5. Amigo.

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Asahi había sido siempre un buen consejero. Ni hablar cuando se trataba de escuchar.

Suga era consciente de aquello, pero trataba de no ser una molestia. Sin embargo, comenzaba a meditar la idea de aceptar la invitación de su amigo a beber.

Después de meses de no verse, le haría bien fraternizar con alguien cercano, para variar. Si bien había conocido a Michimiya el mismo tiempo que a Asahi, simplemente se negaba a abrirse con ella. No cuándo los vinculaba un pasado tan personal.

Bostezó con cansancio. Tomar apuntes resultaba difícil cuando la monótona voz de su profesor le daba ganas de dormir. Había trabajado doble turno y comenzaba a arrepentirse.

El ambiente en el aula coincidía con au estado, aburrido. Eran varios los alumnos que ya se habían rendido ante el sueño, y descansaban plácidamente sobre sus brazos cruzados en los pupitres.

La pantalla de su teléfono se iluminó, dejando ver una notificación.

"En el bar de siempre, a las ocho".

Le resultó gracioso, el hecho de que Asahi siempre organizaba las reuniones en un bar, más nunca bebía alcohol.

—¿Entendieron? Este concepto es muy importante —habló el profesor, sacándolo de su estado de enajenación. 

La clase continuó de la misma forma hasta que el reloj marcó las dos de la tarde. Fueron pocos los que se levantaron efusivos para retirarse, ya que la mayoría aún salía de aquel estado de somnolencia al que los había inducido la cátedra.

Caminó con ligereza, recorriendo veredas, en dirección a su casa. Al pasar frente al complejo de apartamentos, no pudo evitar mirar con atención. Pero no había nadie allí.

Todavía pensaba en como agradecer correctamente la acción de Tôru Oikawa.

Se sonrojó al pensar en lo imprudente que fue al cruzar tan distraídamente la calle. Y lo ridículo que debió haberse visto. Apresuró el paso, avergonzado ante tal recuerdo.

No tardó en llegar a su hogar; una pequeña casa de alquiler, que contaba con apenas espacio para dos. Claro que, para él era más que suficiente. Y además, era accesible en cuanto a lo monetario.

Se bañó con rapidez y se sentó a leer. Debía adelantar algo de estudio, sin importar que aún la fecha de exámenes fuera lejana. No quería atrasarse.

[...]

No tardó en sentir humedad en su mejilla, y al levantar la cabeza, vió aquel hilo de saliva desprenderse de la hoja impresa.

Se había dormido sobre sus apuntes.

No fue eso lo que le llamó la atención, sino el reloj, cuyas agujas daban quince minutos para las ocho. 

Corrió a vestirse, revolviendo su clóset con prisa. Odiaba dejar esperando a sus amigos, y el bar quedaba a veinticinco minutos de allí.

Por suerte, llegó en menos, ya que había corrido. Asahi lo esperaba en la barra, ya acompañado de un vaso de cristal lleno hasta la mitad de agua.

—Lo siento —se disculpó agitado, sentándose en el taburete al lado de su amigo—. Me quedé dormido.

El otro solo le dedicó una sonrisa compasiva.

—Deberías descansar más. ¿Por qué no renuncias a los turnos dobles? —le reprochó—. Puedo prestarte dinero si no te alc...

—No —Koshi respondió tajante—. Ya hablamos de esto, Azumane. No quiero ser objeto de lástima de nadie.

—No es lástima...

Asahi decidió no insistir, sabía que hacer enojar a su amigo no era buena idea. Pero aún así, estaba preocupado. La expresión de cansancio en el rostro de Suga era notoria.

Ignorando aquella preocupación, ex-armador de Karasuno pidió una botella de sake.

—¿Y qué cuentas? —le preguntó a su compañero, destapando la bebida.

El aspecto de Asahi no podía ser mejor; con el paso de los años, había logrado superar ciertas inseguridades. Además, se lo notaba contento, y Suga moría de ganas de saber por qué.

—Ya sabes, lo de siempre —respondió con rapidez, casi evadiendo la verdadera respuesta.

—Asahi —insistió koshi lleno de curiosidad.

—Conseguí trabajo como principiante en el staff de una marca de ropa reciente —finalmente, y con palabras apresuradaspor la emoción, el castaño reveló todo. 

Suga sonrió inmensamente, abrazando a su amigo y felicitándolo docenas de veces.

En realidad, Asahi hubiera preferido no contárselo. Era consciente de la complicada situación en la que se encontraba su amigo. No era fácil ver a Suga cargado de trabajo, haciendo su mayor esfuerzo por terminar sus estudios. Le resultaba doloroso vivir tan lejos, ya que se veían poco, y cada vez que se reunían lucía más cansado que la vez anterior.

Sentía que estaba restregándole su progreso en las narices.

Suga, sin embargo, no tenía ningún pelo de tonto. Y conocía lo suficientemente bien a Asahi, para adivinar, tan solo por su expresión, lo que pasaba por su mente en ese instante.

—Descuida —lo tranquilizó, y bebió un sorbo de sake—. Estoy bien, mi mamá me está ayudando. Con suerte en un año y medio terminaré mis estudios. 

—Sabes que tienes mi apoyo —Asahi sonrió cálidamente. 

Suga le devolvió el gesto, y pensó en que debía alivianar el ambiente. Buscó entre sus pensamientos, un tema de conversación distractor. 

—Oh —exclamó al encontrar un escape perfecto—. ¿Sabes quién regresó a Japón?

El interés se reflejó en el rostro de Asahi.

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