CAPÍTULO 7

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ELIÁN:

Me despierto en una cama con una camisa de fuerza, siento que cada músculo de mi cuerpo duele, quema, es una sensación que rara vez he experimentado, no recuerdo todo lo que vino después, sólo que mi cabeza dolía intensamente y una opresión en el pecho se encontraba presente, la verdad que son muy pocas veces las que ha sucedido eso.

Escucho pasos acercándose hacia mi dirección, pero me mantengo en mi posición, observo detenidamente la puerta hasta que la persona que está detrás de esta se digne en abrirla, «mierda, lo suponía» esta perra jamás va dejarme tranquilo a menos que salga de esta mierda de una vez.

—Doctora Ivanova ¿Por qué no me sorprende que usted esté aquí?.

—Porque soy tu psiquiatra asignada, genio.

—Por un momento olvidé por completo ese detalle— digo con ironía —Creí que era esa linda gatita que sacó sus garras el otro día estaba detrás de la puerta.

Ignora mi comentario por completo, y realmente no me preocupa, yo sé que ella no los ignorará por mucho tiempo.

Mi mente sigue y sigue maquinando el plan, el objetivo principal, absolutamente nada debo omitir y el comportarme como un idiota me servirá de mucho, todos los que están aquí piensan que soy solo un simple loco como todos los demás, lo que no saben es que mis movimientos son agiles e inteligentes, cuando no sale una cosa como lo había planeado, en mi mente ya tengo otra alternativa, nada se me pasa, nada se me olvida.

—Bueno, empecemos con la sesión— dice en su forma habitual de hablarme.

—¿De qué tratará esta sesión? —pregunto, la verdad que me gusta mucho hacerla enojar, me excita en cierto punto.

— No sé a dónde quieres llegar hablándome con palabras bonitas, yo soy tu psiquiatra y tú el paciente, con solo un par de palabras puedo hacer que te den mucho más tiempo aquí, ¿Y no te gustaría o si? — pregunta viéndome fijamente a los ojos.

— ¿Sabe qué?, ¡A la mierda todo!, si me quiere encerrar aquí más tiempo está bien. No sabe cuánto disfruto hacerla enojar, pero me estoy cansando de sus respuestas estúpidas y frías— respondo elevando mi tono de voz.

Nadie absolutamente nadie me había cansado tanto como ella, sus respuestas me parecen tan insignificante y estúpidas que me esta empezando a dar igual el maldito objetivo, muy pocas veces algunas palabras me sacaba de mis casillas, pero esta vez, ya no, ya no aguanto, no por ser mi psiquiatra va a tratarme de esa forma, se supone que si es mi doctora me tiene que comprender, me tiene que ayudar, sin embargo, no lo hace, solo responde como una pendeja, como si su trabajo fuese responder cosas estólidas.

Ella me mira fijamente con una furia flameando en sus ojos, y la verdad no es que me importe mucho, ya me da igual si salgo o no de acá, camina hacia a mí con pasos lentos, como si estuviera calculando las siguientes palabras que dirá, sobre si quiere seguir conservando su trabajo.

— Bien, insultarte para mí sería una pérdida de tiempo, así que mejor, ¿Por qué no me cuentas qué sentiste cuando clavaste el bolígrafo de la enfermera Mariam en su cuello?— dice con el típico tono estúpido de los que trabajan por aquí.

— Pero, ¿Qué mierda dice?, yo no hice nada de eso, ¿Por qué me acusa de algo que no hice?— espeto con ira.

— ¿Acaso no lo recuerdas?, ella ahora está en la enfermería donde la están cuidando, y gracias a tu ataca precipitado  casi muere.

— Mentira, todo lo que me dice es una puta mentira, no quiera jugar conmigo , mi paciencia tiene un límite y usted está pisando terrenos peligrosos.

Mi cabeza empieza a doler, los flashbacks regresan y no, no quiero sentir eso, «matar, matar, matar» mi cabeza me amedrenta con esas palabras, yo no quiero matar a nadie, me duele, ya no puedo más, siento que la adrenalina corre por mis venas, necesito desahogar todo lo que siento.

Mi cerebro comienza a maquinar que cosas podría destruir, la necesidad de matar se hace cada vez más fuerte, y que la doctora este aquí conmigo no es de gran ayuda. Siento como alguien abruptamente me acuesta en sus piernas, ahora mismo no soy consciente de quién se trata, estoy en una especie de frenesí que debo controlar si o si.

—Haz que pare —le digo a la persona que tiene mi cabeza sobre sus piernas.

—Shh, todo está bien— me dice en un tono tan dulce como una canción de cuna.

—Sálvame Amelia, sálvame, por favor, llévame con nuestro hijo— replicó y la verdad que me escucho desesperado, pero no importa, lo necesito en estos momentos.

Voy cerrando los ojos poco a poco, hasta que pierdo noción de lo que pasa a mi alrededor.

                                                                  ☠️☠️☠️

Me levanto nuevamente, intento abrir los ojos pero, simplemente no puedo, siento mis párpados pesados y realmente quiero abrirlos, escucho voces a lo lejos, quiero saber que dicen, que pasó después de que me volviese a desmayar.

Me duele la cabeza, como si de una resaca se tratara, las punzadas aumentan cuando intento mover alguna parte de mi cuerpo para al menos dar señales que ya estoy despierto.

—El acaba de tener un maldito ataque y me dices que es poco profesional lo que hice.

Escucho como dice alguien que intentó reconocer, pero «maldita sea» no recuerdo nada.

Mi puta cabeza no colabora aunque sea dándome flashbacks, no hace nada, y estoy perdiendo la paciencia al no poder mover nada.

—Sabes muy bien que te puedes meter en un problema por esto, no seas tonta, recuerda que el puede oír y ver todo lo que esta pasando.

—Lo sé, joder, lo sé.

Por fin puedo abrir los ojos y me encuentro con las dos personas que menos esperaba ver «La doctora Ivanova y otro sujeto». Sujeto al cual desconozco.

—¡Al fin, despertaste!— dice con un tono divertido la doctora.

—Así parece— digo secamente.

—Te presento a mi compañero de trabajo Asiel, trabajó conmigo en Rusia, y viajó para trabajar aquí —me dice con un tono que nunca había escuchado.

—Mucho gusto, como mi compañera dijo mi nombre es Asiel —dice el intento de hombre.

—Mucho gusto, Asiel ¿Así que la doctora Ivanova y usted me van a tratar?— digo tratando de contener las ganas que tengo de clavarle el esfero que tiene en la mano.

—Así es, llame a Kayden para avisar que también quería tomar tu caso— me dice el muy hijo de puta.

—Así que tu nombre es Kayden, un nombre tan único como tú— digo coquetamente.

—Pues sí, supongo que sí— me responde de manera cortante.

Me dirijo hacia la salida, no sin antes acercarme hacia Kayden y susurrarle al oído las siguientes palabras.

— Su nombre es muy bonito, combina perfectamente con mi apellido, cuore.

No se porque estoy sintiendo una especie de ira a través de mis venas, y no, no son celos, simplemente que con ese tipo acá mi plan se está volviendo cada vez más lento, tengo que hacer todo lo posible para quitarlo de mi camino, en mis malditos planes no estaba que un imbécil que se cree con el derecho de llamar por su nombre a la doctora Ivanova venga aquí a joderme todo, y peor aún, que se crea con el derecho de querer tomar mi caso.

Maldita sea, quisiera pensar en cómo lo voy a matar sin que nadie sospeche, pero realmente estoy cansado, así que me voy hacia mi habitación para poder descansar y después veré que haré con ese inútil. 

CUOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora