Una fuerte tormenta había estallado repentinamente en Marglon. Los pescadores, que llevaban en alta mar todo el día, se vieron obligados por ello a regresar al pequeño puerto de Xios. Con el viento creciente encrespando cada vez más la superficie, las barcas ascendieron por el río y fueron amarradas a los embarcaderos de ambos lados. Las había de todos los tamaños y colores con mínimo dos personas en su interior, padres e hijos. La pequeña población era pesquera en su totalidad y las familias se dedicaban por entero a dicho oficio. Solo una embarcación, seguramente la más pequeña, era tripulada por una persona.
Se trataba de un joven de dieciocho años, piel un poco morena, pelo castaño y ojos marrones; estatura media, delgado y desnutrido. Cubría su cuerpo como su situación económica le permitía, lo que significaba un sencillo tribón y sandalias, aunque envejecidos y con rotos. La barca también era de las más sencillas del lugar y era un verdadero milagro que no estuviera ya bajo las aguas.
El pescador levantó los remos por última vez, dejando que el empuje hiciera el resto, y la barca se deslizó hasta chocar contra el muro, que se elevaba un par de metros. Los colocó en un extremo y, guardando el equilibrio, procedió a pasar al sencillo embarcadero de madera.
Mientras lo hacía la puerta de la casa que tenía delante se abrió y un muchacho, que rondaría los quince años, salió apresuradamente para ir a ayudarlo. Entre los dos amarraron la barca a uno de los postes y luego el pescador se agachó para recoger algo de su interior. Sin problemas se cargó al hombro una red de pesca. El otro chico, muy parecido a él, echó un rápido vistazo a la cantidad de peces que había y su rostro fue inexpresivo al ver la nimia cantidad. El mayor no dijo nada, sin embargo sabía muy bien la decepción que debía de estar sintiendo su hermano. El siguiente día iba a ser de pasar hambre, algo a lo que estaban más que acostumbrados.
En silencio subieron los escalones del muro y se dirigieron a su hogar, cuyos muros de mortero estaban cubiertos por una pátina de yeso. Como el resto de casas del pueblo, la suya tenía dos plantas, bastante pequeñas. En la de abajo había una especie de sala de estar y la zona donde se guardaba la comida, que, como siempre, estaba casi vacía.. Delante de la puerta, había un agujero por el que se accedía a un minúsculo patio, en el que se encontraba el brasero para cocinar y, pegadas a la pared, unas escaleras que llevaban al segundo piso, donde se ubicaban las habitaciones. A ambos lados de la puerta había dos alargos tragaluces, mientras que cada habitación contaba con uno circular y pequeño. El tejado era una simple terraza, a la que se accedía desde el interior.
Sentada a la mesa, mientras se comía un mendrugo de pan, el último que les quedaba, había una niña de unos diez años, pelirroja y de ojos oliva, que iba vestida con un andrajoso vestido amarillento por la suciedad. A su lado, mirándola con ternura se encontraba su madre, una mujer de alrededor cuarenta años, pelirroja y de ojos rojizos.
-Ya he llegado -anunció el joven pescador con voz apagada.
-¿Has pescado mucho? -preguntó su hermana, cuyo semblante se iluminó levemente.
-No. Lo siento -respondió compartiendo una mirada con su madre. La mujer le sonrió.
-No te preocupes, cariño. Llegarán otros tiempos -lo trató de animar ella.
-Demasiado están tardando -contestó al mismo tiempo que dejaba la red sobre la mesa. Su madre la abrió y colocó los pocos pescados que había, que no eran muy grandes, en la mesa. Cogió uno y lo llevó a un barreño de barro, ya lleno de agua, para lavarlo y prepararlo para cuando llegara el enviado del gobernador-. Dudo mucho que nos dejen alguno, madre. Vamos a pasar hambre.
-Lo sé -fue el suspiro que le respondió.
-Voy a la taberna -dijo yendo hacia la puerta.
Al otro lado de la ría, a donde se accedía por medio de un puente de piedra, se encontraba la gran taberna, que tenía capacidad para alojar a todos los hombres del pueblo. Allí la bebida era gratis, ya que era el propio gobernador quien, mensualmente, la compraba a otros reinos para todo el pueblo, aunque eso era lo único que hacía por sus ciudadanos.
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MAR DE HÉROES
PertualanganEsta será una historia basada en la mitología griega, aunque con partes inventadas y ubicada, a pesar de que las localizaciones serán las originales, en un mundo inventado. Además, a pesar de que puedan salir personajes de toda la mitología, me cent...