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La familia estuvo muy apenado,  después lo sucedido con Elena, pero también Rosa había ganado una gran amiga. Ya que Mari se había ofrecido en ayudarla con los preparativos de la boda.

—¿En serio me van a obligar a ser la madrina? —grito aterrorizada la rubia de ojos azules, que miraba perpleja a las mujeres que se habían sumado a los preparativos de la boda de su hermana. Qué más bien parecía la boda de ellas, porque todas, nunca se ponían de acuerdo en nada.

Amanda suspiró frustrada. Ella nunca se casaría. Solamente para no ser víctima de aquellas locas. No, ni loca. Ella permitiría aquella cacería que tenían con su hermana mayor con ella.

—¿Qué estás pensando desquiciada?  —la confrontó su hermana mayor al verla tan pensativa después que su madre hubiera crea firmado nuevamente que ella sería la dama de honor sin discusión.

—Estoy comprobando más desdicha —exagero las rubias en un tono de voz horrorizado —no vez. Bien no te has casado y ya me tiene con la cuerda corta —todos los ojos Amanda. No, pero ya que su hermana se ha casado, pero bueno, aceptarlo dentro de poco sería una mujer casada y ella la víctima de su madre.

—No exageres —le brindó una sonrisa con ternura su hermana mayor —mamá solo está nerviosa. Además sabes que siempre estaré ahí para ti —demostró una hermosa sonrisa.


Los días habían pasado con rapidez y con ello, ya habían pasado tres meses. Aquella noche en especial era la noche de soltera de su hermana. Rosa se veía deslumbrante. Y ni qué decir de las demás chicas. La verdad parecía que la noche entera no era solo una, sino de todas. Comenzando por ella que había contratado a unos Stripe estúpido que parecían unos bombones listos para comer.

Por supuesto su madre no estaba en ese lugar, porque si llegaba ver el descaro de su hijo era posible que le diera un infarto o antes de que amaneció ese y se celebrase la boda.

La primera en desacatarse fueron Rosa, Melody, Camelia y Mari. Yo ya estaba acostumbrada a estas cosas, así que ya nada me sorprendía. Lo único que si la sorprendió, fue ver a su rescatada hermana mayor, actual sin pudor ni modestia. 

¡Dios! 

Ella creyó a un monstruo — sonrió Amanda satisfecha.

La noche fue un caos. No por los guapotes que las acompañaron casi toda la noche, sino porque los hombres de cada uno de ella, al parecer se imaginaron  que otros hombres estarían dándole cariño a sus mujeres y allí estaban, que parecían unas fieras, tomando a sus mujeres de la cintura, y desasiéndose de todos los Stripe.

Yo me reí mucho, pero a las además no les gusto ver a sus maridos allí, ya que estaban disfrutando mucho de las compañías masculinas que yo les había llevado.

—Se acabó la noche de solteras —manifestaron, los gemelos endiablados. Segados por los celos.

—Así es —el moreno enfoco a su esposa con aquella mirada oscura que hacía temblar a Melody —. Tú me perteneces —dijo John hecho una furia, tomando a su mujer, echándosela en  el hombro para llevársela fuera de aquel lugar.

—¡Eres un patán! —le grito su esposa, furiosa por el comportamiento de su esposo, que en ese momento estaba fuera de sí.

Pues este patán fue el que elegiste, ¡ahora te aguantas! No permitiré que mi mujer se esté deleitando con otro, que no sea yo, así que si lo que quieres es un espectáculo, te daré un espectáculo en casa, que nunca olvidaras —sentencio.

—Idiota —grito Melody, excitada, sabiendo que su esposo aquella noche le daría durísimo.

Mi esposa y yo nos despedimos. Tenemos cosas que arreglar en nuestra cama, toda la noche —se despidió él, saliendo de aquel lugar  sin darle tiempo a los presentes de decir una palabra.

—John tiene razón, Arturo —Adán miro peligrosamente a su esposa —es hora de que reciba un escarmiento. Para que dejen de estar buscando en la calle lo que tienen en casa de sobra —Arturo estuvo de acuerdo con su gemelo, por primera vez en mucho tiempo.

No te atrevas hacer lo que John hizo —lo amenazo Mari.

—Haré algo peor cariño, si no decides salir de aquí por tu propio pie —la amenazo Adán. Mari sabía que él era capaz de todo por eso le grito furiosa.

—Eres un maldito cavernícola, de mierda —manifestó la morena.

—Ok. Conste que te lo advertí —declaró el rubio.

Adán se acercó a su esposa y tomo un látigo que seguramente usaron aquellos hombres con sus mujeres, el rubio tomo a su esposa, la recostó en sus piernas y le dio dos latigazos, bien picantes en sus glúteos. Mari los pudo sentir al rojo vivo, ya que la tela de aquel vestido ajustado que llevaba puesto, era fina. Pero lejos de enojarla, lo que había provocado en ella, fue deseo.

Así que si Adan esperar que su esposa se recuperara, de lo que paso, la levantó y esta vez si se la llevo del hombro.

—Que pasen buenas noches. Hoy le enseñaré a mi señora a no mirar a otro que no sea yo —dijo Adán antes de salir, dejando a todos consternados con lo que había pasado.

Cuando Arturo quiso acercarse, Amanda se interpuso.

Si le pones una mano encima a mi hermana, olvídate de la boda —Amanda, amenazó al rubio abiertamente. 

Arturo lo único que hizo fue que sé reírse.

—No te preocupes. Que su castigo, está postergado hasta mañana —amenazo, mirando a su futura esposa, la cual  lo miraba con ganas de comérselo.

Seduciendo a mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora