Capítulo 8

40 7 5
                                    

Matthew

Llegamos al rancho e intento no hacer mucho ruido mientras le ayudo a bajar de la camioneta. Abro la puerta que da a la cocina con cuidado y la ayudo a sentarse en la silla que aparto para ella.

—Este es el sueño más extraño que he tenido— balbucea.

—¿A qué te refieres?— pregunto mientras pongo a calentar el café.

—A ti siendo amable, esto definitivamente es un sueño— dice y luego suspira como frustrada.

—¿Y cómo soy realmente?— pregunto por curiosidad.

—Pueeees… Eres un ogro, deberías llamarte shrek— se ríe —también eres un idiota, arrogante, prejuicioso y hasta presumido, crees que te las sabes toooooodas pero noooo— señala negando con un dedo y me acerco hasta quedar frente a ella.

—Uff… Deberías estar preso, ser tan sexy debería ser ilegal— dice y acaricia mi rostro —te besaría si supiera como hacerlo, tú en cambio debes ser toooodo un experto —intenta levantarse y la sostengo.

—Un momento, ¿Cómo que no sabes hacerlo?— pica mi curiosidad.

—No— se encoge de hombros —no lo sé, después que murió mi madre estuve taaaanto tiempo en casa, nunca nadie ha llamado mi atención así que simplemente— suspira  —Esa Valeria es definitivamente tu tipo, ¿cierto?— me mira con el ceño fruncido –ella es realmente el tipo de cualquiera, Señorita muchas curvas— se burla haciendo una voz bastante graciosa que me hace reír.

—Creo que ya es hora de acostarte— digo sentándola nuevamente.

—Siiii, Definitivamente el ogro es mucho más lindo en mis sueños — dice abrazándose a mi cuello.

-
—Tú eres hermosa— paso mis dedos por sus mejillas sonrojadas y ella cierra los ojos ante mi tacto, su respiración se acelera y sus labios se entreabren como esperando ser besada y toma todo de mí no hacerlo.

Me pongo de pie para servirle el café, ella toma algunos sorbos y luego la ayudo a llegar hasta su habitación. Apenas siente su almohada se acurruca balbuceando palabras inentendibles, descalzo sus pies y la cubro con las mantas.

Bajo a servirme una taza de café y no puedo evitar recordar la manera en que ella se sonroja, como se tensa su cuello cuando está nerviosa, como se acelera su respiración cuando estoy muy cerca.

Mi mente evoca el día que la vi emerger del agua como una sirena, la gotas rodaban por su delicada piel y esos hoyuelos en su espalda baja. Mi cuerpo entra en tensión preso de su recuerdo y
me pregunto, ¿A qué sabe su inocencia?

—Demonios Matt, no vayas por ahí— digo en voz alta para mí mismo.

Despierto muy temprano para recibir un encargo del vivero, la estructura que comencé a armar esta madrugada está casi lista, no es muy grande pero sé que le gustará. Quiero terminar lo antes posible, no he podido dormir nada pues quería tener todo listo hoy mismo.

—¿Armas una casa de muñecas para Ava?— comenta mi madre sonriente.

—No madre, es una sorpresa— digo limpiando mis manos del pantalón.

—Te he traído limonada fresca— me ofrece un vaso, me quito la camisa para limpiarme el sudor del rostro y acepto la limonada.

—Gracias, está deliciosa madre— beso su mejilla.

—Dios, estás muy sudado hijo— se aleja —deberías entrar el sol ha estado muy fuerte hoy.

—Estoy acostumbrado madre, no te preocupes de todas formas no falta mucho— respondo retomando mi labor.

CarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora