Capítulo 10

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Desde que Hades empezara con su relación amorosa, sus subordinados y aliados empezaron a dividirse, algunos porque apreciaban a Persefone y otros porque pensaron que el poder del inframundo se debilitaría. Hypnos estaba muy consciente de lo que pensaban y temían los demás, así que debía dar un paso al frente y echar un vistazo completo a lo que enfrentaban.
Parecía un día normal, sin embargo Hypnos tenía preparado un plan, ayudaría a Ares a ingresar al recinto dónde descansaba Afrodita, necesitaba salir de dudas también, si de verdad había un embarazo, entonces habría más poder, pero si no, habría guerra. Hades paseaba con Afrodita y la cuidaba al extremo de cualquier cosa, hasta la llevaba en sus brazos para que no se cansara o tropezara, mostrando a todos lo mucho que la amaba.

Aquel día los demás se creyeron lo del embarazo de la diosa pero Hypnos para nada, de hecho no podía percibir un nuevo ser en el Inframundo, tenía su teoría, si ellos fingían el embarazo de la diosa, Hades podía librarse fácil de Perséfone.  Por el momento dejó de tener relevancia esa mujer para él, lo importante era Afrodita. La diosa más deseada por todo el Olimpo e incluso por los Titanes.

Thanatos se encontraba en la mesa cerca del balcón degustando una copa de vino, dirigió su mirada a su hermano gemelo que se acercó muy amigable, pronto tomó asiento quedando frente al Dios de la muerte.

— Hypnos, ¿A qué se debe tu visita? Tenías tiempo sin venir, además no deberías estar aquí o ¿Vienes por información para dársela a Perséfone? —Preguntó en tono sarcástico.
— Solo venía a saludar, no tienes que estar tan a la defensiva, pero estoy intrigado. ¿Realmente es tan peligroso ese niño que viene en camino? Creo que están exagerando, ni siquiera puedo sentir su presencia. —Comentó yendo directo al grano.

—¿Estás desconfiando de la palabra de mi señor Hades? —El Dios de la muerte dejó a un lado su copa de vino, centrando su atención en Hypnos, tenía razón, tampoco él podía sentir la presencia de ese bebé, tenía dudas pero las resolvería después con Hades.

— Claro que no, solo era una observación nada más, un poco de preocupación por el Inframundo, perdona mi paranoia, hermano. —Hypnos se levantó de su lugar para dar marcha a su plan, se colocó a la par de Thanatos, después de unas palmadas en el hombro del contrario volvió a hablar.
—Thanatos, tranquilo, estás algo tenso, me parece que es hora de dormir… —No dejó siquiera reaccionar al Dios de la muerte, de pronto un aura morada lo rodeó, Hypnos estaba usando sus poderes para darle un bonito sueño a su hermano y así avanzar hasta Afrodita sin problemas.

Afrodita tomaba una siesta con tranquilidad en el jardín construido por Hades, este rodeaba su área para mantenerla relajada y a salvo de la vista de las ninfas.
Estaba segura de que no podría correr peligro mientras se mantuviera en esa área. Al menos eso le dijo Hades y ella confiaba en su palabra.
No pudo notar como el dios del sueño se escabullía cada vez más cerca, como se iba adentrando en el terreno preparado para ella.

Cómodamente bajo la sombra de un manzano, se recostó cerrando los ojos para dormir más profundamente.

El dios de la guerra se alió con Hypnos para poder ver a Afrodita nuevamente.
Ares tenía que averiguar cuanto antes lo que de verdad estaba haciendo Afrodita con Hades, si descubría su mentira, podría separarlos y no sólo eso, castigarían a Hades. Merecía un castigo por tocar a Afrodita, aquella diosa que lo había amado con locura y su primer amor.
Ya no podía usar a Persefone, pero si a Hypnos para llegar a ella.

Hypnos estaba frente a Afrodita, la rubia estaba indefensa, parecía un ángel. Usando sus poderes se adentró en sus sueños en busca de la verdad, esta vez no habrían más engaños, tanto Ares como él tendrían en sus manos a ambos, con lo que no contaban es que las rosas del jardín no solo estaban de adorno al ser colocadas por Hades poseían una habilidad especial: atrapar a aquellos que pasaran esa barrera.

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