El irlandés

Muñeca

La historia me pertenece, los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Personajes con OoC.

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§ Muñeca §

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Ella se quedó como una estatua, una hermosa estatua de una diosa o una hada.

De cerca, era tan hermosa que casi me quitaba el aire. Me daba curiosidad saber qué estaba haciendo allí, pero también estaba preocupado porque haya pasado algo que me perdí.

¿Hacía cuánto me había salido de la fiesta?

No lo recordaba...

Hinata me estaba preocupando, todavía no me había respondido.

-Hey, ¿me escuchas?

Me acerqué a ella por puro instinto, no podía dejarla tirada allí. Ella sólo me miró fijamente, todavía parecía algo asombrada de mí presencia pero no la culpaba.

Yo era un desconocido... Que estaba husmeando en sus asuntos privados.

Tomé un trago de champagne, aunque necesitaba un buen whisky en este momento(un irlandés obviamente) para ponerme a su altura en cuclillas.

-Oye, tranquila- le susurré tratando de calmarla.

Verla de tan cerca me cortó el aire, era una muñeca, una hermosa que querías cuidar para que nunca se echará a perder. Su piel era como la nieve, su cabello era como el manto del cielo en la noche y sus hermosos ojos... Me perdería en ellos en cualquier maldito momento.

Pero ella no me miraba, tenía su vista clavada en la botella. Se la ofrecí.

- Parece que la necesitas más que yo- bromee con ella.

Pero no sonrió, tomó la botella y quiso prácticamente tomarse todo en unos cuantos tragos.

La detuve...

¿Por qué?...

Bueno, no era sano para su cuerpo. Y ella me miró con sus hermosas y delineadas cejas fruncidas y un puchero en esos gruesos labios.

-Nch, nch- negué-. Muñeca, no puedes tomar así.

Sonreí, queriendo que supiera que no era un degenerado que se iba a aprovechar de ella. Parecía desgraciada, así que quería darle algún consuelo.

Mí mano fue a su brazo, su piel se sentía suave y fría por el viento de la noche. El contraste de nuestros tonos de piel me fascinó e hizo despertar mí polla.

Maldita desgraciada. Shuuu, abajo.

- Cualquier cosa tiene solución, muñeca.

Mí voz se había enronquecido, gracias al deseo que sentía de ver en qué más teníamos de diferente color.

Intenté concentrarme en su rostro cuando ella alzó la cabeza. Sus lágrimas me molestaban, demasiado. Lo había sabido desde un principio, no podría aguantar verla llorar.

Mí mano se movió sin mí consentimiento, mí afortunado dedo índice acarició la suavidad de su brazo, justo donde su clavícula se marcaba, la curva de su tentador cuello y su pequeña barbilla. Recogí las lágrimas desde allí hasta su mejilla.

Hinata no merecía llorar por nada del mundo.

Si ella fuera mía...

No, no podía pensar en ello, por más que quisiera. Ella era la esposa del hombre que había robado a Nagato. Su mejor amiga me había seducido para después chantajearme de que la había violado para dejará en paz a su marido.

Ella podría no ser inocente.

Ella tal vez sabría todo...

Mí mirada fue a sus gruesos labios rosas cuando se abrieron.

Era tan tentadora...

Cuando ella se movió rápido, me tomó totalmente desprevenido.

Me besó.

Mierda. Dispárame ahora.

Continuará...