Capítulo 13

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Alessandra
Al otro día me levanto como si ayer no hubiera ido a uno de lugares más peligrosos de la ciudad, hubiera matado a un grandulón por salvarle el trasero al imbecil de Matthew y para rematar, ahora a otro imbecil le dio por vigilar mis pasos.

¿Es normal estar rodeada de tantos imbeciles?

Estoy de camino a la prepa y le rezo a todo los santos que existen para que todo el día no me tope con la innecesaria presencia de Matthew, explicarle lo que vio en ese lugar solo nos traería problemas a los dos, bueno ya yo los tengo, no quiero implicar a más personas en mi mierda.
Llego a las puertas de la entrada y no me sorprende ver al director esperándome. Pelear con Hanna frente al despacho del director y luego fugarme de la prepa, no fue una de mis mejores ideas. Pero a la mierda el sistema, estoy cansada de que Hanna y de que todos estos malditos entrometidos traten de hurgar en mis problemas ¡Al diablo todos!

— Querido director a que debo su grata bienvenida, no sabía que usted era un hombre de tan buenos modales - este me mira y su rostro muestra enfado del gordo - Por dios cambie esa cara hombre - le doy un pequeño golpe en el hombro - Es un hermoso día de lunes, el sol brilla, los pájaros cantan y la sonrisa de mi director es lo único que falta.

— Señorita D'Angelo evítese usted todo este circo o me replantearé el expulsarla de la institución ¿Entendido?

Asiento y lo sigo hasta su oficina, que por cierto menuda oficina. Un escritorio de caoba negro, una librería que ocupa toda una pared, un sofá/cama en un lateral y en el fondo un gran ventanal cubierto por unas horrendas cortinas color lila.
Arrugo la nariz. Definitivamente esto debe ser obra de una mujer, el director en si no tienes las pintas de tener mal gusto a la hora de la decoración, es más porta consigo un aire de elegancia y poder, cualquiera que lo ve pensaría que es un poderoso empresario y no un director de una patética preparatoria.

— Director, si la mujer que puso las cortinas, tiene esos gustos tan feos, no me imagino como folla - este me mira y todo en sus ojos grita desaprobación ante mis palabras, no me responde y sigue hurgando entre unos documentos.
Pasa así quince minutos y yo comienzo a aburrirme,no tengo más opción que joderlo.

— Director enserio cambie de mujer, ese color no pega mucho con usted. Su mujer debe ser la típica que lo espera en casa con la cena servida en la mesa, esperando cumplir los deseos de usted antes que los suyos.

Él vuelve a mirarme y con la misma vuelve a ignorarme, eso me enfurece en niveles extremos por lo que no detengo mi impulsiva respuesta.

— Su mujer es una anticuada.

— ¡Cállate! ¡No sabes nada! - por el tono de su voz deduzco por mi propia cuenta, de que la persona encargada del regalo le pasó algo, que a él lo marcó de por vida.

— Lo siento yo ... no .. - su mirada cambia radicalmente y ahora destila frustración.

— ¿No querías que? Los puñeteros viente minutos que llevas sentada en esa maldita silla, solo te han servido para joderme la existencia. Y si, esas malditas cortinas son horrendas y sin ningún tipo de estilo, pero me las regalo mi mujer - se hace un silencio y luego él lo rompe con un susurro como si no quisiera creerlo - Y esta muerta.

— Yo, en verdad no que...

— Ya lo que tú querías o no, queda en segundo plano. Tus castigo por meterte en una pelea con la señorita Rowling y luego escaparte es limpiar la cafetería con otros cinco estudiantes, por lo que queda de semana. Ahora sal de mi despacho y evita los problemas porque esta vez no lo pensaré dos veces para expulsarte.-
Tomo mi mochila de suelo, no replico, no protesto, no maldigo, sé que no es el momento. Le hice abrir una herida que muy adentro se  que le costó sanar y que por mi culpa ahora el objeto de sus pensamientos va a ser el romance frustrado por la muerte de su amada.

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