Los sonidos característicos de la cocina ajetreada de la cafetería acompañaban los movimientos de un distraído Koshi, mientras su mente repasaba lo ocurrido momentos atrás.
—¿El Chico Refrescante no es tan prudente como solía serlo en la cancha? —había dicho el castaño, parte en broma y parte en reproche.
Oikawa había corrido para salvarlo, y posteriormente cuando ya recuperaba su compostura, lo saludó como si se hubieran visto apenas ayer.
Aquella naturalidad había dejado perplejo a Suga, quien no podía dejar de pensar en el momento. Recordaba haber saludado torpemente y ser interrumpido por el gerente del local, que le recordaba que estaba llegando atrasado nuevamente. Tras una reverancia, se alejó de su salvador, rumbo a la entrada de empleados.
En su mente vagaba aquel apodo de antaño que había salido con tanta espontaneidad de los labios de Oikawa. Memorias muy valiosas venían a él, más específicamente aquel último partido que había jugado contra su escuela.
Recordó, con diversión, la manera en que el As del servicio con salto lo miraba rencorosamente. Añoraba aquel sentimiento de superioridad que momentáneamente había llegado durante sus minutos en aquel set. Quería volver a sentir eso algún dia.
Se acordó también, de sus compañeros. El habilidoso pero demandante Kageyama.
Hinata, el hiperactivo.
Tanaka, ágil pero muy bochornoso.
Nishinoya con su estatura y su actitud.
Y Daichi.—¿Suga? —llamaron en un susurro, interrumpiendo sus pensamientos.
Michimiya lo observaba extrañada, mientras secaba un plato recién lavado.
—Llevas diez minutos con esa taza.
Bajó sus ojos a sus manos, que apoyadas en el mármol sostenían una taza con un té ya tibio.
Sacudió la cabeza alejando todo el bochorno nostálgico que ahí yacía y descartó la taza. Se disculpó por su distracción y salió de la cocina después de preparar nuevamente la bebida.
Obviamente decidió hacerse cargo de los gastos del consumo de Oikawa, era lo menos que podía hacer ante lo que el castaño había hecho por él.
Una de sus compañeras meseras se encargó de comunicárselo a Tôru, que buscó su mirada para hacer un simpático ademán de agradecimiento, antes de retirarse.
[...]
Aquella noche, Oikawa salió a correr a pesar de la llovizna que poco le intimidaba. Su respiración se acompasaba a su corrida al tiempo en que el vaho abandonaba su interior.
Llevaba sus audífonos puestos, pero no escuchaba música. Sabía que era suficientemente tarde en la noche como para esperar el llamado de Iwaizumi.
Este no se hizo esperar mucho, y el telefono sonó, muy convenientemente, cuando se hallaba estirando sus pies, descansando de su carrera. Atendió mediante sus audífonos para no interrumpir su entrenamiento.
—Iwa —canturreó mientras llevaba su cara hacia las rodillas y estiraba sus brazos intentando llegar al suelo sin dificultad.
—Parece que alguien está de buenas —rieron del otro lado de la línea —. Seguro tienes algún chisme que contarme.
—Si. Tengo varios, de hecho. ¿Sabías que la cafetería que tanto me gustaba sigue aquí en pie?
Una risa estruendosa escapó por los audífonos ubicados en cada oreja, aturdiendo un poco a Tôru.
—Idiota, creí que tendrías algo más, ya sabes, interesante.
—¿Ah si? —inquirió el castaño desafiante—. Pues prepárate para el siguiente. Me encontré con nada más ni nada menos que el odioso Señor Refrescante.
Iwaizumi permaneció varios segundos en silencio. Luego habló.
—¿De quién demonios hablas?
Esta vez fue Toru quién rió.
—El ex-armador de Karasuno.
—¿Kageyama?
—No, el otro —insistió poniendo los ojos en blanco—. El que mantuvo locas a muestras compañeras después de los intercolegiales.
Tôru aún recordaba como las muchachas del Seijoh buscaban con locura conseguir contacto alguno con Suga. Muchas de sus fans estaban entre ellas, completamente hipnotizadas por la personalidad amable del chico de Karasuno.
—Oh, que genial. ¿Cómo te lo encontraste?
—Prácticamente le salvé la vida —respondió modesto.
La charla se extendió mientras Tôru regresaba a trote a su casa.
Al cortar, ya había entrado a su departamento. Decidió darse un baño caliente antes de enfermarse.
Estaba de buen humor, pues salvarle la vida a alguien no ocurría todos los días.
Además, cruzarse con aquel joven le había acercado algunos recuerdos de su época adolescente, que permanecieron vagamente en su cabeza.
Siempre lo hacía feliz el pensar en su adolescencia, pues tuvo la suerte de haberlo tenido todo, aunque solo fue por instantes.
Amigos, de hecho todavía los conservaba. La gloria de ser uno de los mejores jugadores de vóley de secundaria. Diversión, risas.
Nada se comparaba a la alegría que había sentido al ganar cada partido, o a la tristeza y angustia que alguna vez lo asaltaron las veces que fue derrotado.
Se durmió inmediatamente después de meterse en la cama, con esa sensación cálida y acogedora que le habían brindado sus recuerdos.
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Hola!
Después de mucho tiempo, actualicé. La verdad es que no tengo mucho tiempo, y cuando hay algo de tiempo, no hay ideas. Además, como verán, esta historia está narrada de una forma muy particular, así que pido que me tengan paciencia.
Y si gustan, echen un vistazo a mis otras historias!
Saludos amorosos.
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Formidable
FanficDespués de años enfocándose en su carrera deportiva, Tôru Oikawa vuelve a Japón. Kôshi Sugawara lleva una vida aislada a todo lo que fue su adolescencia. Quizas un encuentro refresque a sus corazones. Todos los personajes pertenecen a Furudate Haru...