6. Visitamos el emporio de gnomos de jardín

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-POV Laura-

En cierto sentido, es bueno saber que hay dioses griegos ahí fuera, porque tienes alguien a quien echarle la culpa cuando las cosas van mal. Por ejemplo, si eres una mortal y estás huyendo de un autobús atacada por arpías monstruosas y fulminada por un rayo -y si encima está lloviendo y no te gusta no ver el sol-, es normal que lo atribuyas a tu mala suerte; pero si eres un mestizo, sabes que alguna criatura divina está intentando fastidiarte el día o que realmente tu suerte apesta.

Así que estábamos, Annabeth, Grover, Percy y yo, caminando entre los bosques que hay en la orilla de Nueva Jersey. El resplandor de Nueva York teñía de amarillo el cielo a nuestras espaldas, y el hedor del Hudson nos anegaba la pituitaria.

Grover temblaba y balaba, con miedo en sus enormes ojos de cabra.

-Tres Benévolas -dijo con inquietud-. Y las tres de golpe.

Yo también estaba impresionada. La explosión retumbaba en mis oídos. Pero Annabeth y yo seguíamos tirando de ellos.

-¡Vamos! Cuanto más lejos lleguemos mejor -dijo Annabeth.

-Nuestro dinero estaba allí dentro -le recordó Percy-. Y la comida y la ropa. Todo.

-Chicos...-intenté decir, pero me ignoraron.

-Bueno, a lo mejor si no hubieras decidido participar en la pelea...

-¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que os mataran?

-No tienes que protegerme, Percy. Me las habría apañado con Laura.

-Chicos...-me volvieron a ignorar.

-En rebanadas como el pan de sándwich -intervino Grover-, pero os las habríais apañado.

-Cierra el hocico, niño cabra -le espetó Annabeth.

-¡Chicos! -exclamé ya harta-. Lo primero si me hubieseis hecho caso ahora todos tendríamos la mochila. Lo segundo yo sigo llevando la mía. Lo tercero, Annabeth yo estaba herida, no podríamos habérnoslas apañado sin ayuda de Percy, que gracias por preguntarme cómo estoy, por cierto. Y por último, ya tengo suficiente con que no haga sol como para que estéis discutiendo todo el día, así que callaos antes de que os haga picadillo.

Entonces se dieron cuenta de lo que sangraba mi mano, pero no les dio tiempo a decir nada por qué ya me había adelantado mientras cantaba un hechizo para curar, la herida no era profunda, pero era grande por lo que ocupe de bastante energía. Saqué unos dulces de mi espalda para reponer energía, al igual que unas vendas porque no se me había sanado por completo.

Me paré un momento para vendarme la mano mientras los demás me pasaban.

-¿Cómo vas? -me preguntó Percy, quien se había quedado esperándome.

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