Tormenta indescifrable

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— ¡¿Quién sería capaz de hacer algo cómo aquello?! — el rey exclamó sentado en su trono. Los únicos en la habitación eran al capitán de la guardia, Joseph Turner, el soldado que los había guiado a la habitación anteriormente, Derrick, unos guardias resguardando las puertas, el rey, y Katerina. Joseph permanecía mudo, y Derrick hacía lo mismo que su superior. Ambos estaban parados, con las espaldas erguidas y las manos detrás de la espalda, viendo al frente, con el rostro inexpresivo.

Kat estuvo a punto de decir algo, pero las puertas se abrieron interrumpiéndola. Unos hombres que parecían preocupados y alterados cruzaron por las imponentes puertas. Eran seis hombres. Cinco eran los miembros del Consejo Principal, y el último era el Consejero Real. Todos tenían el pelo ligeramente blanco, barba y vestían ropas elegantes, dignas de un hombre de sangre azul. Ninguno de ellos notó la presencia fría y estática de Kat, contra una de las paredes de la sala, viendo y analizando el rostro de cada uno de los presentes.

— ¿Qué es lo que está sucediendo aquí, majestad? — la voz de uno de los miembros del Consejo Principal intentó sonar tranquila e inexpresiva, pero mostrar su nerviosismo y miedo ante la situación le era imposible.

— Eso es lo que me gustaría saber, Devlin — la voz del rey era dura, pero al igual que el resto de los presentes, estaba nervioso.

— Majestad, esto podría ser una farsa, un intento de rebelión… — comenzó a decir otro de los miembros, per Kat lo interrumpió.

— Es magia — la voz de Kat era inexpresiva. Ella no demostraba nerviosismo o miedo. Ella estaba totalmente tranquila, sus emociones estaban bajo control y sus ojos no mostraban ningún atisbo de sentimiento. El color tormentoso de sus ojos era como una telaraña de sentimientos, incapaz de ser descifrada. Ella era compleja, y al ver directamente a sus ojos, lo único que encontrarías sería vacío.

Todas las miradas se centraron en la chica de cabello negro y ojos grises. Miradas curiosas y sedientas, confundidas e incrédulas, hasta incluso enojadas y desafiantes. Ella miró a cada unos de los ojos de los presentes. Desafió su mirada como en un duelo de espadas, y todos se rindieron antes de la primera estocada.

— ¿Qué quieres decir con que fue magia? —preguntó el Consejero Real, llamado Guitherme. La palabra prohibida fue claramente remarcada, su tono más incrédulo, sarcástico y duro en esa única palabra. Era imposible que la única mención de esa palabra pudiera causar ese tipo de reacciones. — La magia fue erradicada del reino hace años, incluso décadas. Es imposible.

— Entonces explíqueme como esos escarabajos fueron colocados dentro de ese hombre sin haber hecho antes una incisión. Eso es imposible, Guitherme.

— ¡Esto es inaceptable! ¡La magia fue…

— Erradicada, eso me quedó claro — terminó Kat por él. Se separó de la pared de piedra y comenzó a caminar por el lugar distraídamente. — Pero como usted dijo, fue erradicada del reino. — citó las mismas palabras del hombre que se paraba junto a sus compañeros con una mirada furiosa. — Pero este reino tiene un límite, una frontera — continuó ella haciendo caso omiso a la mirada amenazadora de aquellos hombres. — Fuera de las fronteras, lejos del reino, se practica la magia. La magia continua existiendo, Guitherme. — La de los ojos tormenta sonrió de lado. — ¿O creía que después de la frontera únicamente había hombres con brazos del tamaño de su cuerpo que solamente son capaces de aplastar cabezas y demoler construcciones?

— Lo que yo digo es que la magia fue…

— ¿Es que aún no le queda claro, Guity? — una de las cejas de Kat se elevó considerablemente. — La magia existe, es parte de la vida de la gente — miró al hombre directamente a los ojos. — Al cruzar esas amadas fronteras, la magia y el terror abundan de una manera que no imagina, señor Guity.

Princesa asesina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora