Cuando Dios creó el mundo lo dividió en 7 reinos, pero dos de ellos cometieron una traición desencadenando La Gran Guerra del Equilibrio. La Deidad Suprema Luna custodió a los descendientes de cada reino que fueron enviados a las estrellas, menos a...
Un tenue rayo de luz mañanera atravesaba la ventana de la habitación dando a parar en mi delicado rostro. Poco a poco me fui desvelando hasta abrir los ojos. Con tranquilidad me incorporé para sentarme en la cama mientras me rascaba delicadamente los ojos con el dorso de mi mano. Giré la cabeza hacia el hueco a mi derecha, pero encontré solo eso, un hueco vacío, por lo que me asusté un poco al no encontrar a mi rubio amigo al lado. Alejé las sábanas de mi cuerpo hacia un costado y saqué mis pies de la cama hasta que chocaron con el frío suelo de madera. Me puse en pie, me coloqué el batín y las zapatillas, entonces empecé a escuchar algo de jaleo proveniente de la planta baja y seguido, alguien llamando a la puerta.
— ¿Joven Kim, está despierto? — Era Young-Mi, como todas las mañanas.
— Sí, adelante. — Respondí.
Justo después, la puerta se abrió dejando ver a la mujer con su delantal.
— Buenos días, veo que ya ha estrenado mi regalo. —
— Buenos días para usted también, y sí, muchas gracias por el regalo, aunque no hacía falta de verdad, debió de costarle muy caro. —
— Siempre tan amable y educado, no se preocupe, ha sido un pequeño detalle. — Decía mientras colocaba unas ropas dentro del armario.
— Young-Mi. — Llamé su atención.
— ¿Sí?—
— ¿Sabe dónde está Jimin? —
— Ahh sí, el Joven Park. Se fue hace una hora, dijo que tenía temas pendientes en el reino. Ni siquiera me dejó hacerle el desayuno, que niño. Con lo importante que es que se alimente bien. —
El alboroto de la planta baja empezó a ser más fuerte, justo con unos rápidos pasos en las escaleras y el pasillo. Un par de largas cabelleras largas se asomaron por la puerta de mi habitación. Eran Rosé y Jennie.
— Señora, no hemos podido detenerlo, ni siquiera los guardias. — El semblante de Young-Mi cambió a uno serio.
— ¿Detener a quién, Young-Mi? — Pregunté intrigado.
— No se preocupe, no es nada importante.— Me explicó y se giró hacia las muchachas. — ¿Dónde está? —
— Está subiendo hacia aquí. — Dijeron al unísono.
Inmediatamente, alguien apareció detrás de las jóvenes sirvientas.
— ¿Jungkook, qué haces aquí? —
— Le dije que esperara abajo, pero al parecer no puoe esperar. — Se defendió Young-Mi dedicando una mirada matadora hacia el pelinegro.
— Está bien, déjennos solos. —
Todas abandonaron la habitación inmediatamente, cerrando la puerta y quedándome a solas con Jungkook.
La situación se me hacía bastante incómoda. Él vestía en la parte superior de su cuerpo una camisa negra de manga larga con un chaleco sin mangas negro con botones y decorado con detalles en gris y unos pantalones simples de traje en la parte inferior. Todo se ceñía perfectamente a su cuerpo. En cambio yo, me encontraba en pijama bajo la atenta mirada de Jeon.
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