Capítulo 16

534 29 4
                                    

—¡Hades hazme caso!— Pido estresada— Así lo único que vas a pillar es una pulmonía.

—Que no tengo frío— Vuelve a decir— Cuando pille a tu ex, va a flipar en colores.

—¿Quieres dejar ya el tema?— Bufo— ¿Además como sabes que es mi ex?

—No me da la gana— Ruedo los ojos— Hay que estar ciego para no darse cuenta.

—Que le den por culo, ven y cámbiate de ropa— Extiendo mi brazo ofreciéndole su mochila.

—No me he traído muda...— Informa.

La madre que lo parió.

Sin su permiso abro la mochila y registro todo lo que contiene, efectivamente, no se trajo ropa ¿Quién se va de acampada y no se lleva una muda de repuesto? ¿No tenía pensamiento de cambiarse de ropa? ¡Será puerco!

La única solución que encuentro es que se quede así como está o ir de nuevo con los demás y pedirle a alguno de los chicos que le preste algo. No puedo dejarlo así, puede enfermar y mi conciencia no me lo permite.

—Voy a ver si alguno de los chicos te puede dejar algo— Informo— Tú te quedas aquí.

—¿Me vas a dejar sólito?— Pone cara de cachorrito.

—Si, no me seas infantil— Ruedo los ojos— Creo que lo mejor será que te quites la ropa y te envuelvas con la manta para que puedas entrar en calor.

—¿Ya me quieres ver desnudo?— Levanta una ceja guasón— No sabía que eras de esas— Se echa a reír.

—Vete a la mierda Hades— Le fulmino con la mirada— Hazlo de una puta vez que está anocheciendo y no tardarán en hacer fuego.

Este chico me saca de mis casillas y aun así le ayudo. Quiero pensar que es para intentar acercarme más a él y averiguar algo, cualquier cosa me sirve. Ojalá pronto saque algo interesante de todo esto, si no sentiré que estoy malgastando mi tiempo en algo que no merece la pena.

Aún sigo sin creer que tenga 24 años, sé que solo nos llevamos cuatro años de diferencia, pero estaba tan convencida de que tenía mi edad que me he quedado loca al enterarme de que no.

—¿Cómo puedes ser tan buena?— Pregunta más para sí mismo mientras se quita los deportes, seguidamente desata el cordón de sus jogger negros.

—¿Se puede saber que narices haces?— Lo miro alucinada.

—¿No me has dicho que me desvista?— Pregunta obvio mientras se baja el chándal quedando en bóxer.

—¡¡¡HADES!!!— Grito alarmada, dándome la vuelta avergonzada— Pero no delante de mí gilipollas.

—¿Y dónde quieres que lo haga? Estamos en el campo Dalia— Aclara obvio— Quédate así, termino y me echo la manta por encima.

Hago lo que me pide, no está bien verlo ¿Qué es muy tentador? Si, no lo voy a negar, pero si la situación fuese al revés a mí no me gustaría que mirase.

—Oye que por mí puedes mirar eh— Suelta como si me hubiese leído la mente.

No obtiene respuesta por mi parte.

—Es broma Dalia.

Cuando pienso que no va a decir nada más, que ya ha dejado el tema a un lado y se va a dedicar a terminar de desvestirse para así poder salir de aquí y alejarme de él lo antes posible aunque sea por unos minutos... Vuelve a hablar.

—Bueno si quieres no— Capullo.

—Déjate de tonterías y vamos— Exijo.

—No hay quien te entienda— Suspira— Que si soy un borde malo y si soy gracioso también, mira que eres gruñona.

El peligro que conllevas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora