Prólogo (Editado)

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Entre en la biblioteca de mi instituto con la intención de hacer algo. Bueno más bien de encontrar a alguien y sabía que estaría ahí. Y así fue, allí estaba, con sus ojos verdes fijos en los libros de clase que se hallaban perfectamente colocados encima de la mesa de madera. Era característico de ella, una chica organizada aparte de preciosa.

No podía dejar de mirarla. Su larga melena cobriza estaba cogida en un moño desmarañado y sus gafas de pasta negra, las cuales usaba muy poco, colgadas de su camisa. Llevaba unos Levis negros ajustados, una camisa a cuadros roja y negra y unas Vans negras y blancas.

Me moví con cuidado por la biblioteca y la observe desde detrás de una de las estanterías de la sección de  Historia de España. Tenía que dejar de mirarla así y  centrarme en lo que había venido a hacer pero no podía. Mi mente solo podía pensarla y mi cuerpo no quería moverse de donde estaba, así era imposible.

De repente ella levantó la cabeza y se quedó mirando fijamente la puerta de entrada a la biblioteca. Miré yo también y me encontré con que sus amigas entraban y se sentaban a su lado. Desde ese momento ella no dejaba de reír y su bonita sonrisa no dejaba de estar presente en ningún momento. Era parte de ella, era su propia personalidad y la capacidad que tenía de verse siempre tan alegre. Era perfecta. He de admitir que nunca he llegado a decir una sola palabra con ella. Solo alguna que otra mirada que a la vez que se encontraban se perdía al instante. Yo las recordaba pero ella no. Me enamoré de ella de tal manera que sabía que nunca sería correspondido. Ella se merecía a alguien muchísimo mejor que yo, alguien que la pudiera dar todo. No era yo.

Hoy era 14 de Febrero una fecha perfecta para pasar el día solo y en casa, que irónico ¿verdad? Pero la verdad es que llevaba esperando este día meses. Estaba completamente decidido a hablarla aunque fuera en una biblioteca. La había comprado una rosa, pero no una rosa cualquiera sino una azul. Quería que fuera algo especial que no olvidara.

Nerea se levantó de la mesa y se dirigió hacia la estantería en la que me encontraba. Me entro los nervios y no se me ocurrió otra cosa que darme la vuelta y querer irme pero cuando me di la vuelta choqué contra alguien. Era ella. Se le cayeron todos los libros que llevaba en sus manos. Rápidamente me agaché a recogerles pero tuve la tan mala suerte que bajamos a la vez y nos dimos un cabezazo

-Perdón ha sido mi culpa... las dos cosas - la dije con la voz temblorosa. Madre mía la tenía a tan pocos centímetros de distancia.

- No te preocupes no ha sido nada. Un pequeño choque. – me contestó sonriente y sin quitarme la mirada. Algo que me puso aún más nervioso. Me aparte y tras coger el último libro me levante y se lo tendí. Ella le recogió sin decirme nada y nos quedamos en silencio.

- ¿Necesitas ayuda? - ¿pero qué pregunta era esa? Estaba quedando fatal.

- No gracias mi mesa esta ahí al lado - dijo señalando en donde estaban sus amigas mirándonos y cuchicheando

- Vale, yo creo que me voy a ir yendo. Adiós - salí avergonzado y casi corriendo pero tuve que frenarme en seco porque se me olvidaba algo. La rosa. Iba a ir a por ella cuando su voz me llamó.

- Ey perdona te dejaste la rosa. - dijo gritando en mi dirección sonriendo -  Es demasiado bonita para que te la olvides y además a la que sea su nueva propietaria le encantará.

- Quédatela es toda tuya. Ya no la necesito – la sonreí de vuelta y me giré. No había sido el encuentro que quería pero todo es mejor que nada. Y nadie me podría quitar la sonrisa por hoy así que no me quejaba. Sabía que la seguiría queriendo y que eso me haría daño, ya me lo advirtieron pero no había nada que hacer. Pero debía de olvidarla, eso lo sabía.

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Aquí os dejo el capítulo editado. Espero que os guste. Un beso

Virtual Love ©(#LV1)(#LV2)  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora