Con la misma moneda

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La historia me pertenece, los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Personajes con OoC.

§ Con la misma moneda §

Carajo, era deliciosa.

La maldita fruta prohibida.

Me besó duro, casi furiosa y sabía que me estaba usando para desquitarse... Pero maldición, yo estaba bien con eso.

Mordió mí labio y jadeé, de la sorpresa. No creía que fuera de las que le gustaba duro, pero parecía desesperada por demostrar algo. Sus manos se hundieron en mí pelo y apenas evite gemir en éxtasis.

Necesitaba saber qué la empujaba a hacer eso con un desconocido.

Junté todo mí autocontrol para separarme de ella y la sostuve de su pequeña y delicada barbilla para verla con los ojos cerrados, su boca húmeda...

- Diabhal mo Dick...*

Yo era sólo un maldito hombre.

-Te arrepentirás si no te detienes amor.

Roce sus labios mientras mí boca hablaba sin mí consentimiento.

Ella negó fervientemente con la cabeza.

-Ellos me mintieron por mucho tiempo. Hice todo por ellos...

Su voz era música para mis oídos, tan suave y profunda, era una caricia para mí alma. Mí polla se agitó.

No tienes decencia..

La volví a besar, ella no podía esperar que yo no juntará nuestras bocas. Pero su voz quebrada, hizo algo en mí. Quería darle consuelo, no follarla. Mis labios fueron lentos y suaves para ella.

Hinata se dejó llevar y la sentir temblar entre mis brazos. Era una maldita adicción.

Pero primero tendría que ver si ella me estaba engañando. Al parecer ella se había enterado algo de su marido y obviamente su amiga, pero.. ¿Qué?

Le sonreí cuando nos separamos y me miró. Quería que se sintiera relajada.

-Te acabas de casar ¿O no muñeca?- Ella movió su cabeza en afirmación, sentía los tirones de sus dedos en mí cráneo, pero los ignoré-. ¿Tu esposo te traicionó?

Sentí un gusto amargo al decirle "tu esposo", el maldito bastardo no merecía a una mujer como Hinata.

-Con mí mejor amiga-, afirmó con una voz llena de lamento.

La observé fijamente a los ojos, para distinguir si me decía la verdad. Sólo vi dolor y coraje en su mirada.

Parecía sincera..

Parecía inocente...

Acalle la voz en mí cabeza que me quiso recordar lo que pasó la última vez que pensé que una mujer era inocente y la besé.

Quise disfrutar este contacto tanto como pudiera, porque después de que le dijera mí sugerencia, tal vez me daría tal patada en las bolas que ya me dejaría de preocupar de tener sexo con desconocidas (porque las rompería, por si no entendieron)

Me costó mucho no hablar mí idioma materno para ella.

-Si quieres pagarle con la misma moneda, te puedo ayudar amor. Sólo tienes que decirlo...

El irlandésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora