Amor Extraño (Rulexby)

Cap. 4: Perdidamente Enamorado

Narra Rubén.

El partido sería mañana y yo estaba muy nervioso pero también preocupado. Resulta que quizá Alex no podría jugar y era el mejor de mis jugadores, sin él sería más difícil ganar a esos creídos asquerosos de los Falcons. Lo que no sabía era por qué me preocupaba por Alex... Yo lo odiaba, ¿verdad?

*Flashback*

Estábamos entrenando en el campo de fútbol. Alejandro lo estaba haciendo demasiado bien así que decidí hacer una pequeña trampita. Me acerqué a él y le hice la zancadilla sin que nadie se percatase y cayó al suelo mientras yo contenía una risa burlona.

- ¿Está rico el suelo? - le pregunté con una sonrisa hipócrita. Él sólo me miró con odio.

*Fin del flashback*

Vaya... Qué asco de persona había sido... No me puedo creer que llegase a hacerle esas cosas a Alex. No sé si podría siquiera jugar sin él, ocupa todo mi pensamiento...

Me acosté, regañándome a mí mismo por preocuparme tanto por Alex. Había pasado de ser un pasota (que pasa de todo) malcriado a preocuparme y pensar en él. Esto se estaba volviendo raro, yo no era gay, a mí me gustaban las chicas...

Al día siguiente.

Me desperté algo deprimido aún por el tema de Alex. Quería verlo, saber que estaba bien...

Me puse una chaqueta negra, vaqueros oscuros, mis deportivas de Adidas y la gorra del creeper. Caminé hacia el instituto intentando parecer calmado por fuera, pero por dentro estaba ansioso, preocupado. Y sólo por él. En unos días ya se había ganado todo mi apoyo y mi cariño. Yo estaba bastante preocupado por una pregunta que llevaba días en mi cabeza. ¿Qué piensa Alex de mí?

En estos pensamientos llegué al instituto y vi a Alex hablando con algunos del equipo. Me acerqué a saludar.

- ¡Hola! - dije animado.

- Hola, Rubén. - dijeron ellos con un ligero tono de respeto.

- ¿Qué os pasa? - ¿por qué se comportaban tan raro? Hace un ratito reían animadamente... ¿Hice algo malo? ¿Rumores?

- Nada, sólo que en el entrenamiento nos dijiste que como eras un ser superior, que te tratásemos como tal. - dijo Samuel tímidamente. ¿En serio yo hice eso? ¿Tan mal me porté con ellos? Las cosas iban tan mal entre nosotros que hasta me tenían miedo...

- Lo siento, quería decir eso. Sois grandes amigos chicos - hubo una pausa y se escuchó el timbre que indicaba la entrada a las clases. - Os veo en el partido - dije dándole una palmadita a Alex. Yo sabía perfectamente que le había dado esa palmadita para tocarle. Quería sentirlo otra vez... ¿Pero qué digo? Esto se está volviendo muy gay.

Entré a clase y pasé totalmente de la aburrida clase de Historia. ¿A mí que más me da el Napoleón ese? Por mí como si sigue vivo.

Por fin acabó el tiempo de clases y me disponía a dirigirme al partido cuando una chica me detuvo. Lana. La chica más guapa y popular del instituto, todos los chicos se morían por ella, excepto Samuel, Guillermo, Alex y yo. Lanita se acercó a mí.

- Ufff Rubén, ¿no tienes calor? - me dijo con un guiño. En otro momento me habría puesto... Ejem. Pero ahora que sentía algo por Alex mi cuerpo no reaccionaba.

- No, la verdad creo que está bien la temperatura. - le dije para ver su reacción. Fue una cara de molestia y se quedó pensativa un instante antes de pegarse a mí y poner mis manos en su cintura.

- Y si... ¿hacemos que suba? - me dijo acercando su rostro peligrosamente. Yo retrocedí, cortándole el rollo por completo. No quería hacer algo de lo que arrepentirme.

- Lo siento, tengo partido - dije fríamente - Además, mi corazón pertenece a alguien aparte.

Me alejé mientras notaba como ella y sus amigas me fulminaban con la mirada, pero no volteé. Por fin llegué al campo de fútbol y me fui al vestuario después de saludar al entrenador. Me cambié y me puse el equipamiento de los Warriors. Salí al campo y vi a Alex acercarse con curiosidad en su mirada.

- ¿Quién es ese alguien al que le pertenece tu corazón? - remarcó bastante el "alguien". ¿Estaría celoso?

- Oh... Yo... Eh... Verás ummm... - empecé a decir palabras y a sonreír nerviosamente mientras pensaba una excusa para no decir la verdad.

- Rubén, hora de machacarles - dijo el entrenador de repente. Le agradecí eternamente por sacarme de esa incómoda situación. No quería decírselo, aún no.

- Te veo luego Alex - dije dándole un abrazo. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y me separé riendo nerviosamente. ¿Qué estaba haciendo? No entendía esto del amor, era demasiado complicado. El amor te hace sufrir, ¿por qué siento eso? Amor, un doloroso sentimiento.