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Después de usar un hechizo que les permitiera caminar sobre nubes, ambos canes fueron a la tierra alada por la gema que necesitaban, para pasar desapercibidos Mikellino se volvió a poner su corona y aparentaria estar de visita por asuntos reales, así mientras él distraía a los reyes, Mike.exe robaría la gema, crearía un caos y los dos huirían entre la conmoción.

El único inconveniente es que al llegar habían miles de guardias alrededor del lugar donde resguardaban la gema, alguien la había robado.

- Príncipe Mikellino- lo reconoció uno de los presentes- me sosprende lo rápido que ha venido, mi nombre es Rius, líder de la guardia real, quizás conozca a mi hijo Riumba.

- ¿Riumba? Oh, claro, usted debe ser su madre, me ha hablado mucho de usted- recordó el joven.

- Y a mí de usted, sigame- lo tomó de la mano- le enviamos una carta esta mañana de aviso urgente, no sé si se tomó el tiempo de leerla, le diré los detalles, un chico enmascarado entró al reino esta mañana y se llevó la joya Hemels frente a nuestros ojos, luego desapareció sin dejar rastro.

- ¿Me lo describiría?

- Estaba encapuchado, solo distinguí que era alto y delgado, aunque en muy buena condición física, el resto no pude verlo.

- Ya veo, ¿Puedo investigar por ahí?

- Claro, yo le enviaré una carta de agradecimiento al rey Trollino por su rápida respuesta y permitirnos su presencia.

Antes de que Mikellino pudiera detenerlo ya se había ido, ahora debían salir lo más rápido posible o enviarían tropas por él.

Buscó a Mike.exe por el pueblo y lo encontró en un callejón ahorcando a un extraño, luego de un rato el tipo quedó inconsciente y lo arrojó al suelo.

- Pensé que lo matarías- interrumpió el mayor.

- ¿Eh? No, ya no quiero asesinar más gente, debo cambiar por mi dueño, nunca es tarde, pero si lo dejé inconsciente porque estaba borracho y me coqueteó, al parecer pensó que era una chica común y corriente.

- Ya veo, bueno, él se lo buscó.

- ¿Descubriste por qué hay tantos guardias en el castillo?

- Esto no te hará feliz, pero, alguien vino esta mañana y robó la gema, y ahora mis padres vienen en camino.

- Entonces debemos irnos.

- Si...

Cruzaron el portal que los llevó a ese lugar, el azabache pensó por un momento en despedirse, aunque sabía que eso pondría en riesgo al menor, y nada era más importante que la seguridad del pequeño.

El pelimoztaza se encerró en una habitación donde guardaria las gemas obtenidas, luego de unas horas fue con Mikellino.

- Mira lo que logré hacer- tenía en su pata la gema que acababan de robar y la teletransportó a la anterior habitación.

- Wow, es increíble, pero, ¿De qué nos servirá?

- Verás, como declaré esas gemas como mías al robarlas tengo control sobre ellas y puedo teletransportarlas hacia mí o a donde quiera, así si estamos en un aprieto la gema estará a salvo.

- Hablando de eso, tengo una idea para encontrar la gema Hemels.

- ¿En serio? Dímela.

- Podemos usar a Lahr para que nos guíe a donde está, luego enfrentamos al ladrón y nos llevamos la joya.

- Eso es muy inteligente, creo que la buscaremos hasta el último, no quiero ganar más enemigos, solo me harían más difícil conseguir las otras gemas.

- Me parece bien.

- Okey, ¿Qué quieres cenar?- preguntó el más pequeño, pues ya era de noche.

- Creo que ví unos paquetes de spaghetti en la alacena, aunque no es muy recomendado cenar comidas fuertes.

- Bueno, podríamos arriesgarn...- de pronto el cachorro se puso rojo, trataba de controlar su respiración, esto le extrañó a Mikellino, pero al acercarse el exe salió corriendo.

- Mike.exe, espera- lo persiguió, pero el menor se encerró en una habitación, de la cual parecía que salían gemidos ahogados.

- V-vete, por f-favor, corre lo m-mas lejos que puedas y n-no hagas caso a l-lo que te diga- le dijo a través de la puerta con la respiración entrecortada.

- No me iré hasta saber qué es lo que te pasa, debo asegurarme de que estés bien.

- E-estoy bien.

- Entonces abre la puerta.

- No.

- Por favor, déjame ayudarte, confía en mí.

- ... Confío en ti.

Sintió como la puerta fue abierta, adentro todo estaba oscuro, y olía de una forma muy peculiar, el olor era placentero de cierta manera, sentía que ya lo conocía de antes.

Buscó con la mirada a su exe y lo encontró al pie de la cama rasgando su capa para quitársela, cuando lo logró volteó a ver a Mikellino, su mirada se veía lujuriosa y no hacía faltaba adivinar para saber que no tenía buenas intenciones.

- Mikellino...- hablaba sensualmente mientras se cubría su entrepierna con la mano.

- hablaba sensualmente mientras se cubría su entrepierna con la mano

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- ¿M-Mike.exe?, emmm, ¿Qué sucede?- miraba a todos lados tratando de no pensar en la situación en la que se hallaba.

- ...- se acercó a su oído- Ayúdame~

Ahora le parecía obvio al mayor que sucedía, el menor estaba en celo y confió en que no le haría nada, si quería llegar a algo con él debía alejarse momentáneamente de él.

El único problema era que el ambiente lo provocaba y si no salía de ahí lo más rápido posible podía llegar a hacer algo de lo que se arrepintiera.

Por su bien y el del menor debía evitar que eso pasara, lamentablemente el más pequeño no lo dejaría irse tan rápido, no sin conseguir lo que quería, siempre era así y aún sin poder pensar correctamente seguía teniendo esa idea, pues era algo caprichoso.

Aunque quería hacerlo con el contrario, algo muy en el fondo de Mike.exe quería que Mikellino lo detuviera, quería saber que podía confiar en él y pensar que si realmente lo amaba intentaría hacerlo entrar en razón, y si no lo lograba preferiría no lastimarlo, aún cuando eso significara estar dispuesto a abandonarlo.

Cómo dicen algunos: Si lo amas déjalo ir, y si te ama regresará.

Esa oportunidad era única, pero no era lo correcto, no en es momento, aprovecharse sería lo peor que podía hacer.

Amores desunidos (Mikeno) [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora