CAPÍTULO 4

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EL EXPEDIENTE:

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EL EXPEDIENTE:


KAYDEN:

Desde que llegué al hospital, no pude dejar de pensar en porque mierda me trajeron aquí, si en Rusia estaba bien, tenía mis propios pacientes de los que tenía ya una idea de que les pasaba o como tratarlos.

—Empecemos con la sesión de hoy, ¿Te parece?— le digo al chico que tengo al otro lado de mi escritorio.

—Cuando usted quiera, doctora— me dice.

Tiene una voz profunda, y esos labios finos me hacen pensar en todo lo que pueden hacer y causar, me imagino cuántos orgasmos placenteros podría causar con su boca. Esos ojos verdes hipnotizarían a cualquier persona que se le quedara viendo por más de veinte segundos y uno de sus brazos expuestos está cubierto de tatuajes diabólicos que no hacen más que excitarme.

Empiezo a leer el expediente para así tener un concepto claro de él:

Nombre: Elián Alinei.

Lugar de Nacimiento: Roma-Italia

Sexo: Masculino

Fecha de ingreso: 15/04/2019

Edad: 25 años

Antecedentes: Psicosis mental, esquizofrenia y enfermedades no determinadas.

Anotaciones:

Tiene un comportamiento casi normal, divaga y se pierde totalmente por minutos. No llega a reconocer su entorno ni las personas que lo rodean, tiende a reaccionar de manera violenta.

Dra. Mishel Ramírez

Al terminar de leer su expediente, levanto la mirada y me lo encuentro observándome fijamente, seguro para tratar de intimidarme lo cual no va a lograr ya que conozco y he tratado con personas iguales o peores que él.

—¿Tengo algo en la cara? —le pregunto enarcando una ceja.

— No, no es eso, es solo que tu cara me es muy particular— responde de manera sensual.

Puede ser muy guapo y probablemente alguien que te puede dar un buen sexo, pero su estúpida estrategia no va a funcionar conmigo.

—¿Particular? — digo para así seguirle el juego.

—Sí, pero ahora no importa lo particular que me parece su cara. Quiero saber para que me ha citado aquí —está calculando muy bien sus palabras a la hora de dirigirse a mi.

—Creo que es algo obvio esa pregunta, la Dra. Mishel por alguna razón que desconozco no será más tu doctora a cargo y seré yo, ¿eso resuelve tu duda?

—Pues creo que todos en este hospital saben el motivo por el que se fue doctora...

—Ivanova.

—Bueno si eso es todo yo paso a retirarme, que tenga buena tarde —se levanta del asiento y carraspeo.

—En ningún momento te pedí que te retiraras —detuvo su andar, dio media vuelta y entrecerró sus ojos.

—Bueno, entonces hable rápido que quiero largarme de aquí— me responde el muy imbécil.

—Bueno ya que quieres ser claro, entonces seamos claros— le digo fríamente.

— A mi me vale mierda si quieres o no estar aquí, comprendes que yo no soy tu anterior doctora que vas a follar y que hagas lo que se te dé la gana ¿Queda claro?— le espetó ya harta de la situación— cooperas o te vas a la mierda, es sencillo.

—Perfecto, Doctora Ivanova, al fin sacó sus garras de gatita —dice en tono sarcástico.

Por lo general trato de controlar las emociones que amenazan salir en cualquier momento, el dolor de cabeza empieza a ser más fuerte, «debo controlarme me digo a mi misma», debo ser fuerte si no quiero que descubran lo que por años escondí.

Este idiota no va a estropear años de tortura que tuve que pasar para poder llegar a donde estoy ahora.

—Ahórrese sus comentarios estúpidos y comencemos ya de una vez esto— le digo tratando de controlar mis emociones.

—No le parece que debemos ser sinceros el uno con el otro— espeta mirándome fijamente a los ojos.

Esos ojos color verde por el que cualquiera caería, pero yo no soy cualquiera. Yo soy lo que todos deben temer y no necesito que nadie ni mucho menos este que ni siquiera conozco venga a decirme si debo ser sincera o no.

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