Prólogo

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El Upper East Side es la zona chic de Manhattan, familias "de toda la vida" viven aquí incluyendo ricos banqueros y abogados de prestigio. Los Rockefeller, los Kennedy y los Roosevelt también vivieron aquí. En esta pequeña parte de Manhattan hay más gente adinerada por metro cuadrado que en cualquier otra zona de Estados Unidos y entre ellos estoy yo.

Vivo en el lugar perfecto para aquellos que aman las marcas y la moda, Madison Avenue es la calle más importante en cuanto a shopping se refiere, con tiendas de diseñadores famosos y lujosos centros comerciales. Mi adicción son los zapatos, tengo infinidad de ellos, posiblemente mi armario sea más grande que el resto de mi habitación.

Sé que sonará egocéntrico pero mi vida es absolutamente perfecta, levantarme en las mañanas y salir al balcón solo para admirar los rosales de mi madre. Ella me enseñó todo lo que sé, estudié ingeniería química pero la afinidad con las flores viene desde niña.

Respiro profundo con mis ojos cerrados permitiendo que el dulce aroma del jardín inunde mis sentidos. Un ruido extraño me hace girar el rostro, veo gente entra y salir de mi casa.

-¿Que está sucediendo?- digo mientras busco una bata para cubrir mi diminuto pijama.

Bajo las escaleras con velocidad y noto de inmediato que varias de las pinturas y esculturas que decoran los espacios ya no están.

-Oiga!- grito desesperada a dos hombres que están cargando una valiosa antiguedad -ese es uno de los objetos antiguos más famosos y valiosos del mundo, proviene de la colección del conde de Harrington en el siglo XVIII.

-Pobre niña rica- dice uno de los hombres en un perfecto Español.
Son idiotas o creen que no les entiendo?

Salgo disparada cuando un fuerte ruido estremece el lugar y quiero morir al ver de dónde proviene.

Mi hermoso Range Rover está siendo remolcado por una grúa.

—¿Quien autorizó mover mi auto?— le gritó al tipo que opera dicho monstruo y me ignora.

Abro la puerta de mi auto para sacar los documentos y mi licencia, cierro con las caderas y me giro hacia el hombre que veo dando órdenes.

—Libere mi auto ahora mismo, todos mis papeles están en regla puede revisar— digo tendiendo los documentos hacia él.

Soy ignorada de manera magistral mientras el hombre presiona los controles que suben mi coche hacia la plataforma y a su vez a mi. Sin poder evitarlo soy arrastrada sobre la plataforma grasienta. Los trabajadores se parten de risa al verme gritar y despotricar improperios en todos los idiomas que domino mientras miro el cordón de mi bata trabado en la puerta de mi auto.

Cómo puedo logro levantarme y termino por despojarme de la estúpida bata, entro nuevamente en mi casa, llena de grasa y apestando a mecánico.

—¿Que alguien me diga que sucede?— grito al borde de una crisis.

—Carissa—la voz de nuestro abogado se hace escuchar sobre todo el ruido generado por los extraños en mi casa —¿Qué te ha pasado niña?

—Luke, que alivio— logro articular.

—Tranquila, todo va a estar bien— Hace ademán de abrazarme, pero en mi deplorable estado se lo piensa.

—¿Nos estamos mudando?— pregunto indignada —Papá jamás lo mencionó y no pienso abandonar mi jardín por nada del mundo, ¿De qué se trata todo esto?

—Carissa, yo creo que lo mejor será sentarnos.

Caminamos hacia la sala principal y al no ver un solo mueble, continuamos hasta la cocina. Luke me insta a tomar asiento frente la barra mientras sirve un vaso de agua que luego me ofrece.

CarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora