P a r t e 20 (Final) Un pacto con la muerte

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Todo podra derrumbar mi mundo pero me mantendré de pie si tan solo te veo sonreír, porque te convertiste en la luz de mi camino de regreso a ti.


Me acerque lo más sigilosamente que pude hasta la camilla aunque sabía que no iba despertarse. Yunho estaba profundamente dormido.

La posición del sueño había hecho efecto hace diez minutos, tener que usar estos métodos para mantener seguro a Yunho y mentirle en la cara no había sido mi intención, pero las cosas había resultado de esta manera. Todo por su seguridad.

Me senté en una de las sillas y sujete su mano.

—Lo siento Yun, por todo. Lamento que las cosas hayan resultado de esta manera, si al menos hubiera sido menos egoísta y dejado de lado nuestras diferencias preguntándome porque entre miles de personas  tenías que ser tu — extiendo mi mano y quito algunos cabellos de su frente —. Quizás ahora las cosas hubieran sido distintas. No me odies por mi elección. Escogí salvar tu vida, no porque considere que la mía sea menos valiosa que la tuya, sino porque me aterra pensar que al abrir los ojos no podré volver a verte jamás. Te quiero Yunho de la manera más honesta y sincera posible.

Me levanté y me incline hacia delante estampando mis labios en su frente. El rose se sintió cálido, pero solo duro unos segundos.

La puerta se abrió con brusquedad y Yue se asomó.

— Es hora

Mire una vez más a Yunho y deje la habitación.

«Sin remordimientos»

Ese fue mi mantra todo el camino. Desde que dejamos la fortaleza no había dicho nada, pero ese extraño presentimiento se había vuelto a instalar en mi pecho.

Dejamos atrás la avenida para adentrarnos en una vía desolada. Toda la carretera en penumbra me asusto.

Las luces del auto que alumbraban el camino comenzaron a titilar y de pronto un grito se escuchó desde algún lugar del descampado.

— ¡Qué diablos!

Grito Anong quien iba al volante.

— ¿Qué sucede?

Pregunté con mi voz alarmada, entonces vi la sombra negra que destellaba en la oscuridad a través de la ventana. Dos segundos se sintió un golpe seco en parte de arriba del techo del carro. Anong se sobresaltó y tuvo que frenar de golpe.

El pecho me subía y me bajaba de forma frenética.

—¿Qué es esa cosa? — pregunte mientras me acercaba a la ventana y miraba a través de la oscuridad. Tuve que apoyar las manos en el cristal para ver mejor y mi aliento choco contra él.

Tenías que ser tú⇝( Almas perdidas)Where stories live. Discover now