Melizabeth en Hogwarts - Especial del mes de las Brujas

7 El baile de Halloween

Muchas gracias por haberme acompañado hasta aquí, melipotterheads, ¡son lo máximo! UwU  ¡VIVAN LOS 300 COCOAMIGOS! *0* 

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Meliodas estaba nervioso. Muy nervioso. Su elegante traje de gala negro estaba perfectamente colocado, su pelo alborotado estaba ligeramente húmedo del baño, llevaba un anillo de esmeralda en el dedo, se había puesto loción para el evento. Y llevaba cierta sorpresa secreta en el bolsillo para su novia. Ese era su último año en Hogwarts, su último banquete de Halloween, y como además se había organizado un gran baile para despedir a una de las mejores generaciones que el colegio había tenido, el rubio supo que esa era la mejor ocasión para decirle a Elizabeth lo que traía dentro.

—¿Ya estás listo Capi? —Ban se asomó por la puerta del vestidor, y el rubio tuvo que admitirlo, también se veía muy elegante. Su traje rojo lo hacía parecer un poco Gryffindor, pero eso ya no importaba; todos sus amigos irían de los colores de otras casas. A Meliodas simplemente le dio risa y se levantó con las manos sudorosas y la sonrisa vacilante.

—Ya... ya voy...

—Vamos jefe, no estés tan nervioso. Ella dirá que sí, además, ya todos estamos listos para seguirte apenas salgamos del colegio. —El ojiverde sonrió agradecido, seguro de que su mejor amigo decía la verdad. Sin embargo, volvió a tragar saliva, inhaló lento, y alzó la barbilla para dirigirse al gran comedor con paso firme y la frente en alto.

El lugar estaba espectacular. Linternas gigantes de calabazas flotantes adornaban el techo, murciélagos vivos colgaban de las guirnaldas, las arañas habían tejido hermosos tapices con sus telas, y había bellísimos lienzos con los colores de las casas. Las mesas de comida se apilaban contra las paredes, y dejando un gran espacio al centro, había una pista de baile. Los profesores contemplaban todo desde la mesa del fondo, los fantasmas bailaban invitando a los estudiantes, y si eso no hubiera bastado para hacer la fiesta más mágica, el corazón del rubio saltó al ver a sus amigos.

Ban bailaba abrazado a Elaine mientras Diane y King comían bocadillos en una de las mesas. Gowther y Nadja hablaban efusivamente con Merlín, y el profesor Escanor trataba de acercarse a ella para incluirse en la conversación. Zeldris se encontraba solo, pues su novia era mayor que él y ya había terminado el colegio, pero para compensarlo, un montón de sus amigos que se apodaron los diez mandamientos estaba ahí tratando de levantarle el ánimo. Solo faltaba la persona más importante.

—Ho... hola Meliodas.

—Hola Eli... —Pero no pudo terminar lo que iba a decir cuando contempló a la peliplateada. Estaba despampanante. Su bellísimo cuerpo estaba enfundado en un traje azul que resplandecía con brillos, llevaba un listón en el pelo, y como único detalle de Halloween, una pulsera con lunas y estrellas tan destellantes como aquellas que se veían a través del techo mágico sobre ellos. El rubio tuvo que tragar una, dos veces hasta poder hablar de nuevo, y entonces, se inclinó y le extendió una mano para pedirle un baile—. ¿Me concedes esta pieza?

—Fufufu. Con gusto caballero. —Sus dedos se entrelazaron como hechos para encajar el uno en el otro, y después, olvidaron cuanto los rodeaba para perderse en los brazos del otro.

Conforme avanzaba la noche Meliodas fue dejando atrás el miedo. Bailaron, platicaron de todo, se dieron de comer mutuamente y bailaron un poco más. Entonces sonaron las doce de la noche, y el joven mago supo que la hora había llegado.

—Eli, ¿me acompañas una última vez a la pista de baile? —Ella se quedó mirándolo, algo extrañada por su petición, pero no refutó nada y lo siguió nuevamente. Le colocó una mano sobre el hombro, la de él sobre su cadera, y comenzaron a girar en un vals lento y romántico que los dejó flotando. Y entonces, él volvió a hablar—. Elizabeth, nos conocemos desde hace mucho tiempo, ¿no es así?