrado al rechazo y menos de una mujer, que era lo que más le llovía en su vida.
—No tan rápido —respondió la rubia, girando el rostro para que no la besara.
—¿Que demonios te sucede? —cuestiono furioso, alzando las cejas, cuando vio que Rosa lo rechazo abiertamente.
—¡Que! —puso cara de sorpresa —, ¿no me digas que no estás acostumbrado a que te rechacen? —pregunto al tiempo que mordía sus labios con sensualidad. Logrando que Arturo deseara quitarle la poca ropa que traía puesta en ese mismo instante y poseer su cuerpo.
¡Extraño! Desde que Rosa había parecido el viernes en su oficina, no había pensado en nada más que buscar la forma de como tenerla. Y era obvio que por la forma en la que lamia sus labios que ella estaba más que dispuesta a jugar con él, y aquello lo estaba aún más.
—Estás jugando con fuego —le advirtió él con una sonrisa maquiavélica, dibujada en su rostro, atrayendo a la rubia hacia él. Para después buscar sus labios con desesperación. Sin embargo ella, volvió a rechazarlo.
—Lo siento —entono sus bellos ojos azulé, grades, fijamente hacia él. Viéndolo con descaro y deseo, así como la estaba mirando a ella. Devorándola con la mirada, de una forma salvaje, mientras la tenía pegada a su torso desnudo —Pero no he venido a quemarme, contigo. He venido a trabajar. Así que dígame hacía que destino tengo que llevarlo? —lo miro de arriba a abajo con lascivia —claro, cuando se cambie —sugerido divertida.
—¿Estás segura de que quieres que me cambie? —entono él sus ojos azules, entono a su escote que estaban ligeramente descubiertos, no dejando nada a la imaginación, ya que, se podía apreciar sus hermosos senos, por encima de la tela, semi transparente.
—Estoy segura —aseguro, dándose cuenta de que deseaba uno de sus seños, cosa que la avergonzó. Aquella prenda se la había regalado su hermana, entre otras, ya que la muy canija la obligo a ir de compras. Cambiando todo su aguarda ropas. Sin mencionar que tuvo que leerse un libro entero de seducción.
¡Dios! Aún recordaba las palabras de su hermana
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Seduciendo a mi jefe
RomansaRosalía Coronel tenía una misión "seducir a Arturo, rescatarlo de sí mismo. Antes de que cometiera una locura" solo que no espero que las cosas se salieran de control. Arturo quiere vengarse de Rosalía por haber preferido a su hermano gemelo, cuand...